Solo para versión digital: Jóvenes adultos
¿Eres el único miembro de la Iglesia de tu familia? No estás solo
Puede resultar difícil ser el único miembro de la Iglesia de tu familia. Estos jóvenes adultos ofrecen palabras de consejo para mantenerse firmes en la fe a pesar de la oposición.
Hay pocas cosas en la vida que duelan más que creer mucho en algo y que aquellos a quienes más amas en el mundo rechacen o incluso se burlen de dichas creencias. El evangelio de Jesucristo brinda gozo y satisfacción de muchas maneras. Sin embargo, a veces la senda del discipulado puede ser solitaria cuando das pasos para avanzar en el Evangelio, pero algún amigo, uno de tus padres o tu cónyuge no apoyan ni comparten tu fe.
Independientemente de cuál sea tu situación en particular, gracias al Salvador Jesucristo, siempre puedes tener esperanza por ti mismo y por tu familia. Cuando te sientas impotente o desalentado debido a tu situación, recuerda que “al Salvador le agrada restaurar lo que ustedes no pueden restaurar, que a Él le complace sanar heridas que ustedes no pueden sanar, que Él se regocija en reparar lo que ha sido roto irreparablemente, que Él compensa cualquier injusticia infligida sobre ustedes y que Él se deleita en sanar permanentemente aun los corazones rotos”1.
Si eres el único miembro de la Iglesia de tu familia o tienes un ser querido que haya abandonado la Iglesia, los siguientes consejos que comparten otros jóvenes adultos pueden darte la fortaleza y la esperanza necesarias para seguir adelante.
Pon al Señor en primer lugar
“Cuando me bauticé hace seis años, pensaba que mis padres se interesarían en el Evangelio y aceptarían bautizarse, pero eso no sucedió. Un día leí el pasaje de las Escrituras: ‘El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a mí, no es digno de mí’ (Mateo 10:37). Yo amaba mucho a mis padres, así que me preguntaba cómo podría amar al Señor más que a ellos.
“Mis padres no se oponían a que me uniera a la Iglesia, pero a veces se sentían mal cuando yo dedicaba más tiempo a leer las Escrituras o asistir a la Iglesia que a hacer cosas con ellos el día de reposo; y era difícil explicarles por qué ya no hacía ciertas cosas los domingos.
“Tuvimos algunas fricciones, pero cuanto más leía las Escrituras y cuanto más llegaba a conocer al Salvador y a mi Padre Celestial, tanto más aumentaba mi amor hacia mi familia. Y sabía que mi familia sería bendecida si yo seguía a Jesucristo. Decidí ponerlo a Él por encima de todo lo demás, y cabe decir que las cosas entre mi familia y yo continuaron mejorando. Sé que si soy obediente al Señor, Él continuará bendiciendo a mi familia y a mí”.
—Magaly Pérez, Coahuila, México
Respetémonos el uno al otro
“Mi familia me ha enseñado que hemos de ser respetuosos los unos con los otros. Aunque no creamos en las mismas cosas, me enseñan mucho y me ayudan a llegar a ser más semejante al Salvador. Solía entristecerme el que quizás no estuviera con mi papá para siempre, pero sé que Dios ama a mi familia”.
—Anicée Dufour, Región de Provenza-Alpes-Costa Azul, Francia
Ayúdales pacientemente a entender
“Trato de ser muy minucioso al responder las preguntas e inquietudes de los miembros de mi familia en cuanto al Evangelio. Aunque demoró bastante, con el tiempo, los ayudé a ver más allá de los falsos estereotipos en los que creían y los ayudé a darse cuenta de que solo estoy tratando de ser la mejor persona que pueda ser”.
—Brian Steven King, Carolina del Norte, EE. UU.
Da el ejemplo
“Mantente fuerte; tú inspiras a quienes te rodean más de lo que te imaginas”.
—Leanna Mohlman, Utah, EE. UU.
Debes saber que no estás solo
“Cada uno de nosotros tiene una historia de conversión diferente; y aun cuando nuestras circunstancias familiares puedan ser difíciles, al continuar obedeciendo la palabra de Dios, Él nos guiará durante cada día. Me he dado cuenta de que cuando estoy con Dios, nunca estoy solo, y eso me mantiene avanzando en el camino correcto. Vale la pena todo el esfuerzo”.
—Caloy Casuyon, Negros Occidental, Filipinas
Céntrate en tus metas eternas
“Mis padres no apoyan mi religión; no obstante, sigo teniendo esperanzas de que si soy persistente y soy un buen ejemplo, se les ablandará el corazón. Sé que mi familia es importante, pero siempre mantengo los ojos puestos en mis metas eternas y en mi trayecto en la vida terrenal”.
—Kayla Gonzáles, Texas, EE. UU.
Recuerda que Cristo sabe cómo te sientes
“Mi papá y yo somos los únicos miembros activos de nuestra familia. Lo que me da esperanza es saber que Cristo también se ha sentido solo a veces. Y aunque mi familia y yo escojamos y queramos cosas diferentes, el amor entre nosotros es sencillo”.
—Merania Stanley, Nueva Gales del Sur, Australia
Profundiza tu relación con el Padre Celestial
“Cuando tu familia no te apoya o se opone a tu fe, pienso que es importante hacer las cosas que profundicen tu relación personal con el Padre Celestial. En vez de tratar de convencer a los miembros de tu familia en cuanto al Evangelio o tus razonamientos, céntrate en llegar a ser lo mejor que puedas y en crecer espiritualmente, y sé paciente. Mantente firme en tus decisiones y considérelas parte de tu progreso eterno. El corazón de las personas cambia cuando ven lo que el evangelio de Jesucristo hace por ti y la forma en que conduces tu vida”.
—Romana Morris, St. Philip, Barbados
Decide seguir adelante con Cristo
“En mi caso, solo sé que si hago lo que se supone que debo hacer y soy una luz en la vida de los demás, todo saldrá bien. No me preocupo en cuanto al camino que mi familia escoja; yo no puedo controlar sus decisiones, pero puedo controlar las mías. Y elijo seguir adelante con Cristo, aun cuando ellos no lo hagan.
“Dios nos cuida a todos, seamos miembros de Su Iglesia o no. Oro por mi familia, pongo sus nombres en la lista de oración del templo y les sirvo. Agradezco las diferencias en nuestras perspectivas, así como lo que ellos me enseñan. Estoy agradecida de tenerlos en mi vida, independientemente de nuestras diferencias”.
—Megan Johnson, Utah, EE. UU.
El Señor te guiará
Aunque a veces puede ser difícil cuando tus circunstancias familiares en el Evangelio no son lo que tú quisieras que fuesen, puedes seguir adelante con gozo y fe, sabiendo que el Señor siempre te apoyará en tus dificultades. Y no solo eso, sino que Él también puede guiarte en cuanto a cómo mostrar amor y comprensión, y a cómo ser compasivo con los seres queridos que estén en desacuerdo o tengan creencias diferentes.
El élder Quentin L. Cook, del Cuórum de los Doce Apóstoles, ha prometido que “al centrarnos en nuestro amor por el Salvador y Su expiación, al hacer de Él el centro de nuestros esfuerzos para recoger a Israel a ambos lados del velo, para ministrar a los demás y prepararnos individualmente para comparecer ante Dios, la influencia del adversario disminuirá y el gozo, el deleite y la paz del Evangelio magnificarán nuestros hogares con amor semejante al de Cristo”2.
Recuerda siempre que nunca estás solo. Puedes tener una relación significativa con tus familiares y siempre puedes escoger ser un ejemplo de lo que crees, aunque ellos no crean lo mismo. Y sobre todo, recuerda que el Salvador entiende cómo te sientes. Acude a Él, y Él siempre estará presto a brindarte paz, esperanza y guía en las circunstancias en que te halles.