“Pongan todo su ser”, Liahona, marzo de 2022.
Envejecer fielmente
Pongan todo su ser
Aunque signifique que tengan que “sacudirse a ustedes mismos”, el servicio misional para personas mayores les brindará gozo.
Unos meses después de que mi esposo y yo regresamos de servir en una misión de ayuda humanitaria, comencé a recordar. ¿Por qué nuestra misión seguía siendo tan significativa?
Cuando se nos pide que hablemos de nuestras experiencias, siento como si una cascada de bondad me inundara y la corriente me lleva de regreso al tiempo y a las cosas que compartimos con las maravillosas personas de Laos.
Recuerdo una canción divertida que solíamos cantar con ellos; se llama “The Hokey Pokey” y la última estrofa incluye la frase: “Pon todo tu ser y sacúdete a ti mismo”. Cuando cantábamos la canción, las personas se unían con alegría; se sacudían y danzaban, y luego aplaudían con felicidad.
Creo que esa canción resume los sentimientos en cuanto a nuestra misión: ponemos todo nuestro ser en la obra del Señor. Pronto supimos cuán bendecidos fuimos de unirnos a la cultura de Laos. Como misioneros de ayuda humanitaria, los ayudamos enseñándoles inglés. Conversábamos, bailábamos y las clases eran un torbellino, pero nuestra recompensa fue dulce. Descubrimos que cuanto más los amábamos, más nos amaban ellos.
La misión se convirtió en una época especial de nuestra vida que podíamos considerar como algo realmente nuestro, y dio brillo a nuestros años de vejez. Pasamos toda la vida criando a nuestros hijos, ganándonos la vida, comprando una casa y haciendo todas esas cosas que parecen muy importantes a lo largo del camino. Pero entonces llegó la jubilación y la pregunta fue: “¿Qué hacemos ahora?”.
Mi mensaje es que si desean encontrar felicidad duradera, salgan y ayuden a alguien a lo largo del camino, porque de ahí proviene el verdadero gozo: del servicio. Y la maravillosa sorpresa es que mientras están dando, también reciben en abundancia. Descubrimos que muchas de las personas de Laos no tenían muchas posesiones materiales, pero eran ricos en el gozo de vivir, el cual compartían liberalmente con nosotros y aumentaron nuestra capacidad de regocijarnos.
Por lo tanto, no tengan miedo de “poner todo su ser”, aunque signifique que tengan que “sacudirse a ustedes mismos”. Canten y bailen con otra cultura, y ustedes también descubrirán que los inundará una cascada de bondad. Ese es uno de los secretos de la labor misional humanitaria: se da y se recibe al mismo tiempo. Agradezco a mi Padre Celestial todos los días que fuimos bendecidos por ser parte de una oportunidad tan maravillosa, de difundir el espíritu del Evangelio con nuestros hermanos y hermanas de Laos.
La autora vive en Utah, EE. UU.