“Elijo escucharlo a Él”, Liahona, marzo de 2022.
Voces de los Santos de los Últimos Días: Mujeres de fe
Elijo escucharlo a Él
Cuando una hermana mencionó un pastel durante su testimonio, levanté la vista y comencé a prestar atención.
Pertenezco a la Iglesia desde que nací, así que participé en las actividades de la Primaria y los jóvenes. Disfrutaba la Primaria por las canciones y las lecciones.
Como adolescente, sin embargo, comencé a apartarme tras mudarme a un nuevo barrio. Asistía a las actividades para jóvenes casi todas las semanas, pero era retraída y no participaba mucho. No me gustaba ir a la Iglesia los domingos, pero asistía de vez en cuando. Me daba cuenta de que no estaba realmente convertida al Evangelio y sus enseñanzas. No tenía un testimonio propio.
Como de costumbre, durante una reunión de ayuno y testimonio, mi mente divagaba. No estaba escuchando atentamente el testimonio que compartían los miembros del barrio, pero decía amén al final de cada uno. Entonces una hermana subió al púlpito y empezó a dar su testimonio. Cuando mencionó un pastel, levanté la vista y comencé a prestar atención.
“Siempre hablo con el Padre Celestial, aun cuando estoy horneando un pastel”, dijo. “Ofrezco una pequeña oración para que el pastel se esponje y salga bien. Sé que Él contesta nuestras oraciones”.
No pensé mucho en ese testimonio sino hasta el día en que nuestro automóvil no arrancaba cuando necesitábamos ir a la tienda para comprar alimentos. En ese momento recordé las palabras de la hermana, y regresé a mi habitación para pedirle a Dios que nos ayudara a fin de que el auto arrancase. Me arrodillé y ofrecí una oración. Cuando terminé, tomé la llave del auto y la coloqué en el contacto. Luego llegó la respuesta a mi oración: el sonido de arranque del motor.
Gracias a esa contestación a una simple oración, pasé de estar casi a punto de alejarme a un camino que me ha ayudado a obtener un testimonio personal y convertirme plenamente al Evangelio. Las palabras de mi canción favorita de la Primaria, “Siento el amor de mi Salvador”1, llegaron a ser más que la letra de una canción; se convirtieron en sentimientos que realmente tengo.
Oro por todo ahora, y aunque la respuesta o el momento en que llega no siempre son lo que deseo, aún así elijo escucharlo a Él, recordando las palabras de Nefi: “Mas he aquí, os digo que debéis orar siempre, y no desmayar” (2 Nefi 32:9).