“Vayamos al templo”, Liahona, marzo de 2022.
Voces de los Santos de los Últimos Días: Mujeres de fe
Vayamos al templo
Cuando oré para saber cómo podía ayudar a mi suegra, pensé en el templo.
Durante la pandemia de COVID-19, el Templo de Bogotá, Colombia, cerró. Debido a que ya no podía asistir, a veces caminaba mentalmente por el templo, recordando el servicio que había prestado allí como obrera del templo.
Mi suegra enfermó gravemente poco tiempo después de que la cuarentena por el COVID-19 comenzara en Colombia. Cuando oré para saber cómo podía ayudarla, pensé en el templo.
Al pensar en el templo, el Espíritu Santo me inspiró a que le preguntara a mi suegra si le gustaría visitar mentalmente conmigo “uno de los lugares más hermosos del mundo”.
Con una voz débil, ella respondió: “Sí”.
Imaginamos que comenzamos en su casa en Medellín, viajamos a mi casa en Bogotá y luego llegamos al templo. Imaginamos que entrábamos y servíamos en el templo. Imaginamos que nos sentábamos juntas en el salón celestial y ofrecíamos una oración de gratitud al Señor.
Luego rogamos al Padre Celestial que, según Su voluntad, mi suegra recuperara su salud y con el tiempo pudiese regresar físicamente al templo. Fue una experiencia especial y solemne que la fortaleció y le dio ánimo.
Uno de los relatos sobre el Salvador que más me conmueve sucedió en la ciudad de Capernaúm. Ese relato nos enseña que el Señor puede bendecir y sanar a los demás por medio de familiares y amigos.
Cuando los del pueblo de Capernaúm supieron que Jesús estaba en una casa, llevaron ante Él a un hombre paralítico.
“Y como no podían acercarse a él a causa del gentío, destaparon el techo de donde él estaba y, haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico”.
Cuando Jesús vio la fe de ellos, dijo al hombre: “¡Levántate!, y toma tu lecho y vete a tu casa” (véase Marcos 2:1–11).
Como el paralítico, mi suegra fue sanada por el poder del Salvador mediante una bendición del sacerdocio y por medio de su fe y la de sus familiares y amigos.
En estos tiempos inciertos, sé que podemos recibir guía para fortalecer y alentar a los necesitados. Si acudimos al Padre Celestial y siempre los recordamos a Él y a Su Hijo, podemos obtener paz, esperanza y sanación.