2022
Ser testigos de Su liberación
Abril de 2022


“Ser testigos de Su liberación”, Liahona, abril de 2022.

Principios de ministración

Ser testigos de Su liberación

El Salvador ha demostrado que está dispuesto a librar a Su pueblo de maneras tan grandiosas como sencillas.

Una mujer con mascarilla protectora que apoya a una amiga enferma de COVID-19

Cuando Lourdes Cutti de Álvarez, de Uruguay, se enteró de que tenía dos tumores cerebrales, le dijo a su amiga Marcela Suárez Albano que iba a ser hospitalizada para someterse a una operación quirúrgica y que requeriría un largo tratamiento después de la operación. Le preocupaba cómo su familia de cuatro hijos afrontaría esa situación tan estresante.

Marcela se sentó con Rocío, su hija de dieciséis años, a pensar en maneras en que podrían ministrar a Lourdes. Poco antes, Marcela también había estado ingresada en el hospital. Recordaba el sentimiento de soledad y el efecto que tuvo el hecho de que Lourdes y las hermanas de su barrio fueran a visitarla. Así que Marcela y Rocío ayudaron a organizar un grupo de mensajes de texto por teléfono con las hermanas del barrio. Eso les permitió programar fácilmente comidas para la familia. La carga de Lourdes se aliviaría si alguien se encargaba de las cenas. Las hermanas también le enviaron diariamente un pasaje de las Escrituras o un mensaje para fortalecer su espíritu y demostrar su amor por ella.

Ana Clara, la hija de Lourdes, comentó: “Fue difícil no tener a mamá en casa, pero el Padre Celestial nos envió ayuda a mi familia y a mí. Fue una gran demostración de Su amor. Lo que Marcela hizo para unir a los miembros del barrio para ayudarnos fue asombroso. Cada vez que veíamos venir a otra familia, sentíamos el amor puro de Cristo por medio de ellos. Compartieron palabras de aliento, rieron con nosotros y nos ayudaron a fortalecernos. Sin duda, nuestro Padre Celestial estuvo con nosotros en todo momento. Pudimos sentirlo por medio de las sonrisas que vimos en los rostros de aquellos que vinieron a ayudarnos”.

Un año después, Marcela tuvo que ser hospitalizada debido a un problema coronario. Lourdes y Ana Clara recordaron cómo el Señor las había consolado y fortalecido por medio de Marcela y Rocío, y estaban deseando poder demostrar su amor y gratitud en esos momentos.

Dios nos invita a ayudar a librar a los demás

El Señor está dispuesto a visitar a Su pueblo en sus aflicciones (véase Mosíah 24:14). Él nos da oportunidades de participar en la liberación de Sus hijos necesitados; así lo demuestra muchas veces en el libro de Éxodo. El Señor, por medio de Moisés, ayudó a los israelitas a librarse del cautiverio en Egipto y a sobrevivir en el desierto (véase Éxodo 12–16). Moisés tuvo que tener fe para extender su mano, pero fue el Señor quien “hizo […] que el mar se retirase” (Éxodo 14:21).

Principios a tener en cuenta

Al considerar sus oportunidades y asignaciones para ministrar a otras personas, piense en los principios que se ilustran en estos relatos:

  • Si actuamos con fe para ayudar a otras personas, como Marcela y Moisés, el Señor puede mostrar Su poder en la vida de esas personas.

  • Tender la mano a un amigo necesitado no tiene por qué ser un gesto grandioso (véase Alma 37:6). Una comida caliente o incluso un sencillo mensaje de texto pueden ayudar a la persona a sentirse amada y atendida.

  • Los jóvenes hermanos y hermanas ministrantes pueden ayudar a librar de las preocupaciones y el sufrimiento a las personas de su entorno. No se olvide de incluirlos cuando piense en maneras de ayudar.

  • Cuando compartimos la forma en que el Señor nos ha librado en nuestra vida personal, somos testigos de Su amor y Su disposición a salvar a Su pueblo (véase Mosíah 24:13–14). Busque maneras naturales de compartir en conversaciones, las redes sociales o mensajes de texto.

  • No tenemos que esperar a que el Señor nos dé indicaciones; si queremos ayudar, podemos ser el medio para hacer mucho bien (véanse Doctrina y Convenios 11:8; 58:27–28).

¿Qué podemos hacer nosotros?

El Salvador ha demostrado, una y otra vez, Su disposición a salvar a Su pueblo del convenio del sufrimiento físico y espiritual, de maneras tan asombrosas como sencillas. Él lo hace para que podamos ser testigos ante otras personas. ¿Cómo puede compartir lo que Él ha hecho por usted?