Voces de los Santos
Encontré la luz que necesitaba
Ven, sígueme se convirtió en una gran herramienta y un pilar fuerte para fortalecer mi fe. Me ayudó a encontrar las respuestas a mis necesidades espirituales.
Cuando llegué a vivir a la capital hace un año, en el mes de agosto de 2021, conocí La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. En esos días pasaba por una situación única; tenía pocos meses de haberme cambiado de ciudad, no tenía familia y estaba sin amistades. Esa situación me sumergió en una profunda depresión, la cual me bloqueó en muchos sentidos, no rendía en mi trabajo, ni en el aprendizaje continuo de medicina.
El Padre Celestial mandó ayuda
Decidí orar a nuestro Padre Celestial para tener fortaleza y Su guía. Tiempo después conocí a los misioneros, los élderes León, Sánchez y Ruano. Me enseñaron cómo esta familia espiritual, guiada por Jesucristo, era lo que necesitaba. Durante el proceso de aprender más de las Escrituras, sentí el amor de nuestro Padre Celestial al recibir el testimonio de que estaba en el lugar indicado. Mi primera oración fue muy conmovedora, pude sentir cómo el Espíritu Santo me cubría con su manto. Supe que mi oración fue contestada.
Sin dudarlo, al poco tiempo fui bautizado. El programa Ven, sígueme se convirtió en una gran herramienta y un pilar fuerte para fortalecer mi fe. Me ayudó a encontrar las respuestas a mis necesidades espirituales y también a entender, mediante la Biblia y el Libro de Mormón. Aprendí que la Iglesia es verdadera y que como dice en el libro de Juan: “Os es necesario nacer de nuevo”1. Nacer en Cristo para vivir por Cristo. Ahora soy más feliz.
Ven, sígueme nos ayuda a fortalecernos unos a otros
Los siervos del pasado, como Abraham, con su ejemplo me han enseñado que debo tener siempre confianza en mi Padre Celestial para mantener viva mi fe. He aprendido a pedir día a día Su guía y la fortaleza para perseverar hasta el fin y mantenerme digno. Él nos dará la fuerza necesaria para afrontar las tribulaciones. Comparto mi testimonio con las familias que visito para que juntos nos fortalezcamos y así cumplir con nuestros convenios al vivir el Evangelio. Me esfuerzo por cuidar de los necesitados, invitar a otros a recibir el Evangelio y unir a las familias por la eternidad. Testifico de la veracidad, el poder y el amor que nuestro Padre Celestial tiene para nosotros; esta es la Iglesia verdadera.