El Nuevo Testamento en contexto
Cristianos en Corinto
El entorno cultural de Corinto nos ayuda a entender algunos de los consejos de Pablo que pueden parecer problemáticos para los lectores modernos1.
Corinto, en el siglo I, era la próspera capital económica y política de la provincia romana de Acaya. Además de a los ciudadanos romanos, atraía a griegos, sirios y judíos. Las filosofías griegas de las escuelas platónica, estoica y cínica parecen haber influido en algunos corintios instruidos, entre ellos algunos cristianos, en asuntos espirituales, físicos y sociales.
La predicación de Pablo atrajo al menos a algunos corintios ricos e influyentes, así como a muchos conversos con menos instrucción o participación cultural. Esas diferencias son parte de lo que llevó a la división y a las contiendas dentro de la Iglesia en Corinto.
¿Sabiduría especial?
Las clases instruidas de Corinto se basaban en varias tradiciones filosóficas para llegar a la conclusión de que tenían una sabiduría o conocimiento especial. Creían que su conocimiento especial les proporcionaba una nueva existencia espiritual en esta vida. Esa idea los llevó a negar la importancia del cuerpo y a considerar que estaban por encima de la ley y que eran libres de actuar como desearan. Algunos cristianos aplicaron esas ideas a su conversión al cristianismo, lo cual provocó una rebelión intencional y mala conducta moral.
Pablo refutó la errónea afirmación de ellos de que “[t]odas las cosas me son lícitas” (1 Corintios 6:12) y argumentó que los cristianos debían practicar la disciplina y la pureza: “[G]lorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu” (véase 1 Corintios 6:12–20).
El arreglo personal
Los judíos, los griegos y los romanos de Corinto tenían diferentes convenciones en cuanto al largo del cabello de hombres y mujeres y a la manera de cubrirse la cabeza, particularmente durante la adoración. La expectativa general en todas las culturas era que las mujeres casadas se cubrieran la cabeza. Por otro lado, los hombres judíos, griegos y romanos tenían diferentes expectativas en cuanto a cubrirse la cabeza, especialmente mientras oraban.
Esas expectativas culturales fueron claramente un factor en el consejo de Pablo que se encuentra en 1 Corintios 11, pero puede que haya habido otro problema: el comportamiento de la selecta minoría cristiana que desobedecía las costumbres sociales, tanto paganas como cristianas. En un ambiente en el que algunos cristianos de Corinto parecen haber ido en contra de las normas convencionales debido al orgullo, Pablo aconsejó la modestia y el decoro en armonía con las expectativas culturales de Corinto.
El matrimonio y el celibato
El consejo de Pablo sobre el matrimonio y el celibato incluye algunos pasajes aparentemente problemáticos para nosotros en la actualidad, pero tienen más sentido en el contexto de una visión del mundo que restaba importancia al cuerpo.
En Corinto, algunos creían que solo la abnegación extrema complacería a Dios. Su visión negativa del matrimonio, entre otras cosas, llevó a Pablo a tratar el tema del matrimonio (véase 1 Corintios 7:1–7) y a aconsejar a los solteros, a las viudas, a los que estaban pensando en divorciarse y a los que estaban casados con no creyentes (véase 1 Corintios 7:8–9, 39–40, 10–16). Ese consejo se puede resumir así: “Permanezcan castos fuera del matrimonio y mantengan la debida intimidad dentro del matrimonio”.
Pablo aconseja a los que están casados que permanezcan casados, aun cuando haya dificultades. Aconseja a los cristianos casados con no creyentes a permanecer casados “porque el marido no creyente es santificado por la esposa, y la esposa no creyente, por el marido” (1 Corintios 7:14).
El consejo de Pablo a los que aún no se han casado se ofrece como opinión, no como doctrina (véase 1 Corintios 7:7–9, 39–40). Desea que todos los hombres fueran como él y aconseja a “los solteros y a las viudas […] quedarse como yo”. Aunque es de suponer que eso significaba mantener la debida intimidad dentro del matrimonio y la castidad fuera de él2, es posible que este consejo solo se aplicara a aquellos que habían perdido cónyuges por fallecimiento, ya fueran varones o mujeres3.
No obstante, su consejo es el mismo: “Pero si carecen de dominio propio [autocontrol], cásense; que mejor es casarse que quemarse [lo que aquí puede significar ‘arder con pasión’]”. José Smith lo declaró: “Y si no [pueden] quedarse [sin casar], cásense; que mejor es casarse antes que alguien cometa pecado” (Traducción de José Smith, 1 Corintios 7:9, en 1 Corintios 7:9, nota a al pie de página).
Unidad en Jesucristo
El entorno cultural e histórico de Corinto nos ayuda a entender mejor los consejos de Pablo sobre la vestimenta, el arreglo personal, el matrimonio y el celibato. Alentó la moderación y el evitar los extremos en la conducta o la apariencia. Cuando los miembros de la congregación afirmaron que su sabiduría especial permitía actos de rebeldía, Pablo enseñó claramente que “vuestra fe no [debe] est[ar] fundada en la sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios” (1 Corintios 2:5). En la actualidad, nuestra fe también debe centrarse en Jesucristo, no en las pretensiones especiales de conocimiento o sabiduría de nuestras culturas actuales. Entonces podremos ser uno.