Mi tatarabuela quería que yo encontrara a su otro hijito
Hace unos años, tuve que enfrentar el Día de la Madre cuando hacía solo cuatro meses que había fallecido uno de mis hijos. Recuerdo que esa situación me hirió profundamente. Sin embargo, otro aspecto de ese día, me sorprendió y enterneció mi corazón.
Desde que me había levantado, tenía el nombre de una de mis tatarabuelas en la mente. Era Isidora Rodríguez de Arigós, nacida en 1822, y casada con Ramón Arigós en 1841. Juntos tuvieron catorce hijos y habían pasado por la pérdida de dos de ellos. Yo podía imaginar y comprender su dolor. Isidora murió a los cuarenta y cinco años, cuando su hijo menor tenía cuatro meses de vida, dejando huérfanos también a Juan, de nueve años; Guillermo, de seis; Enrique, de cuatro; y María Vicenta, de tres.
No entendía por qué su nombre no se iba de mi mente, la obra por ella y sus hijos ya estaba hecha. Volví a verificar la información en mi árbol genealógico. Llegó el lunes y su nombre seguía en mi cabeza. Me puse a trabajar y a repasar toda la información de ella y su familia. Pasaron las horas y finalmente entendí: había un hijo más, además de los catorce, y ¡yo lo había encontrado! Se llamaba Ramón y había fallecido de viruela en 1854.
Sentí fuertemente que mi tatarabuela quería que yo encontrara a su otro hijito justo ese día, el Día de la Madre, cuando yo sufría por estar separada de uno de mis hijos, sintiendo el dolor agudo de la ausencia. Qué manera especial de sentirme cerca de ella y de tener su apoyo. Aunque en el árbol había puesto a sus catorce hijos, faltaba uno. Para una mamá el gozo no es completo si falta uno. No lo era para ella ni para mí que tenía a mis seis hijos, pero me faltaba el séptimo.
Una vez que agregué a Ramón al resto de la familia, mi mente se tranquilizó y su nombre se fue de mi cabeza. Sé que nuestros antepasados saben de nosotros, ellos siguen vivos y pueden ser como ángeles para nosotros. Sé que el recogimiento se está llevando a cabo a ambos lados del velo y sé que la Historia Familiar es una obra que nos bendice muchísimo y nos ayuda a completar nuestra identidad familiar.