Voces de los miembros
Dar el primer paso hacia lazos eternos
La hermana Sandra Rone, de la Rama Hatillo, Estaca San Cristóbal, República Dominicana, fue bautizada como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días cuando era una joven adulta soltera. Después de su conversión, continuó viviendo con sus padres y prosiguió sus estudios. Sandra compartía sus creencias con sus padres, pero ellos no estaban interesados. A pesar de su falta de interés, Sandra continuó con una fe inquebrantable y dedicación al Evangelio. Más tarde formó su propia familia, pero mantuvo una estrecha relación con sus padres. Continuó enseñándoles por medio del ejemplo, viviendo su vida dedicada al Salvador y enseñándoles principios a través de conversaciones familiares.
Con el tiempo, la madre de Sandra murió y su padre, Manuel Antonio Rone Puello, de ochenta y cinco años, se quedó sin su esposa; el único amor de su vida. Se sentía solo y la extrañaba mucho. A partir de ese momento, Sandra le enseñó que volver a estar con su esposa era posible por medio de las ordenanzas de sellamiento en el templo.
Manuel preguntó: “¿Cómo es eso? Explícame más”. Sandra le enseñó que, por medio de las ordenanzas del templo, las relaciones familiares y de matrimonio no terminan cuando morimos. Si Manuel se sellaba a su esposa en el templo, podría estar con ella después de que él falleciera en esta vida. Además, le explicó que, para recibir esas bendiciones, primero debía ser bautizado.
Manuel respondió: “Yo quiero eso. Me gustaría bautizarme. Quiero estar con mi esposa”. Después de veinte años de que el ejemplo de su hija le enseñara y mostrara el Evangelio de Jesucristo, Manuel fue bautizado.
En D. y C. 132:19 leemos:
“Y además, de cierto te digo, si un hombre se casa con una mujer por mi palabra, la cual es mi ley, y por el nuevo y sempiterno convenio, y les es sellado por el Santo Espíritu de la promesa, por conducto del que es ungido, a quien he otorgado este poder y las llaves de este sacerdocio […], entonces se escribirá en el Libro de la Vida del Cordero […] y si cumplen mi convenio […] les será cumplido en todo cuanto mi siervo haya declarado sobre ellos, por el tiempo y por toda la eternidad”.
Aprender el plan de Dios nos ayuda a entender que podemos vivir como familias para siempre al hacer y honrar convenios sagrados. Por medio de los convenios y las promesas de Dios, podemos hallar amor y esperanza en nuestra familia y vivir con ella eternamente, brindándonos tranquilidad en el conocimiento de Su plan.