Abuso o maltrato
¿Puedo sanarme de esto?


“¿Puedo sanarme de esto?”, Ayuda para las víctimas, 2018.

“¿Puedo sanarme de esto?”, Ayuda para las víctimas.

¿Puedo sanarme de esto?

La sanación es posible. Puede sanar de cualquier forma de abuso o maltrato con la ayuda del Salvador a través de Su Expiación.

Cuando le han hecho daño, la idea de que el dolor con el que carga pueda reemplazarse por paz es casi imposible de creer. Sus heridas pueden pasar desapercibidas y no ser reconocidas durante años. Es posible que otros no sepan de su dolor porque lo enmascara al sonreír y vivir como si nada estuviera mal.

Durante el encarcelamiento del profeta José Smith en la cárcel de Liberty, él escribió una epístola a la Iglesia, que incluía el “deber de los santos con relación a sus perseguidores” (véase Doctrina y Convenios 123, encabezado de la sección). En la epístola, no les dijo a los santos que habían padecido persecución y lesiones físicas que guardaran el dolor para sus adentros e hiciesen como si nada hubiera pasado. Más bien les instruyó para que reunieran los relatos de su sufrimiento y los presentaran a las autoridades.

Del mismo modo, no es necesario que usted se oculte o pretenda que no sucedió nada. Puede que se sienta desamparado, indefenso, confundido, abandonado o aislado. Sea lo que sea que piense o sienta, debe saber que es de valor infinito y que es un ser amado (véase Doctrina y Convenios 18:10).

El proceso de sanación

La sanación ayudará a reducir su dolor. Es un proceso que lleva tiempo, pero es posible completarla con la ayuda del Salvador Jesucristo, gracias al sacrificio expiatorio que efectuó a nuestro favor.

El proceso de sanación incluye los siguientes pasos:

  • El reconocimiento y sufrimiento por lo perdido

  • Compartir su carga con los demás

  • Reconocer el impacto del abuso sufrido en su vida y buscar ayuda profesional si fuera necesario

  • Entender que la experiencia abusiva padecida no le define

  • Confiar en la capacidad de Dios para sanarle

Pregúntese lo siguiente mientras trabaja en este proceso:

  • ¿En qué manera ha impactado el abuso mi vida?

  • ¿Dónde me encuentro en el proceso de sanación?

  • ¿Qué puede ayudarme a seguir adelante?

Comparemos el proceso de sanación emocional con el de atender y tratar las lesiones físicas. Supongamos que cuando era joven, usted se rompió una pierna. En vez de ir al médico para colocar el hueso en su lugar, estuvo cojeando hasta que el dolor intenso se fue, pero quedó un leve dolor que notaba con cada paso que daba. Años después, quiere que el dolor desaparezca, así que acude al médico. El médico debe volver a colocar el hueso, eliminar cualquier calcificación adicional que se haya producido, ponerle una férula, enyesar y enviarle a rehabilitación para fortalecer la pierna.

El proceso de sanación del abuso es similar en el hecho de que la víctima debe reconocer primeramente que el dolor es real y que puede hacerse algo al respecto. El proceso implica admitir lo que sucedió y permitir que los sentimientos de sentirse herido, temeroso y triste se reconozcan y se den por válidos. A menudo es de provecho tratar con un terapeuta profesional experimentado en este proceso de sanación. (Consulte a su obispo a fin de saber qué recursos de Servicios para la Familia están disponibles en su zona).

A medida que trabaje en el proceso de sanación, sus recuerdos del abuso tal vez permanezcan; sin embargo, la intensidad de las emociones y el impacto negativo que estas experiencias han tenido en su vida irán disminuyendo y pueden llegar a ser casi inexistentes.

Ya sea que tenga o no acceso a ayuda profesional, le ayudará orar, estudiar la vida del Salvador y Su Expiación, obtener el apoyo de otras personas y buscar la ayuda espiritual de un líder de la Iglesia (véase “¿A dónde puedo acudir para recibir ayuda?”). Los líderes de la Iglesia pueden ayudarle a aliviar su carga, y pueden recibir inspiración para ayudarlo a comprender su valor divino y su relación con su Padre Celestial y el Salvador.

El élder Richard G. Scott, del Cuórum de los Doce Apóstoles, declaró: “Testifico solemnemente que tú no eres responsable ni debes sentirte culpable por los actos ajenos de violencia, perversión o incesto, contrarios a tu voluntad, que te hieren profundamente. Puede que hayas sido herido por el abuso, pero esas heridas no tienen por qué ser permanentes […].

“Comprende que el sanar puede llevarte mucho tiempo. Generalmente, la recuperación se hace en etapas y se acelera expresando gratitud al Señor por la más mínima mejoría que se note” (véase “Cómo sanar las trágicas heridas del abuso”, Liahona, julio de 1992, págs. 36, 37).

Perdonar

A medida que avance en el proceso de sanación podrá, con la ayuda del Señor, desarrollar la capacidad de perdonar a quienes le hayan hecho daño.

Parte del proceso de sanación consiste en llegar a un punto en el que sea capaz de dejar de lado todo lo que tenga que ver con que si el agresor tendrá que rendir cuentas por sus acciones. Ya sea que esa persona termine o no teniendo que responder ante la justicia o las autoridades civiles, todo agresor algún día tendrá que presentarse y responder ante Dios (Doctrina y Convenios 137:9).

Independientemente de cuándo o cómo el agresor tenga que enfrentarse a las consecuencias de sus actos, puede estar seguro de que cuando alguien “ejerc[e] mando, dominio o compulsión sobre las almas de los hijos de los hombres, en cualquier grado de injusticia, he aquí, los cielos se retiran, el Espíritu del Señor es ofendido” (Doctrina y Convenios 121:37; cursiva añadida). Véase “¿Es posible perdonar?” para obtener más ayuda.

Recursos comunitarios y de la Iglesia

(La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no ha creado, ni mantiene ni controla algunos de los recursos que se enumeran a continuación. Si bien estos materiales están destinados a servir como recursos adicionales, la Iglesia no respalda ningún contenido que no esté de acuerdo con sus doctrinas y enseñanzas. Puede que algunos de estos recursos estén solo en inglés).

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