Hijos procreados como espíritus por padres celestiales

Dios no solo es nuestro Gobernante y Creador, sino que es también nuestro Padre Celestial. Todos los hombres y las mujeres son literalmente hijos e hijas de Dios. Debido a que Dios es el Padre de nuestro espíritu, hemos heredado el potencial de desarrollar Sus cualidades divinas.

Reseña

Dios no solo es nuestro Gobernante y Creador, sino que es también nuestro Padre Celestial. Todos los hombres y las mujeres son literalmente hijos e hijas de Dios. “[E]l hombre, como espíritu, fue engendrado por padres celestiales, nació de ellos y se crio hasta la madurez en las mansiones eternas del Padre antes de venir a la tierra en un cuerpo [físico] temporal” (véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Joseph F. Smith, 2000, pág. 360).

Cada persona que ha nacido en la tierra es nuestro hermano o hermana en espíritu. Debido a que Dios es el Padre de nuestro espíritu, hemos heredado el potencial de desarrollar Sus cualidades divinas. Por medio de la expiación de Jesucristo, podemos llegar a ser como nuestro Padre Celestial y recibir una plenitud de gozo.

No todos éramos iguales en el cielo. Por ejemplo, sabemos que éramos hijos e hijas de padres celestiales: hombres y mujeres. Teníamos diferentes talentos y habilidades, y fuimos llamados a efectuar distintas tareas sobre la tierra.

Un velo cubre nuestros recuerdos de la vida preterrenal, pero nuestro Padre Celestial sabe quiénes somos y lo que hicimos antes de venir aquí. Él ha elegido el momento y el lugar en el que cada uno de nosotros debe nacer para aprender las lecciones que necesitaremos en forma individual y para sacar el mayor provecho de nuestros talentos y nuestra personalidad.

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