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Concilio de los cielos


Estatua del Christus frente a un mural del universo

Estudio doctrinal

Concilio de los cielos

Reseña

En la vida preterrenal, nuestro Padre Celestial convocó un Gran Concilio con el fin de presentarnos Su plan para nuestro progreso (véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, págs. 220, 544–545). En él aprendimos que si seguíamos ese plan, podríamos llegar a ser como Dios; resucitaríamos; tendríamos todo poder en los cielos y en la tierra; llegaríamos a ser padres y madres celestiales, y tendríamos hijos procreados en espíritu, tal como Él (véase Doctrina y Convenios 132:19–20).

Se nos dijo que Él nos proporcionaría una tierra en la cual seríamos probados (véase Abraham 3:24–26). Un velo nos cubriría la memoria y olvidaríamos todo acerca de nuestro hogar celestial. Aquello era necesario a fin de que pudiésemos ejercer el albedrío para escoger lo bueno o lo malo, sin la influencia del recuerdo de haber vivido con nuestro Padre Celestial. Nuestro Padre Celestial nos ayudaría a reconocer la verdad cuando la escucháramos de nuevo sobre la tierra (véase Juan 18:37).

En el Gran Concilio también se nos dijo el propósito de nuestro progreso: obtener una plenitud de gozo. No obstante, se nos dijo, además, que algunos serían engañados, escogerían otros caminos y se apartarían de la senda. Nos enteramos de que todos tendríamos que pasar por pruebas durante la vida: enfermedades, desilusiones, penas, dolor y muerte; pero también comprendimos que serían para nuestro bien y nos servirían de experiencia (véase Doctrina y Convenios 122:7). Si lo permitíamos, tales pruebas nos purificarían en vez de derrotarnos (véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Spencer W. Kimball, 2006, págs. 16–18).

En el concilio, aprendimos además que debido a nuestra debilidad, todos nosotros pecaríamos, a excepción de los niños pequeños (véase Doctrina y Convenios 29:46–47); que se nos proporcionaría un Salvador para que pudiéramos vencer nuestros pecados y la muerte por medio de la resurrección. Aprendimos que si depositábamos nuestra fe en Él, obedecíamos Su palabra y emulábamos Su ejemplo, seríamos exaltados y llegaríamos a ser semejantes a nuestro Padre Celestial, y recibiríamos una plenitud de gozo.

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Revistas de la Iglesia

 

“Jesucristo es la figura central del plan de nuestro Padre Celestial”, Liahona, febrero de 2010

“La plenitud del Evangelio: La vida antes del nacimiento”, Liahona, febrero de 2006

“Tiempo para compartir: Sé el plan de Dios”, Liahona, junio de 2003

   

“El hogar y la familia: unidad divina y eterna”, Liahona, julio de 1984

“El gran concilio de los cielos”, Liahona, abril de 1984

Manuales de estudio