Ser padres

Reseña

En “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, los líderes de la Iglesia han declarado: “Los padres tienen el deber sagrado de criar a sus hijos con amor y rectitud, de proveer para sus necesidades físicas y espirituales, y de enseñarles a amarse y a servirse el uno al otro, a observar los mandamientos de Dios y a ser ciudadanos respetuosos de la ley dondequiera que vivan”.

La buena crianza de los hijos, aunque en ocasiones pueda ser muy difícil, tiene un gran potencial para lograr la felicidad. Los padres pueden sentir un gozo inconmensurable al edificar un ambiente sólido y amoroso en su hogar y enseñar principios del Evangelio que ayudarán a sus hijos a llevar una vida recta, feliz y productiva (véase 3 Juan 1:4).

El Señor ha mandado a los padres “criar a [sus] hijos en la luz y la verdad” (Doctrina y Convenios 93:40), lo cual incluye que les enseñen a comprender las doctrinas de la fe en Jesucristo, del arrepentimiento, del bautismo y del don del Espíritu Santo (véase Doctrina y Convenios 68:25), así como a amar al Padre Celestial y a Jesucristo. Tal enseñanza debe ocurrir principalmente en el hogar, y las clases y los programas de la Iglesia han de complementar y apoyar la labor de los padres.

Los padres pueden enseñar a los hijos de modo formal en las noches de hogar y otras reuniones familiares, tales como en la oración familiar y en el estudio de las Escrituras diarios, o durante las comidas. Las oportunidades de enseñar también se dan espontáneamente, cuando los padres y los hijos pasan tiempo juntos trabajando y jugando. Sea cual sea el entorno, el Señor guiará a los padres conforme procuren —con espíritu de oración— criar a sus hijos con amor y rectitud.

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