Modestia
La modestia es una actitud de humildad y decencia en la forma de vestir, en tu arreglo personal y en el lenguaje y la conducta. Si eres recatado(a), no tratarás de atraer atención indebida hacia ti mismo(a), sino que tu deseo será “[glorificar]… a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu” (1 Corintios 6:20; véase también el vers. 19).
Si no estás seguro(a) de que tu forma de vestir o tu arreglo personal sea modesto, pregúntate: “¿Me sentiría a gusto con mi apariencia si estuviera en la presencia del Señor?”. Podrías hacerte una pregunta similar acerca de tu lenguaje y de tu conducta: “¿Diría yo esas palabras o participaría en esas actividades si el Señor estuviera presente?”. Las respuestas honestas a esas preguntas te motivarán a hacer cambios importantes en tu vida. La información que aparece a continuación te ayudará en los esfuerzos que hagas por ser modesto(a).
Vestimenta y arreglo personal
Los profetas siempre nos han aconsejado vestir con modestia. Dicho consejo está fundado en el concepto verdadero de que el cuerpo humano es una sagrada creación de Dios. Debes respetar tu cuerpo como un don de Dios. Por tu vestimenta y tu apariencia, puedes demostrarle al Señor que sabes lo preciado que es tu cuerpo.
La ropa que llevas expresa quién eres; comunica a los demás la clase de persona que eres e influye en la forma en que tú y otras personas se comporten. Cuando estés bien arreglado(a) y vestido(a) con modestia, podrás invitar la compañía del Espíritu y ejercer una buena influencia en las personas que te rodean.
Para cumplir el mandamiento de ser modesto(a), es fundamental comprender el sagrado poder de la procreación, o sea, la facultad de traer hijos al mundo. Dicho poder sólo debe usarse entre esposo y esposa. La ropa atrevida y sexualmente sugestiva, que incluye los “shorts” y las faldas sumamente cortos, las prendas ajustadas y las blusas o camisas que no cubren el estómago pueden estimular deseos y acciones que violen la ley de castidad del Señor.
Además de no usar ropa atrevida, debes evitar los extremos en la forma de vestir, en tu apariencia y en el estilo de tu cabello. En la vestimenta, el aseo personal y los modales, siempre se pulcro(a) y limpio(a); nunca seas descuidado(a) ni vistas de manera demasiado informal cuando no sea apropiado hacerlo. Nunca te desfigures con tatuajes ni con perforaciones en ninguna parte del cuerpo. Si eres mujer y deseas perforarte las orejas, usa un solo par de aretes (pendientes, zarcillos, aros) sencillos.
Mantén altas normas de modestia para todas las ocasiones. Nunca rebajes tus normas para atraer la atención a tu cuerpo ni para tener la aprobación de otras personas. Los verdaderos discípulos de Jesucristo mantienen la norma del Señor sea cual sea la moda actual o la presión que ejerzan otras personas.
Lenguaje y comportamiento
De la misma manera que la vestimenta y el arreglo personal, tu lenguaje y tu conducta también expresan tu carácter. Tus palabras y tus acciones pueden tener una profunda influencia en ti y en otras personas. Exprésate con lenguaje limpio y positivo que eleve el espíritu y con hechos que den felicidad a las personas que te rodeen. A cambio de tus esfuerzos por ser recatado(a) tanto en palabras como en hechos, recibirás mayor guía y mayor consuelo del Espíritu Santo.
Evita el lenguaje indecente y el uso casual e irreverente del nombre del Señor, que son prácticas tan comunes en el mundo. Resiste cualquier tentación de participar en cualquier conducta extrema o inapropiada. La naturaleza irreverente de esa clase de lenguaje y de ese tipo de conducta dañará tu habilidad de recibir la apacible inspiración del Espíritu Santo.