“Halla tu fortaleza en Jesucristo”, Para la Fortaleza de la Juventud, marzo de 2024.
Halla Su fortaleza
Halla tu fortaleza en Jesucristo
Jesucristo es la fortaleza de la juventud, de cada joven de la tierra, ¡y eso indudablemente te incluye a ti!
Me complace presentar este ejemplar especial de la revista Para la Fortaleza de la Juventud. Los artículos, las actividades y los relatos de jóvenes de todo el mundo te ayudarán a fortalecer tu testimonio de una verdad profunda y eternamente significativa que ha expresado la Primera Presidencia. De Jesucristo, declaran enfáticamente: “Él es la ‘fortaleza de la juventud’”1. Eso significa que Jesucristo es tu fortaleza. Ruego que aceptes esa verdad con gozo en este momento crucial de tu vida, ahora y para siempre.
Todos necesitan fortaleza en Cristo
No estás aquí por azar ni por error. Escogiste venir a la tierra a aprender, crecer, hacer cosas extraordinarias y llegar a ser más como tu Padre Celestial. En esta travesía, afrontarás momentos de adversidad, pruebas personales, desánimo y desilusión, que pueden parecer abrumadores. Tal vez te sientas atrapado en esas situaciones ahora mismo.
Durante tales momentos, recuerda que tu Padre Celestial te ama; siempre lo ha hecho y siempre lo hará. Debido a Su amor infinito y perfecto, envió a Su Hijo, Jesucristo, para fortalecerte y ayudarte a seguir adelante. Y Jesús vino, porque Él también te ama profundamente.
Lamentablemente, algunas personas no reconocen la necesidad que tienen de un Salvador. No entienden que, como todas las personas, cometerán errores que no podrán arreglar, experimentarán pérdidas que no podrán recuperar, y afrontarán problemas y tragedias que no podrán sobrellevar por sí solas. Tampoco pueden vencer el pecado y la muerte por sí mismas; eso significa que ellas —y todas las personas— necesitan la Expiación de Jesucristo, con la fortaleza que esta puede brindar.
Quizás pienses: “Está bien, élder Holland, pero ¿cómo puedo hacer de Jesucristo mi fortaleza?”. Para ayudarte a responder esa pregunta, permíteme compartir tan solo algunas de las incontables maneras en que Jesucristo te fortalece cada día.
Él tiene el poder de fortalecerte
En Su última noche en la vida terrenal, Jesucristo entró al Jardín de Getsemaní. Allí se arrodilló entre los olivos y comenzó a tomar sobre sí los pecados del mundo. Ese gran e infinito padecimiento “hizo que [Él] […], el mayor de todos, temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro” (Doctrina y Convenios 19:18).
Después, Jesús fue llevado al Calvario y crucificado. Allí completó Su sacrificio expiatorio. Dio voluntariamente Su vida y luego se levantó triunfante de la muerte. En esta época de Pascua de Resurrección, me regocijo en declarar que Jesucristo vive. También declaro que Él no solo quitó la carga del pecado, sino que, mientras lo hacía, también “sufri[ó] dolores, aflicciones y tentaciones de todas clases” (Alma 7:11; cursiva agregada).
El Salvador sintió cada pena y dolor, y sobrellevó, de manera personal, toda la angustia y los padecimientos experimentados por ti, por mí y por cada alma que haya vivido o vivirá. Gracias a lo que Él aguantó física, mental y espiritualmente por ti, sabe cómo fortalecerte.
Tal vez te sea difícil creer que Jesús esté interesado en ayudarte al ser solo una persona entre millones de la misma edad. Si alguna vez piensas que Él tiene mejores cosas que hacer que fortalecerte en tus momentos de necesidad, piensa en Él en aquel jardín, piensa en Él sobre aquella cruz. “Su sangre Él derramó”2 por ti, pues sabía que valías la pena; aún lo sabe. Él está extremadamente interesado y dispuesto a ayudarte a ti, y es capaz de hacerlo; en este mismo momento y para siempre. Dio Su vida para poder fortalecerte conforme tú aceptes Su invitación que cambia vidas: “Ve[n] a mí” (Mateo 11:28).
Escoge andar con Él
Puedes decidir seguir a Jesucristo y hacer de Él tu fortaleza. Él “marcó la senda y nos gu[ía]”3 de regreso al Padre Celestial. De hecho, Él es “el camino, y la verdad y la vida” (Juan 14:6).
Encuentras el camino al aceptar el Evangelio de Jesucristo conforme ejerces fe en Él y te arrepientes de tus pecados. Profundizas tu relación con Él cuando decides bautizarte en Su nombre y recibes el don del Espíritu Santo. Luego continuas en Su senda del Evangelio al guardar los mandamientos, recibir ordenanzas, honrar convenios y vivir como Su discípulo.
Tales acciones forjan una potente conexión —una conexión por convenio—, que te une a ti firmemente a Cristo, y Él a ti. A medida que caminas con Él, Él y el Padre llegan a ser tus fuentes de dirección y fortaleza espirituales. Entonces podrás avanzar con seguridad y felicidad cada día, podrás llegar a ser más como Ellos, y podrás algún día volver a vivir con Ellos y tener la clase de vida que Ellos tienen.
Sigue adelante con Su fortaleza
Con todo el corazón, testifico que Jesús es el Cristo. Cuando des pasos hacia Él, extiendas la mano para alcanzarlo y lo invites a ser tu fortaleza, Él vendrá a ti y lo encontrarás4. No hay ninguna decisión que puedas tomar que de alguna manera te deje fuera de Su alcance. Creo de todo corazón lo que he dicho antes: “No es posible que [tú ni nadie] se hundan tan profundamente que no los alcance el brillo de la infinita luz de la Expiación de Cristo”5.
Si vienes a Cristo, primero y siempre guardando Sus mandamientos con “íntegro propósito de corazón” (3 Nefi 18:32), Él andará contigo la travesía de la vida. Te tomará la mano y será tu esperanza; será tu fortaleza; y te brindará felicidad duradera, paz verdadera y gran gozo.
Como uno de Sus testigos especiales, testifico y prometo que eso es verdad.