Lo que aprendí me cambió el corazón
Darcy Logan, Alaska, EE. UU.
Después de la muerte de nuestro hijo, Jaxon, de 18 años, medité profundamente acerca de la calidad y la dirección de mi vida. Tenía un hijo en el mundo eterno y tenía el ferviente deseo de vivir mi vida de forma tal que pudiéramos volver a disfrutar de nuestra relación familiar algún día. Deseaba también comprender mejor las Escrituras para que fueran una guía en mi vida.
No estoy segura de cuándo comencé a interesarme por el símbolo del corazón, pero lo impulsaba la esperanza de volver a ver a nuestro hijo. Conforme leía el Libro de Mormón, empecé a notar la forma en que se utilizaba el corazón como símbolo de la condición de una persona o de la condición y dirección de un pueblo.
Cada vez que se mencionaba el corazón, se tratara de uno blando o endurecido, yo dibujaba un corazoncito rojo al margen. Comencé a notar modelos repetitivos. Cuando el corazón de las personas se ablandaba, tenían fuerza para enfrentarse a la adversidad, su amor por los demás aumentaba y se volvían más bondadosos y amables. Aprendí que el arrepentimiento es lo que cambia nuestro corazón cuando recurrimos al Salvador y aplicamos Su sacrificio expiatorio.
Tuve una magnífica experiencia al estudiar el Libro de Mormón. Lo que aprendí me cambió el corazón y, a su vez, mi vida. Lo que aprendí también me ha ayudado en mi trabajo de consultora matrimonial para parejas que enfrentan desafíos. He llegado a entender que les puedo enseñar y recordar los principios básicos que producen satisfacción y verdadera intimidad en el matrimonio. Sin embargo, mientras los cónyuges no aporten un corazón blando a su matrimonio, hay pocas probabilidades de que los cambios se produzcan y sean permanentes.
Desde aquel entonces en que dibujé los corazones al margen del Libro de Mormón, he vuelto a releer con frecuencia esos pasajes y sigo aprendiendo de esos versículos. Incluso he encontrado otros versículos que hablan del corazón que había pasado por alto la primera vez, lo que me recuerda que en las Escrituras siempre habrá algo nuevo que aprender, comprender y aplicar.
Pero, lo que es más importante aún, vuelvo a recordar el amor de mi Padre Celestial y de mi Salvador. Por causa de ese amor, tendré mi familia para siempre. Lo sé con todo mi corazón, por lo que estoy profundamente agradecida.