Recuerda que es decisión de ellos
El albedrío se aplica a todos, aun a aquéllos a quienes invitas a conocer la Iglesia.
Al invitar a los demás a aprender en cuanto al Evangelio, es importante que te des cuenta de que ellos tienen el albedrío de decidir si van a aceptar o no tu invitación. El éxito que tengas no se mide en base a la respuesta que te den, sino en base a tu dedicación para compartir con los demás.
Entonces, si el éxito no se mide por los que dijeron que sí o los que se bautizaron, ¿en qué deberías concentrarte al establecer metas relacionadas con la obra misional? Pon la mira en lo que tú puedes hacer, y no en la manera en que ellos respondan. Recuerda que tú también tienes el albedrío. Tú puedes tomar la decisión de
invitar a menudo e invitar a todos.Puesto que es imposible saber por adelantado quién se interesará en el Evangelio y quién no, extiende invitaciones con regularidad y con cuantas personas te sea posible, poniendo atención en particular a las impresiones del Espíritu. Logramos el éxito como misioneros cuando invitamos a las personas a aprender y a aceptar la verdad.
Seguir siendo amigable. Si alguien rechaza la invitación de saber más, sigue siendo cortés y amable. Conserva tus amistades siempre y cuando mantengan normas elevadas. Brinda amor cristiano a todos los que puedas, aun cuando no comprendan todo lo que crees y haces.
Seguir siendo fiel. El Salvador lo expresó de la mejor manera: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16). Ama el Evangelio y vívelo, y tarde o temprano encontrarás personas que desean saber por qué y que están preparadas para aceptar el Evangelio.
Sé pacientemente persistente. Tal como se demuestra en el relato de la derecha, a veces se requieren muchas invitaciones antes de que el tiempo sea el correcto. Sigue abriendo la puerta, siendo amigable y no te desanimes. El Señor es consciente de tus esfuerzos y te bendecirá (véase D. y C. 98:2).