2016
Practicar la religión pura
Septiembre de 2016


Practicar la religión pura

Tomado del discurso “Pure Religion”, pronunciado en un devocional de la Universidad Brigham Young–Idaho, el 13 de enero de 2015. Para leer el discurso completo en inglés, vaya a speeches.byu.edu.

Si desean ser felices, sentir el Espíritu Santo y acercarse más al Salvador, entonces practiquen la religión pura.

young man with eldery woman

Religión pura, por Annie Henrie.

Hace un par de años, un joven, a quien llamaré John, fue a mi oficina poco después de haber regresado de su misión.

“Élder Clarke, necesito ayuda”, me dijo con gran preocupación. “Me encantó mi misión y me cambió; sin embargo, estoy perdiendo algunos de esos sentimientos sagrados y especiales que sentí en el campo misional. ¿Qué puedo hacer para sentirme tal como me sentí en el campo misional?”.

He visto que eso ocurre muchas veces. Lo que preguntaba era: “¿Qué puedo hacer para ser feliz, sentir el Espíritu Santo y sentirme cerca del Salvador?”. Esa es una pregunta que deberíamos hacernos todos los días.

Aquella tarde en mi oficina, acudimos a Santiago 1:27 y leímos: “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”.

Después leímos Alma 34:28: “… si… volvéis la espalda al indigente y al desnudo, y no visitáis al enfermo y afligido, y si no dais de vuestros bienes, si los tenéis, a los necesitados, os digo que si no hacéis ninguna de estas cosas, he aquí, vuestra oración es en vano y no os vale nada, y sois como los hipócritas que niegan la fe”.

Luego, repasamos la historia en el Evangelio de Juan en la que Pedro y otros discípulos habían ido a pescar y no pescaron nada; pero entonces el Salvador les dijo que movieran la red al otro lado de la embarcación y pescaron ciento cincuenta y tres peces. Después de que hubieron comido, Pedro y el Salvador conversaron; el Salvador sabía que estaba instruyendo por última vez a quien pronto sería el Profeta y Presidente de la Iglesia.

“… ¿me amas?”, preguntó el Salvador.

Pedro respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te amo”.

Entonces el Salvador dijo: “Apacienta mis corderos”.

El Salvador volvió a hacer la misma pregunta dos veces más y luego dijo: “Apacienta mis ovejas” (véase Juan 21:3–17).

En realidad, a Pedro se le estaba instruyendo que practicara la religión pura, o que cuidara de las personas. El profeta actual de Dios también cuida y ama a la gente. El presidente Thomas S. Monson es un gran ejemplo de alguien que practica la religión pura; ha pasado toda su vida amando y velando por las personas.

He visto a muchos exmisioneros como mi amigo John. Si les preguntan por qué les gustó tanto su misión, casi siempre dirán que fue a causa del amor que sentían por la gente. El día en que los misioneros comienzan a preocuparse más por los demás que por sí mismos, empiezan a sentirse felices; y lo mismo sucede con todos nosotros. Nuestra vida siempre será más feliz si nos preocupamos por los demás y los amamos.

Lo contrario de preocuparse por las otras personas es pensar en uno mismo: mi auto, mis estudios, mi trabajo, mis problemas. Cuando se trata siempre de nosotros, nuestra conexión con el cielo no es tan fuerte como podría serlo.

Le dije a John que si practicaba la religión pura, sería feliz y se sentiría como se había sentido en la misión. Del mismo modo, si ustedes desean ser felices, sentir el Espíritu Santo y acercarse más al Salvador, entonces practiquen la religión pura. De los pasajes de las Escrituras que se mencionaron, aprendemos cuatro prácticas clave que se pueden definir como la religión pura.

1. Visitar a las viudas y cuidar de ellas

visiting elderly woman

John regresó a la universidad y puso en práctica aquello de lo que habíamos hablado. Poco después me envió un correo electrónico en el que compartió la experiencia que tuvo al leer historias inspiradas de las revistas de la Iglesia a las personas de edad avanzada en un centro de cuidado para ancianos.

“Muchas personas sintieron gran amor y apoyo del Salvador cuando el Espíritu testificó de las verdades y los testimonios sencillos”, escribió. “Nunca supe que era capaz de sentir tanto amor por las personas desconocidas con quienes tenía poco en común, y de recibir tanto amor de parte de ellas; pero sentí el amor del Salvador por ellas, por aquellas buenas almas. Era claro para mí que me encontraría con esas personas —que ahora padecían demencia y dolencias físicas— al otro lado del velo; y que vería a sus esposos y esposas, quienes han estado velando por ellos desde el otro lado del velo. Mientras me sentaba con mi abuela, sentía intensamente la presencia de mi abuelo, a quien nunca había conocido; y su espíritu me dio fuerzas y me sostuvo; supe que estaba agradecido por mi simple visita”.

Dijo, además: “¿Quién se imaginaría que encontraría tales tiernas misericordias? Parece tan absurdo volver a casa después de algo como eso y simplemente encender el televisor o desconectarse de alguna otra manera. Me ha cambiado el darme cuenta de que esas tiernas experiencias están disponibles en todos los momentos del día, a medida que, como santos, nos esforzamos por centrar nuestra atención en los demás y ayudarlos de alguna manera”.

Ustedes pueden hacer eso también, y el Señor los bendecirá tal como bendijo a John.

2. Ayudar a los huérfanos

Hay muchos huérfanos en el mundo. ¿No sería maravilloso si pudiéramos establecer contacto o escribirle a uno de ellos con regularidad?

Cuando nuestro hijo, Nate, regresó de su misión, tenía los mismos sentimientos que mi amigo John. Nate decidió ofrecerse como voluntario para ser mentor en un programa que asigna a adultos a trabajar con niños que necesitan relaciones de apoyo a nivel personal. Ese servicio ha cambiado su experiencia universitaria. Ahora que está casado, Nate y su esposa, Carla, una vez más han “adoptado” a través del programa. Ha sido una gran bendición para ellos en su matrimonio compartir lo que tienen con los necesitados.

Cuando mi esposa, Mary Anne, y yo prestamos servicio en la Misión Bolivia Santa Cruz, teníamos un misionero que era huérfano y no tenía familiares. El Señor lo asignó para que fuese el compañero entrenador del élder Hawkins. No creo que fuera el mejor entrenador, pero el élder Hawkins fue el mejor compañero para un muchacho huérfano que se había convertido en uno de los misioneros del Señor.

Los padres del élder Hawkins le escribieron a ese misionero durante su misión y han seguido haciéndolo durante los últimos quince años. Gracias al élder Hawkins y a su familia, ese joven huérfano ha recibido amor y cuidado; y hoy está felizmente casado, tiene un empleo, y es activo en el evangelio de Jesucristo. Todos podemos ayudar a cambiar a los niños huérfanos.

3. Cuidar de los pobres y de los necesitados

serving the homeless

Las Escrituras nos recuerdan constantemente la importancia de ayudar a los pobres y a los necesitados. Todos tenemos esa responsabilidad1. Una forma de aumentar nuestra ayuda a los pobres y a los necesitados es pagar una ofrenda de ayuno generosa. El presidente Brigham Young (1801–1877) dijo:

“El primer año que entré en este valle no tenía harina suficiente para que le durara a mi familia hasta la cosecha… y las personas venían a mi casa todos los días por pan. Un día me sentí afligido al respecto; fui al antiguo fuerte y para cuando regresé a casa me encontraba completamente curado. Le dije a mi esposa: ‘No permitas que ninguna persona venga aquí por comida y se vaya con las manos vacías, pues si lo hacemos, padeceremos antes de la cosecha; pero si das a cada persona que venga, tendremos suficiente para que nos dure’…

“Tengo la intención de seguir haciéndolo, a fin de que el pan no se acabe, pues si no lo hago, nos faltará.

“¿Creen ustedes ese principio? Yo sé que es verdadero, porque lo he puesto a prueba muchas veces”2.

La siguiente experiencia la publicó en un sitio web cristiano un médico de Colorado, EE. UU., que pudo llegar a una gasolinera a duras penas después de que su coche empezó a emitir ruidos raros y dejó de funcionar. Cuando se disponía a llamar a un servicio de grúa, vio a una mujer, cuyo viejo auto se encontraba al lado de un surtidor, resbalar y caer.

“Salí del auto para ver si estaba bien. Cuando llegué al lugar donde estaba, parecía más bien sobrecogida por el llanto que por la caída; era una mujer joven que lucía sumamente demacrada y con ojeras. Al ayudarla a ponerse de pie, se le cayó algo y lo recogí para dárselo; era una moneda de cinco centavos.

“En ese momento, comencé a comprender la situación: la mujer llorando, el viejo [coche] repleto de cosas con tres niños en el asiento de atrás (uno en un asiento de seguridad), y el surtidor de gasolina que indicaba $4.95 [dólares estadounidenses]. Le pregunté si estaba bien y si necesitaba ayuda, y simplemente repetía: ‘No quiero que mis hijos me vean llorar’”.

Al percatarse de la situación de la mujer, el médico sacó su tarjeta de crédito, le llenó el tanque con gasolina y compró dos grandes bolsas de comida y algunas tarjetas de regalo para ella y sus hijos de un restaurante de comida rápida que estaba al lado de la gasolinera.

“Me dijo cómo se llamaba, y que vivía en Kansas City [Misuri, EE.UU.]”, dijo. “Su novio la había abandonado hacía dos meses, y ella no había tenido dinero suficiente para cubrir los gastos… Desesperada, por fin había llamado a sus padres, con quienes no había hablado en más o menos cinco años. Vivían en California y le dijeron que podía ir a vivir con ellos y tratar de empezar una nueva vida allí. Así que ella empacó todo lo que poseía en el auto”.

El médico le dio un abrazo e hizo una oración por su seguridad en la carretera. Mientras caminaba hacia su automóvil, la mujer preguntó: “¿Es usted un ángel o algo así?”.

El médico respondió: “A veces Dios se vale de gente común y corriente”.

Luego hizo la observación: “Fue algo increíble ser parte del milagro de otra persona y, por supuesto… cuando subí a mi auto, arrancó de inmediato y llegué a casa sin ningún problema. Mañana lo llevaré al mecánico para que lo revisen, pero sospecho que no van a encontrar nada malo”3.

¿Confía el Señor en nosotros para que seamos la respuesta a la oración de otra persona? ¿Puede contar con que seguiremos las impresiones del Espíritu Santo? Cuanto más seguimos los susurros del Espíritu, más oportunidades nos dará el Señor para que seamos la respuesta a la oración de otra persona.

4. Apacentar Sus corderos y ovejas

talking with elderly woman

Cuando Jesús tuvo Su conversación con Pedro, lo primero que le aconsejó fue: “Apacienta mis corderos”. El Salvador sabe que si apacentamos los corderos, no tendremos que buscar las ovejas perdidas. Es posible que algunos de nosotros tengamos hermanos o hermanas menores, sobrinos o sobrinas, u otras personas que conozcamos que necesiten ayuda. Ruego que seamos buenos ejemplos para ellos y que encontremos los corderos que necesitan nuestra ayuda.

¿Saldrán a encontrar y ayudar a un cordero? ¿Serán ustedes, como un pastor, lo suficientemente confiables para cuidar los corderos y las ovejas, como el Salvador nos ha pedido que lo hagamos?

La pregunta que el Salvador le hizo a Pedro la podría hacer a cada uno de nosotros: “¿Me amas?”. Al practicar la religión pura por medio de visitar y cuidar a las viudas, ayudar a los huérfanos, cuidar a los pobres y a los necesitados, y apacentar Sus corderos y ovejas, ¡mostraremos al Salvador que lo amamos! Al hacerlo, seremos felices, sentiremos el Espíritu Santo y nos sentiremos más cerca de Él.

Notas

  1. Véase de Jeffrey R. Holland, “¿No somos todos mendigos?”, Liahona, noviembre de 2014, págs. 40–42.

  2. Brigham Young, “Remarks”, Deseret News, 18 de junio de 1856, pág. 116.

  3. “Friends Are God’s Way of Taking Care of Us”, lisburn.com/stories/friends_are_gods_way.html.