Mandamientos = Amor
¿Qué relación tiene el amor con los mandamientos?
Cuando piensan en los mandamientos, quizás piensen en tablas de piedra, reglas, límites, exigencias o requisitos; probablemente no piensen automáticamente en el amor. Entonces, ¿qué relación tienen los mandamientos con el amor?
Bueno, todo.
Porque Él nos ama
¿Recuerdan cuando eran pequeños y sus padres no los dejaban jugar en una calle transitada? ¿O cuando los hacían comer más verduras o irse a dormir más temprano de lo que ustedes querían?
Probablemente no entendían por qué había tantas reglas; y quizás no siempre hayan estado contentos con ellas tampoco. Sin embargo, ahora que son mayores, ¿pueden entender por qué sus padres les pusieron todas esas reglas?
Fue porque los amaban y querían lo mejor para ustedes.
Siendo que es el padre más perfecto, nuestro Padre Celestial nos da reglas o mandamientos por la misma razón: Él nos ama y quiere lo mejor para nosotros; aun más que eso, desea que lleguemos a ser como Él y que recibamos todo lo que Él tiene.
El élder Dallin H. Oaks, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó ese concepto con una parábola:
“Un padre rico sabía que si le dejaba sus riquezas a un hijo que aún no había adquirido la sabiduría y la madurez necesarias, probablemente derrocharía la herencia. El padre dijo a su hijo:“
‘Deseo darte todo lo que poseo, no solo mis riquezas, sino también mi posición y prestigio ante los hombres. Lo que tengo te lo puedo dar fácilmente, pero lo que soy lo debes obtener por ti mismo. Serás merecedor de tu herencia cuando aprendas lo que yo he aprendido y vivas como yo he vivido. Te daré las leyes y los principios mediante los cuales he adquirido mi sabiduría y mi éxito. Sigue mi ejemplo, superando como yo he superado, y llegarás a ser como yo soy; y todo lo que poseo será tuyo’”1.
Igual que el padre del relato del élder Oaks, nuestro Padre Celestial quiere que tengamos todo lo que Él tiene y que lleguemos a ser todo lo que Él es. Sus mandamientos son como los peldaños que nos ayudarán a aprender y a progresar, y a llegar a ser como Él.
“… os doy un mandamiento nuevo… o en otras palabras, os doy instrucciones en cuanto a la manera de conduciros delante de mí, a fin de que se torne para vuestra salvación” (D. y C. 82:8–9).
De la misma manera que un niño pequeño no comprende por qué no se le permite jugar en medio de una calle transitada y peligrosa, probablemente nosotros no siempre comprenderemos las razones detrás de ciertos mandamientos o normas. Pero cuando entendemos que Dios nos da mandamientos porque nos ama y quiere guiarnos a fin de que lleguemos a ser como Él, es más fácil obedecerle.
Porque nosotros lo amamos
Podrían pensar en cada mandamiento como un gran letrero de Dios que dice: “Te amo”; y cuando escogemos guardar Sus mandamientos, es como si nosotros le mostráramos un letrero a Él que también dice: “¡Te amo!”.
El presidente Dieter F. Uchtdorf, Segundo Consejero de la Primera Presidencia, lo expresó de manera simple cuando contestó la pregunta “¿Para qué molestarnos en obedecer [los mandamientos de Dios]?”.
“¡Obedecemos los mandamientos de Dios porque lo amamos!…
“De modo que nuestra obediencia a los mandamientos de Dios es el resultado natural de nuestro amor y gratitud perpetuos por la bondad de Dios”2.
Nuestro Padre Celestial nos ha dado todo lo que tenemos, desde la capacidad de movernos hasta el aire que respiramos, y todo lo que Él pide es que guardemos Sus mandamientos (véase Mosíah 2:21–22). Es la mejor manera de demostrar nuestro amor y gratitud hacia Él.
Jesucristo mismo también lo dijo (véase Juan 14:15).
¿Por qué nos da mandamientos nuestro Padre Celestial? Porque nos ama.
¿Por qué guardamos Sus mandamientos? Porque lo amamos.
Los mandamientos equivalen a amor.
Es así de sencillo.