2018
La ayuda del Señor en medio de dos cirugías cerebrales
Junio de 2018


La ayuda del Señor en medio de dos cirugías cerebrales

Bryn Booker, Idaho, EE. UU.

getting an MRI

Ilustración por Bonnie Hofkin

Mientras recibía terapia física para atender el dolor que tenía en la espalda, me di cuenta de que el lado izquierdo del cuerpo se sentía débil y entumecido. Cuando le expliqué los síntomas a mi fisioterapeuta, él se preocupó y me recomendó ver a un médico.

La resonancia magnética reveló que el cerebro había aumentado de tamaño dentro del cráneo y por muchos años había atrapado líquido cefalorraquídeo en el cuello. Eso hacía que tuviera dolores de cabeza persistentes y severos. La única opción era la cirugía, pero a pesar de la operación, seguía teniendo dolor constante.

Seis meses después, regresé a ver al médico para hacer más análisis y descubrí que el líquido cefalorraquídeo se había incrementado aún más. Me aterraba tener que pasar por otra cirugía dolorosa. Mi esposo y yo buscamos varias opiniones médicas y seguimos el tratamiento con un médico que confiaba en que el extirpar parte del cerebro serviría de ayuda.

La recuperación de la segunda cirugía cerebral que tuve fue la experiencia más dolorosa de mi vida. Busqué desesperadamente que el Espíritu me consolara. Escuchaba discursos e himnos, oraba continuamente y recibía muchas bendiciones del sacerdocio.

Sé que el Padre Celestial escuchó mis oraciones y las oraciones que las demás personas ofrecían en mi favor, durante el tiempo de mi dolorosa recuperación. Envió personas a mí cuando las necesitaba. Una enfermera de mi barrio me ayudó a aprender cómo administrar mis medicamentos. Mi tía y mi tío, al notar algunos signos de deshidratación, me llevaron al hospital, y un niño de la Primaria que deseaba ayudar a nuestra familia dejó sus juguetes en la entrada de nuestra casa para mi hijo. Mediante esta experiencia y muchas otras, pude sentir el apoyo del Salvador y mi testimonio se fortaleció cada día. Esa fue una experiencia extraordinaria y sagrada que provino de una muy dolorosa.

Aunque mi segunda cirugía fue todo un éxito, el malestar ha continuado y he tenido que aprender a adaptarme a una vida con dolor crónico y a confiar en que el Padre Celestial tiene un propósito para ello; pero tengo esperanza en Su promesa de que continuará fortaleciéndome en mis desafíos, como lo dijo: “… iré delante de vuestra faz. Estaré a vuestra diestra y a vuestra siniestra, y mi Espíritu estará en vuestro corazón, y mis ángeles alrededor de vosotros, para sosteneros” (D. y C. 84:88).