La última palabra
La luz siempre está ahí
Tomado de un discurso de la Conferencia General de octubre de 2017, cuando el élder Uchtdorf era Segundo Consejero de la Primera Presidencia.
Durante mis vuelos como capitán de una aerolínea alrededor de nuestro planeta Tierra, siempre me fascinó la belleza y perfección de la creación de Dios. Sobre todo, encontré muy cautivadora la relación entre la tierra y el sol. Considero eso como una profunda lección objetiva de cómo la luz y la oscuridad existen.
Como todos sabemos, cada veinticuatro horas la noche se transforma en día y el día en noche.
Entonces, pues, ¿qué es la noche?
La noche no es más que una sombra.
Aun en la noche más oscura, el sol no cesa de irradiar su luz; este continúa brillando con el fulgor de siempre. No obstante, la mitad del planeta está en la oscuridad.
La ausencia de luz da lugar a las tinieblas.
Cuando cae la noche, no nos desesperamos y preocupamos pensando si se habrá extinguido el sol. No pensamos que el sol no está allí o que está muerto. Nosotros entendemos que estamos en una sombra, que la tierra continuará su rotación y, finalmente, los rayos del sol volverán a alcanzarnos.
La oscuridad no es un indicio de que no exista la luz. La mayoría de las veces solo significa que no nos hallamos en el lugar correcto para recibir la luz.
La luz espiritual brilla continuamente sobre toda la creación de Dios.
De nosotros depende que nos hallemos en el lugar correcto para ver la luz y verdad divinas del evangelio de Jesucristo. Aun cuando haya caído la noche y el mundo parezca tenebroso, podemos elegir andar en la luz de Cristo, guardar Sus mandamientos y testificar valientemente de Su realidad y Su grandeza.
Cada vez que vuelven su corazón a Dios en humilde oración, experimentan Su luz. Cada vez que procuran conocer Su palabra y Su voluntad en las Escrituras, la luz aumenta su brillo. Cada vez que perciben la necesidad de alguien y sacrifican su comodidad para tenderle una mano con amor, la luz se expande y crece. Cada vez que rechazan la tentación y eligen la pureza; cada vez que piden perdón, o lo conceden; cada vez que testifican de la verdad con valentía, la luz ahuyenta las tinieblas y atrae a otras personas que también buscan la luz y la verdad.