Dos misiones, dos familias bendecidas
Juan Manuel Gómez, Rosario, Argentina
Mientras servía en la Misión Arizona Mesa, con frecuencia recibía correos electrónicos de mi hermana mayor en Argentina. Natalia no era miembro de la Iglesia. Varios años atrás, cuando su hija falleció, nuestra familia trató de compartir el Evangelio con ella, pero nunca fue receptiva.
Continué compartiendo mi testimonio con ella durante mi misión. En un correo electrónico le conté sobre una mujer que mi compañero y yo habíamos conocido. Su hija también había fallecido. Le testificamos sobre las familias eternas y ella sintió esperanza a causa de lo que le compartimos. Le dije a Natalia que ella podía sentir lo mismo. Me escribió y me dijo que deseaba sentir esa esperanza pero que pensaba que su fe no era lo suficientemente fuerte.
Decidí enviarle una carta escrita a mano, en la que la invitaba a orar para recibir ayuda para creer. También sentí la impresión de escribir un párrafo en inglés y pedirle que solicitara a un misionero que se lo leyera. Natalia solo sabía español, así que le dije que buscara a los misioneros y les pidiera que se lo tradujeran. Pensé que seguramente algún misionero sabría inglés.
Poco después recibí un correo electrónico de ella. Había encontrado a los misioneros y les pidió que le tradujeran mi carta. La leyeron en silencio y sonrieron. Cuando Natalia preguntó qué había escrito, ellos respondieron, “¡Hablemos de ello!”. Había escrito que ella estaba teniendo dificultades debido al fallecimiento de su hija, y les pedí que le enseñaran acerca del Plan de Salvación.
Los misioneros compartieron un pequeño mensaje y a Natalia le gustó lo que le enseñaron. Ella les dijo que yo estaba sirviendo la misión en Mesa, Arizona, EE. UU. Uno de los misioneros, el élder Larson, dijo que él era de ese lugar.
Un año después fui trasladado al área en la que vivía la familia del élder Larson. Conocí a su familia y él a la mía, y ambas familias se vieron bendecidas. El élder Larson había estado orando por su hermano menor, que estaba teniendo dificultades con su testimonio. Tuve la oportunidad de salir con su hermano en intercambios y ayudarlo a fortalecer su testimonio. El élder Larson y su compañero continuaron enseñando a Natalia y con el tiempo se bautizó. Sé que el Señor nos envió en ambas direcciones, a mí a Arizona y al élder Larson a Argentina, para que pudiéramos ayudarlo a fortalecer a nuestras familias en el Evangelio.