La milagrosa misión del profeta José Smith
Tomado del discurso “José Smith: El profeta y el hombre”, que se pronunció en el Seminario para líderes de misión el 25 de junio de 2018.
José Smith logró más de lo que cualquier otro ser mortal hubiera podido lograr en un período de tiempo tan breve. La única explicación posible es la ayuda celestial.
He decidido hablar sobre José Smith, el profeta y el hombre. Al hablar sobre él, espero contribuir a su comprensión de los singulares y milagrosos logros del profeta fundador de esta dispensación.
La relación entre el conocimiento y el testimonio sobre José Smith con la obra misional es crucial. Todos sabemos que algunos investigadores aceptan las doctrinas principales del Evangelio, pero no pueden aceptar que el Padre y el Hijo visitaran a un muchacho de catorce años, ni que tradujera el Libro de Mormón y llegara a ser el profeta que sabemos que fue. Las personas que tienen dificultad con el profeta José Smith deben aprender de esta enseñanza del presidente Russell M. Nelson:
“La misión de José en la vida terrenal fue preordenada. Su mente receptiva y pura estaba abierta a la instrucción del Señor. No obstante, según los criterios del mundo, José era [un instrumento] muy improbable y su labor de ser el profeta de esta última dispensación parecía totalmente imposible. Ese ejemplo demuestra un principio que a menudo es verdad sobre el modo de obrar del Señor: ¡Él usa lo improbable para lograr lo imposible!”1.
Es muy importante que nuestros misioneros tengan un testimonio del divino llamamiento y de la milagrosa obra del profeta José Smith.
He dedicado sesenta y cinco años a estudiar la vida de José Smith. Nací en 1932, cuando la Iglesia apenas sobrepasaba los cien años. Creo que soy el típico Santo de los Últimos Días fiel de este segundo siglo. Aunque no conocimos a José Smith, nos parece conocerlo, y lo amamos por medio de lo que él reveló y enseñó. Somos testigos de la veracidad de la predicción poética de que “él conocido por miles será”2.
I. José Smith, el profeta
Todos conocemos a José Smith como el primer profeta de esta dispensación; el instrumento del Señor en la restauración del Señor. Pero, ¿qué es lo que el Señor restauró mediante ese profeta? No todos los Santos de los Últimos Días (y pocos no miembros) conocen las esclarecedoras y enormes adiciones a la doctrina cristiana que el Señor inspiró a hacer al profeta José. He aquí una breve lista:
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La naturaleza del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
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Las funciones relativas de esos tres miembros de la Trinidad y Su relación con los seres mortales.
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La naturaleza de la Caída del hombre.
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El propósito de la vida terrenal, en apoyo del plan del Padre, para que Sus hijos alcancen su destino eterno.
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La función de la expiación de Jesucristo para garantizar la inmortalidad y brindar la oportunidad de la vida eterna.
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La función del matrimonio terrenal y eterno en el plan del Padre.
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La función esencial del sacerdocio y de las ordenanzas en el plan del Padre.
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La función esencial de los templos y de las ordenanzas vicarias en el plan del Padre.
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El conocimiento de que Dios desea salvar a todos Sus hijos, y de que toda persona que haya vivido en la tierra —hayan sabido o no de Jesucristo— es capaz de lograr la gloria más alta en el más allá.
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La relación que hay entre las tres fuentes de la verdad sobre el hombre y el universo: la ciencia, las Escrituras y la revelación continua.
Toda persona que estudie, aunque no sea más que una pequeña parte de esta lista, sea creyente o no, debe reconocer que José Smith es la fuente de un inmenso caudal de ideas religiosas osadas, nuevas y preciadas. Como leemos en Predicad Mi Evangelio, la plenitud del Evangelio se restauró en la tierra por medio de José Smith3.
Tal vez hayan notado que mi lista no mencionaba específicamente que José sacó a la luz el Libro de Mormón, un nuevo libro de Escrituras que, por supuesto, es la fuente de muchas de esas ideas religiosas nuevas. Este libro merece una mención especial; su título proclama su función más importante: “Otro testamento de Jesucristo”. No obstante, existe más aparte de esa fundamental función. Un académico y autor de libros de éxito dijo lo siguiente sobre el libro:
“El Libro de Mormón propone un nuevo propósito para los Estados Unidos: llegar a ser un reino de rectitud, en vez de un imperio de libertad. Contra el aumento de la riqueza y la desigualdad, el Libro de Mormón aboga por la causa de los pobres… Contra un gobierno republicano, propone un gobierno recto de jueces y reyes bajo la ley de Dios. Contra el canon bíblico cerrado y la religión sin milagros, el Libro de Mormón defiende la revelación continua, los milagros y la revelación a todas las naciones. Contra el escepticismo, promueve la fe; contra el nacionalismo, un Israel universal. Prevé desastres para la nación, si el amor a las riquezas, la resistencia a la revelación y la civilización gentil prevalecen por encima de la rectitud, la revelación e Israel”4.
Lo más importante es lo que dijo recientemente el presidente Nelson sobre el Libro de Mormón: “Es el instrumento mediante el cual se logrará el prometido recogimiento de Israel”5.
Como leemos en Predicad Mi Evangelio, el profeta José Smith dijo que el Libro de Mormón es la “clave de nuestra religión”6.
La mayoría de quienes no son Santos de los Últimos Días desconocen las grandes contribuciones de José Smith al pensamiento religioso. En un notable estudio a nivel nacional, el encuestador Gary Lawrence descubrió que alrededor de la mitad de las personas encuestadas pensaban que los Santos de los Últimos Días eran gente aislada y misteriosa, y tenían “creencias extrañas”7. Cuando preguntó a los entrevistados: “¿Cuál es la afirmación principal del mormonismo?”, solo una de cada siete personas pudo describir algo parecido a la idea de una restauración o un restablecimiento de la fe cristiana original. De manera similar, cuando otra encuesta nacional pidió a los encuestados que dieran sus impresiones sobre nuestra religión, nadie mencionó la idea de cristianismo original o restaurado8.
Esos hallazgos nos recuerdan que no debemos dejar que nuestros misioneros den por sentado que la gente tiene mucho conocimiento sobre nuestra religión. Quizás las personas a las que enseñan hayan oído la palabra mormón, pero los misioneros no deben dar por sentado que la mayoría tenga siquiera el conocimiento más elemental de los principios básicos de nuestra religión.
II. José Smith, el hombre
Las siguientes son algunas de mis ideas sobre la extraordinaria vida de José Smith9. El José Smith que conocí en mi investigación personal, sobre todo en Illinois, EE. UU., era un hombre de la frontera: joven, emotivo, dinámico, cercano y tan amado por su pueblo que con frecuencia lo llamaban “hermano José”. Su relativa juventud fue un aspecto característico de todo su ministerio profético. Tenía catorce años cuando ocurrió la Primera Visión, veintiuno cuando recibió las planchas de oro, y solo veintitrés cuando terminó la traducción del Libro de Mormón (en menos de sesenta días de trabajo).
Más de la mitad de las revelaciones de nuestro libro Doctrina y Convenios se dieron mediante ese profeta cuando tenía veinticinco años o menos. Tenía veintiséis años cuando se organizó la Primera Presidencia, y algo más de treinta y tres cuando escapó de su encarcelamiento en Misuri y retomó el liderazgo de los santos. Tenía solo treinta y ocho años y medio cuando fue asesinado.
Durante su corta vida, José Smith padeció demasiadas aflicciones terrenales. Cuando tenía unos siete años, se sometió a una operación en la pierna terriblemente dolorosa. Por la pobreza de su familia, recibió escasa formación escolar, y siendo un muchacho se vio obligado a trabajar muchas horas para ayudar a alimentar a su familia. Atentaron contra su integridad física en muchas ocasiones. Mientras trataba de cumplir con la enorme responsabilidad de su sagrado llamamiento, tuvo que trabajar como granjero o comerciante para proveer sustento a su familia, y lo hizo sin la ayuda de los extraordinarios dones espirituales que lo sostenían en su llamamiento profético. El Señor le había dicho: “Para los trabajos temporales no tendrás fuerza, porque este no es tu llamamiento” (Doctrina y Convenios 24:9).
En las cuestiones espirituales, José Smith no tuvo modelos que le sirvieran de ejemplo para aprender cómo ser profeta y líder. Tuvo que confiar en personas conocidas sin experiencia. José y tales personas afrontaron dificultades y aprendieron juntos. José era extremadamente rápido para adquirir conocimiento y alcanzar madurez. Sin duda, poseía dones singulares. Como diríamos actualmente, era “rápido para aprender”. Dijo que recibió enseñanzas de mensajeros celestiales y otras revelaciones de Dios, y yo le creo.
Uno de sus dones particulares lo evidencian el amor y la lealtad de las extraordinarias personas que lo siguieron. Cuando José exhortaba a sus seguidores a vencer sus imperfecciones terrenales, no se consideraba superior a ellos, y estos lo amaban por esa razón. En un sermón que pronunció algo más de un mes antes de su asesinato, declaró: “Nunca les dije que era perfecto; pero no hay error en las revelaciones que he enseñado”10. José Smith tenía un “jovial temperamento natural” (José Smith—Historia 1:28) que le granjeó el cariño de casi todas las personas que lo conocieron. Un conocido de él dijo: “Los santos le tenían un amor indescriptible”11. La compañía de sus amigos era un deleite para José, que veía el desarrollo de la sociedad y la comunidad como uno de los principales propósitos del Evangelio.
En cierta ocasión, dije: “Toda su vida José Smith vivió en tierras de colonización, donde los hombres tenían que ejercer la fuerza bruta contra la naturaleza, y a veces unos contra otros. Era un hombre grande, fuerte y físicamente activo. Se deleitaba en los deportes competitivos, entre ellos, ‘tirar de un palo’, una prueba de fuerza física (véase Historia de la Iglesia, tomo V, pág. 302). Nuestros archivos contienen muchas narraciones de cuando practicaba lucha libre con amigos y conocidos. Un domingo, él y Brigham Young predicaron a los santos de Ramus, Illinois, a un día de distancia a caballo desde Nauvoo. El lunes, antes de salir de Ramus, José se midió como luchador con un hombre que alguien describió como ‘el bravucón de Ramus’ (véase Joseph Smith Journal, 13 March 1843, escrito por Willard Richards, Joseph Smith Collection, Archivos de la Iglesia). José Smith ganó la lucha. Me agrada saber que la agenda de nuestras conferencias actuales no ofrece la oportunidad a los miembros locales de medirse de esa manera con las Autoridades que los visitan”12.
Pocos hombres han sido objeto de más ataques a su misión o su memoria que José Smith. He investigado personalmente algunas de esas acusaciones en los registros originales de Illinois, donde José vivió los últimos cinco años de su vida. Una de esas acusaciones surgió cuando José Smith, por entonces alcalde, y el Consejo Municipal de Nauvoo cerraron el Nauvoo Expositor, un periódico opositor. Tal hecho concentró las hostilidades en contra de la Iglesia, y fue lo que llevó directamente al asesinato de José.
Los primeros historiadores Santos de los Últimos Días, entre ellos B. H. Roberts, admitieron que fue una medida ilegal. Sin embargo, al investigarlo mientras era un joven profesor de Derecho, me sorprendió encontrar un fundamento jurídico para la medida en la legislación de Illinois de 1844. Durante los años previos a la Guerra Civil [de EE. UU.], se cerraron muchos periódicos en la región de la frontera. La garantía de libertad de prensa de la Constitución de EE. UU. no se declaró aplicable a las acciones de los gobiernos municipales y estatales hasta 1931, y aquello sucedió entonces solo debido a una resolución de la Corte Suprema de EE. UU. aprobada por cinco votos contra cuatro, con base en una enmienda constitucional adoptada en 186813. Las acciones de José Smith se deben juzgar de acuerdo con las leyes y circunstancias de su época, no de la nuestra.
Mientras éramos alumnos en la Universidad de Chicago, al historiador Marvin S. Hill y a mí nos intrigaba el hecho poco conocido de que cinco hombres fueran enjuiciados en Illinois por el asesinato de José Smith. Durante más de diez años, exploramos minuciosamente bibliotecas y archivos de todo el país en busca de cada dato sobre ese juicio de 1845, y las personas que participaron en él. En nuestro libro se repasaron las palabras y acciones de ciudadanos de Illinois que conocían en persona a José Smith; de algunos que lo amaban y arriesgaron la vida por él, y de otros que lo odiaban y conspiraron para asesinarlo. En nada de lo que descubrimos en las actas originales del juzgado, ni en el testimonio de aquel largo juicio, se reveló algo que fuera de deshonra para el hombre que fue asesinado14.
La accesibilidad a las actas judiciales de Illinois condujo a otra área de investigación sobre José Smith no abordada previamente. Joseph I. Bentley, por entonces alumno de Derecho en Chicago, y yo descubrimos muchos registros de las actividades comerciales de José Smith. En 1976, escribimos juntos un artículo en Brigham Young University Law Review sobre el tema15. A la década de 1840 la antecedió un período de pánico financiero y depresión económica en toda la nación. Las condiciones económicas de los estados fronterizos como Illinois eran pésimas. Por ejemplo, los biógrafos de Abraham Lincoln han descrito sus apuros económicos durante tal década, en la que los negocios eran precarios, muchas deudas entraban en suspensión de pagos y las demandas judiciales eran comunes16.
Los enemigos de José Smith lo acusaron de estafa en diversas ventas de propiedades, en su mayoría en nombre de la Iglesia. Una serie de procesos judiciales que se alargaron casi una década examinaron las acusaciones de forma meticulosa. Finalmente, en 1852, mucho después del éxodo de los santos de Illinois (por lo tanto, no había posibles razones políticas ni de otro tipo de que alguien favoreciera a los santos ni a su líder), un juez federal puso fin al litigio fallando que José Smith no cometió estafa ni otras irregularidades éticas17.
Los académicos conocedores de los asuntos públicos de ese período escribieron esto sobre la campaña de José Smith a la Presidencia de EE. UU.:
“Aunque quizás no tuviera serias posibilidades de ganar las elecciones nacionales de 1844, compitió hábilmente como un candidato independiente que tenía verdaderas intenciones de impulsar reformas legales en los Estados Unidos. Esperaba mejorar la opinión pública sobre cuestiones trascendentales, entre ellas, la esclavitud, la libertad de culto, las cárceles y las tierras del estado, y trabajó para lograrlo. Él y Robert F. Kennedy siguen siendo los únicos dos estadounidenses asesinados mientras eran candidatos a la Presidencia de los Estados Unidos”18.
Quizás quienes mejor entendieron la personalidad de José Smith fueran los hombres que mejor lo conocieron y estuvieron junto a él en el liderazgo de la Iglesia. Lo amaron y sostuvieron como profeta. “Su hermano Hyrum optó por morir a su lado; y John Taylor, que también estaba con él cuando fue asesinado, dijo: ‘Testifico ante Dios, ángeles y hombres que era un hombre bueno, honorable y virtuoso… ; que su forma de ser tanto en público como en privado era irreprochable, y que vivió y murió como un hombre de Dios’ (The Gospel Kingdom, 1987, pág. 355; véase también D. y C. 135:3). Brigham Young afirmó: ‘No creo que haya nadie en la tierra que lo conociera [a José Smith] mejor que yo. Y me atrevo a decir que, a excepción de Jesucristo, no ha vivido ni vive en esta tierra un hombre mejor que él’ [“Remarks”, Deseret News, 27 de agosto de 1862, pág. 65]”19.
III. José Smith y la ley
Como evidencian los ejemplos que ya he citado, mi prolongado interés por la historia jurídica incluye un interés especial por las interacciones de José Smith con el sistema jurídico de su época en los Estados Unidos. Por lo general, los historiadores han afirmado que José Smith tomó parte en unos cuarenta litigios judiciales, como máximo. En la actualidad, gracias al trabajo realizado en The Joseph Smith Papers, sabemos que el número supera los 220. Aquellas acciones judiciales iban “desde simples casos de cobro hasta complicados [litigios] que implicaban complejas teorías jurídicas… José se valió de decenas de abogados para… entablar y defender [tales] causas jurídicas… tanto civiles como penales”20.
Basándose en la notable abundancia de conocimiento que tenemos de la vida del Profeta, el académico Santo de los Últimos Días, Jeffrey Walker, ha escrito: “Sin duda, José Smith estaba estrecha, activa y continuamente empapado en el sistema jurídico estadounidense. Ignorar esas importantes actividades es pasar por alto gran parte del modo en que invertía su tiempo y energía de manera brillante y eficaz; a tal punto que Daniel H. Wells, quien fuera abogado, juez y fiscal general, y que conoció muy bien a Smith, opinó: ‘He conocido a letrados toda mi vida; José Smith fue el mejor abogado que he conocido en mi vida’ [tal como se cita en The Journal of Jesse Nathaniel Smith: Six Decades in the Early West: Diaries and Papers of a Mormon Pioneer, 1834–1906, 1953, pág. 456]”21.
Tres autores Santos de los Últimos Días lo reseñan del siguiente modo: “Con su gran participación en el sistema jurídico, Smith aprendió rápidamente las reglas del juego y usó lícitamente dichas reglas a su favor y para su plena y legítima ventaja, esforzándose por hacer uso total de las nuevas oportunidades y protecciones que concedían las leyes de la joven nación. Sus opciones jurídicas y su conducta dejan en claro que estaba bien informado sobre las cuestiones legales y que tomó medidas concretas para aplicar la ley plena y correctamente, ya fuera para obtener los derechos de autor del Libro de Mormón en virtud de las leyes federales; efectuar matrimonios en virtud de las leyes de Ohio; redactar las ordenanzas municipales de Nauvoo; invocar la plena protección de la libertad de culto; usar eficazmente las nuevas leyes que regulaban la venta de tierras federales; hacer valer el derecho de ‘habeas corpus’; exigir la jurisdicción pertinente; o solicitar amparo en virtud de la ley federal de quiebras, recientemente adoptada. En su tiempo libre, estudiaba libros de Derecho. Conocía el texto exacto de la Constitución y el lenguaje específico de las leyes estatales. Sin duda, durante toda su vida, conoció bien los muchos cambios jurídicos a nivel estatal y federal”22.
De manera significativa, aquellos tres autores añadieron esta afirmación: “Como acusado, nunca se lo condenó por ningún delito penal. Siempre que se le brindó una audiencia justa, se halló que era un ciudadano íntegro y honrado”23.
Los resúmenes detallados de los litigios del Profeta que se seleccionaron y analizaron en el libro que he citado se basan en el trabajo de muchos alumnos de la Facultad de Derecho J. Reuben Clark, quienes realizaron cursos sobre el tema, y efectuaron el trabajo detallado que condujo al libro que escribieron esos tres autores. Me quedé fascinado ante su descripción de las opiniones de tales alumnos de Derecho:“Los alumnos de Derecho
que han usado versiones anteriores de esta obra como libro de texto han llegado continuamente a la opinión de que José era responsable, lúcido, leal, prudente, misericordioso, cauteloso, meticuloso, respetuoso de la ley, paciente, positivo, ingenioso, sagaz, inteligente, con buen criterio para juzgar, e incluso legalmente brillante (por citar algunas de sus propias palabras), en particular a la hora de proteger los derechos religiosos y civiles de otras personas, o de cumplir los deberes que se le habían confiado… José Smith nunca perdió la fe en la Constitución y se esforzó por trabajar con determinación a su amparo, aunque con frecuencia se sentía frustrado, decepcionado y cauteloso con respecto a las personas que la administraban”24.
IV. Conclusión
Durante su vida, José Smith logró más de lo que cualquier otro ser mortal hubiera podido lograr en un período de tiempo tan breve. La única explicación posible es la ayuda celestial. Me agrada este resumen:
“Tradujo y publicó el Libro de Mormón en Nueva York; organizó la Iglesia en Nueva York y luego la trasladó y estableció en Ohio, Misuri e Illinois; fundó ciudades, incluso Kirtland, Far West y Nauvoo; llamó y capacitó a cientos de líderes de la Iglesia; estudió hebreo y la Biblia; fundó la Sociedad de Socorro de Nauvoo; dirigió comercios solo y con socios; fue promotor inmobiliario y construyó templos; escribió y publicó artículos y editoriales; tuvo una familia numerosa y acogió un amplio círculo de amigos; y sirvió en diversos cargos cívicos, por ejemplo, comandante en jefe de una importante legión de milicia, y alcalde y presidente del tribunal de la ciudad de Nauvoo. A menudo hablaba en los servicios de adoración semanales, dedicaciones y, con demasiada frecuencia, en los funerales; atrajo a decenas de miles de seguidores, impulsando a oleadas de conversos a emigrar a los Estados Unidos”25.
En un discurso de conferencia general, hace más de veinte años, dije esto:
“Como otros fieles Santos de los Últimos Días, he basado mi vida sobre el testimonio y la misión del profeta José Smith. En toda mi lectura e investigación original, jamás se me ha disuadido del testimonio que tengo de su llamamiento profético y de la restauración del Evangelio y del sacerdocio que el Señor inició por intermedio de él. Solemnemente, afirmo el testimonio que expresó José Smith en su famosa carta a Wentworth, en 1842:
“El estandarte de la verdad se ha izado; ninguna mano impía puede detener el progreso de la obra; las persecuciones podrán encarnizarse, los populachos se podrán combinar, los ejércitos podrán juntarse y la calumnia podrá difamar; mas la verdad de Dios seguirá adelante valerosa, noble e independientemente hasta que haya penetrado en todo continente, visitado todo clima, abarcado todo país y resonado en todo oído, hasta que se cumplan los propósitos de Dios y el gran Jehová diga que la obra está concluida” (Times and Seasons, 1 de marzo de 1842, pág. 709; citada en Daniel H. Ludlow, ed., Encyclopedia of Mormonism, 5 tomos, 1992, tomo IV, pág. 1754)”26.
Hermanos y hermanas, testifico de Jesucristo, nuestro Salvador, que se apareció junto con el Padre al joven profeta y de quien el Padre dijo: “Este es mi Hijo Amado. ¡Escúchalo!”(José Smith—Historia 1:17). Hemos escuchado a nuestro Señor Jesucristo en las revelaciones desde ese entonces. Esta es Su Iglesia. Somos poseedores de la autoridad de Su santo sacerdocio; avanzamos en Su causa. Testifico del llamamiento del profeta José Smith y del llamamiento de los profetas que lo han sucedido en esta gran obra en la que ustedes están embarcados.
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