La última palabra
La Santa Cena y el llegar a ser más semejantes a Cristo
Tomado de un discurso de la Conferencia General de octubre de 2017.
El simbolismo del sacramento de la Santa Cena del Señor es hermoso de contemplar. El pan y el agua representan la carne y la sangre de Aquel que es el Pan de Vida y el Agua Viva (véase Juan 4:10), recordándonos dolorosamente el precio que Él pagó para redimirnos. Cuando se parte el pan, recordamos la carne desgarrada del Salvador agonizante. Al beber el agua, pensamos en la sangre que Él derramó en Getsemaní y en la cruz y en su poder santificador (véase Moisés 6:60).
Pero, en sentido figurado, el comer Su carne y beber Su sangre tiene un significado adicional, y es el interiorizar las cualidades y el carácter de Cristo… Al participar del pan y del agua de la Santa Cena cada semana, bien haríamos en considerar cuán plena y completamente debemos incorporar Su carácter y el modelo de Su vida sin pecado en nuestra propia vida y nuestro ser. Jesús no podría haber expiado los pecados de los demás a menos que Él mismo fuese sin pecado. Puesto que la justicia no lo podía reclamar, Él pudo ofrecerse en nuestro lugar para satisfacer la justicia y luego extender misericordia…
Participar de la carne del Salvador y beber Su sangre significa eliminar de nuestras vidas cualquier cosa que no sea compatible con un carácter semejante al de Cristo y adoptar Sus atributos. Este es el significado más amplio del arrepentimiento, no solo apartarse de los pecados del pasado, sino de ahí en adelante “entregar [el] corazón y [la] voluntad a Dios” (véase Guía para el Estudio de las Escrituras, “Arrepentimiento”). Dios nos mostrará nuestros defectos y fracasos, pero también nos ayudará a convertir las debilidades en fortalezas (véase Éter 12:27). Si con sinceridad preguntamos: “¿Qué más me falta?” (Mateo 19:20), Él no nos dejará con dudas, sino que, con amor, Él responderá por el bien de nuestra felicidad; y nos dará esperanza.