Guardad mis mandamientos
¿Alguna vez has pensado: “¿Cómo puedo mostrarle al Padre Celestial que en realidad deseo que conteste mis oraciones y me bendiga?”. El Salvador Jesucristo nos dio una clave cuando dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15).
En otras palabras, mostramos nuestro amor al Padre Celestial al guardar Sus mandamientos.
En ocasiones, las respuestas no vienen cuando o como las esperamos, y podemos estar tentados a rendirnos o a dejar de ser obedientes. Sin embargo, si somos pacientes y escuchamos, el Señor responderá en Su propio tiempo y manera. Él siempre responde las oraciones justas. Siempre bendice a los obedientes (véase Mosíah 2:21–24).
El mundo enseña que el amor no lleva consigo responsabilidades, pero la verdad es lo opuesto. Nuestro amor por Dios se demuestra con nuestra disposición y diligencia para guardar Sus mandamientos.
El Salvador enseñó: “… la verdad os hará libres” (Juan 8:32). El profeta Alma además declaró: “… la maldad nunca fue felicidad” (Alma 41:10). Y mediante el profeta José Smith, el Señor enseñó: “Hay una ley, irrevocablemente decretada en el cielo antes de la fundación de este mundo, sobre la cual todas las bendiciones se basan; y cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se obedece aquella ley sobre la cual se basa” (D. y C. 130:20–21).
La felicidad, las bendiciones y la guía vienen mediante la obediencia. El Padre Celestial desea que seas feliz y libre porque te ama, y esa es la razón por la que da mandamientos. A fin de hallar la paz que no se encuentra en este mundo, debemos aprender que someter nuestra voluntad a la del Padre Celestial es el único camino hacia la felicidad.
El Padre Celestial quiere que encuentres la felicidad eterna. Sus profetas desean que encuentres gozo inmenso. Queremos que encuentres la paz que hemos hallado al seguir al Salvador; que camines por Su senda (véase “Señor, yo te seguiré”, Himnos, nro. 138). Decide ser obediente. Tu disposición a obedecer conducirá a la libertad y a la felicidad verdadera.