Jóvenes adultos
Las personas más influyentes
¿Alguna vez has leído artículos con títulos como “30 personas influyentes que tienen menos de 30 años” y has pensado: “¿Cómo puedo entrar en esa lista?”. Ciertamente me he preguntado cómo puedo participar más, ser más útil, y sí, ser más importante (lo que probablemente significa que también necesito ser más humilde). Si bien nuestras contribuciones pueden ser algo que el mundo reconozca, a veces son un cumplimiento más privado de nuestros convenios con Dios.
Nuestra influencia no requiere viajar al extranjero para ayudar a alguien que esté lejos. Comienza en nuestra propia casa, con nuestra familia o compañeros de cuarto, y con nuestros vecinos. Comienza en la localidad donde vivimos. A la hora de comenzar a cambiar y a convertirnos, “El momento de servir” (página 44) ofrece algunos pasos prácticos para servir en nuestra localidad. El reservar tiempo para ayudar a otras personas podría implicar que debemos introducir cambios, posiblemente un cambio de corazón o un cambio en aquello en que empleamos nuestro tiempo y energía.
En “Una poderosa fuerza para el bien” (página 46), varios jóvenes adultos comparten su experiencia de desarrollar el amor cristiano por los demás. Estas experiencias muestran cómo la inspiración y la fe pueden llevar a los jóvenes adultos a ser una influencia para el bien.
El élder Gavarret nos recuerda que ya somos héroes y heroínas (véase pág. 49). En la vida premortal, elegimos venir a la tierra, y ahora podemos escoger qué tipo de diferencia queremos marcar. El encontrar nuestra misión personal nos guiará en el servicio a nuestro Padre y a Su Hijo, Jesucristo.
Según mi experiencia, hay muchas más que “30 personas influyentes menores de 30 años” entre los jóvenes adultos de la Iglesia. Las personas más influyentes que encuentro son aquellos que son “hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores” (Santiago 1:22). Ellos son los que guardan los convenios y todos ustedes pueden formar parte de ellos.
Estamos deseosos de ver la diferencia que tú marcarás,
Liz Stitt