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Por qué estoy agradecida por el aspecto que tiene mi cuerpo después del embarazo
Con las estrías y las cicatrices, mi cuerpo nunca volverá a ser igual que antes de tener a mi bebé. Pero estoy agradecida por ello.
La autora vive en Utah, EE. UU.
¿Alguna vez te has mirado y has pensado: “¡Vaya! Tendría un aspecto increíble si no fuera por…”? ¿O alguna vez te has comparado con otras chicas en las redes sociales? Yo sí. Esa era yo durante toda mi adolescencia, antes de casarme y luego de quedar embarazada. Aun cuando mi esposo me decía que mi aspecto era perfecto, yo siempre pensaba: “Si tan solo esto o lo otro…, tendría un mejor aspecto y me sentiría mejor”. Pero, en realidad, ¿harían esos “si tan solos” que nos sintiéramos mejor? En mi caso, sé que perder peso solo sería el principio, y luego habría encontrado algo más que “arreglar” en mi cuerpo y el ciclo seguiría de manera indefinida.
Cuando estaba embarazada, me encantaba tener una barriga grande y redonda. Ahí fue cuando me di cuenta de que soy perfecta a mi manera. ¡Todos lo somos! Estaba gestando a un pequeño ser humano y, ¿hay algo mejor que eso? Déjenme decirles que sí, ¡y es sostener a su bebé en los brazos!
Mi bebé, Sofía, nació hace poco. Siempre había planeado y soñado con tener un parto natural, sin fármacos y con una rápida recuperación. No obstante, debido a complicaciones durante el parto, fue necesario que me hicieran una cesárea. Para ser sincera, tenía miedo de la cirugía, tanto por mí como por mi hija. También me asustaba tener una cicatriz.
Después de la cirugía, mi cuerpo tardó mucho en recuperarse. Durante esas semanas y meses en realidad no podía hacer mucha actividad física, pero yo solo quería hacer ejercicio y volver a la talla que tenía antes del embarazo. Entonces, un día, simplemente lo entendí: mi cuerpo no es el mismo que antes de tener a mi hija, y yo tampoco lo soy. Ni mi cuerpo ni yo volveremos a ser iguales que antes de que Sofía entrase en mi vida, y estoy agradecida por eso.
He llegado a amar las estrías y la cicatriz que me dejó el embarazo porque, cada vez que las veo, me recuerdan la increíble experiencia por la que he pasado. Esas pequeñas marcas son solo un dulce recordatorio de la bella hija que el Padre Celestial me ha confiado; esas marcas en mi cuerpo me llenan de gratitud, no solo por mi hija, sino también por mi cuerpo, que puede hacer cosas maravillosas como crear, gestar y dar a luz a un ser humano. Mi cicatriz también me recuerda cómo, aun en los momentos de mayor oscuridad, o cuando las cosas no van según lo previsto, el Salvador está con nosotros. Cuando estamos asustados o heridos, Él está allí, y sabe lo que es mejor para nosotros.
Ustedes, mamás, piensen en ello: pasaron por una experiencia dolorosa pero transformadora para traer a la tierra a los hijos del Padre Celestial: ¡sus hijos! ¡Cuán increíble y aleccionadora es la experiencia de poder jugar un papel tan importante en el plan de felicidad!
Si les resulta difícil aceptarse y amarse a sí mismos, pueden orar para pedir ayuda. El Señor desea que seamos felices, y amarnos a nosotros mismos es esencial para alcanzar esa felicidad. Dios nos ayudará siempre con las pequeñas cosas, y con las no tan pequeñas. Él sabe lo que es importante para nosotros. Si oran para saber cómo amarse y aceptarse a sí mismos, Él les mostrará la manera de hacerlo.