2019
Fuertes y amistad
Agosto de 2019


Fuertes y amistad

La autora vive en Virginia, EE. UU.

Callie y Marco asistían a iglesias diferentes. ¿Podían ser buenos amigos?

“… sé ejemplo de los creyentes” (1 Timoteo 4:12).

Forts and Friendship

“¡Busquemos más palos!”, le dijo Callie a Marco.

Marco miró hacia el cielo. “Me tengo que ir a casa, ya casi se está poniendo oscuro”.

“¡Pero todavía no hemos terminado nuestro fuerte!”, dijo Callie.

“¡Lo siento!”, gritó Marco mientras salía corriendo. “Tengo que estar en casa antes del Sabbat”.

Callie suspiró. Ser amiga de Marco tenía cosas muy buenas, pero también cosas difíciles. Bueno, sobre todo una cosa difícil. No tenían mucho tiempo para jugar juntos. Estaban en el mismo grado en la escuela, pero no en la misma clase. No tenían el mismo horario de recreo. Además, los dos pasaban el día de reposo con su familia. En la iglesia de Marco, el Sabbat comenzaba a la puesta de sol el viernes por la noche. Para Callie, el día de reposo era el domingo.

¿Y las cosas buenas? Había muchas. Una era que Callie nunca se tenía que preocupar de que Marco dijera malas palabras, la tentara a hacer cosas malas o a mirar cosas que no eran buenas. Él y su familia asistían a una iglesia diferente, pero tenían muchas de las mismas creencias que Callie. Por ejemplo, santificar el día de reposo, aunque lo tuvieran en un día diferente.

Callie dejó su manojo de palos y entró a la casa.

“¿Se fue Marco a casa?”, preguntó la mamá.

“Sí”, dijo Callie, dejándose caer en una silla. “Casi nunca podemos jugar”.

“Quizás se puedan juntar el viernes, es feriado y no tienen clase en la escuela”, dijo la mamá.

“Sí, está bien”, dijo Callie, alegrándose. Prepararía todo para que, cuando llegara Marco, pudieran comenzar a construir el fuerte de inmediato.

En la escuela, más adelante esa semana, la maestra de Callie dio un anuncio. Todos los alumnos del tercer grado verían una película juntos.

“¡Sí!”, dijo Callie. Puso su almuerzo en la mochila y fue al área común entre las aulas de clase.

Todos encontraron un sitio para sentarse en el suelo y los maestros apagaron las luces. Callie estaba ilusionada al empezar la película. Se trataba de unos niños que estaban haciendo un fuerte, ¡igual que ella estaba haciendo un fuerte con Marco! Si es que lo terminamos algún día, pensó. Sacudió la cabeza y se volvió a centrar en la pantalla.

Al continuar la película, Callie se dio cuenta de que algunas de las palabras que usaban no eran muy buenas. Se comenzó a sentir cada vez más incómoda y no sabía qué hacer.

Justo entonces, sintió que alguien le daba un toquecito en el hombro. ¡Era Marco! Había ido a gatas entre todos los alumnos para hablar con ella.

“Callie, creo que no deberíamos estar viendo esto”, susurró. “Creo que deberíamos preguntar a nuestras maestras si en vez de ver la película podríamos leer”.

Callie dio un suspiro de alivio. Era agradable conocer a alguien que se sintiera igual que ella. “Sí, a mí tampoco me gusta esta película”.

Ella y Marco se pusieron de pie y fueron con cuidado entre sus compañeros hasta llegar a los maestros. Marco fue a su maestra y Callie a la suya. Ella preguntó si podría leer un libro en lugar de ver la película y la maestra dijo que sí.

Cuando Callie fue a su aula a leer, vio que Marco estaba haciendo lo mismo. Él saludó y sonrió. Callie le devolvió la sonrisa. Tener un verdadero amigo era incluso mejor que tener un fuerte terminado.