2020
Un avion cargado de historias
Agosto de 2020


Páginas Locales

Un avión cargado de historias

El pasado 2 de abril, parte de las acciones de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días frente a la emergencia mundial del COVID-19 fue facilitar un vuelo humanitario para 95 misioneros dominicanos que regresaron a República Dominicana.

Para cada misionero, este viaje y su posterior experiencia de aislamiento tejieron historias que impactaron sus vidas positivamente.

Hermana Gutiérrez, misionera dominicana, se traslada desde México

“Lo que sucedió lo puedo describir como un milagro. Estaba muy asustada al saber que pasaríamos dos semanas en la Casa de Huéspedes sin poder salir a ver la luz del sol, sin poder hablar con los otros misioneros, sin predicar el Evangelio.

“Entonces me enteré de que íbamos a tener teléfonos inteligentes para poder compartir el Evangelio con otras personas. Pensé, ¿Cómo vamos a hacer esto? ¿Vamos a hablar con las personas que estábamos enseñando en México o de dónde?

“Entonces tuve una experiencia maravillosa que me ayudó a recordar que yo soy misionera, no importa en qué situación me encuentre. Mientras estuvimos en cuarentena, hablamos con nuestros presidentes de estaca y estuvimos preguntando sobre cómo obtener referencias a quienes enseñar.

“Una de las referencias que tuvimos fue la de una de las personas que venían en el vuelo con nosotros. Tratamos de contactarle ya que él le dio su número a uno de nuestros líderes.

“Cuando le llamamos, quien nos contesto fue su esposa y hablamos con ella. Ella estaba muy agradecida a la Iglesia por el servicio que esta había dado a su esposo y deseaba escuchar de nosotros porque su esposo había hablado muy bien de la Iglesia. Entonces nos dio el número de su esposo quien estaba en cuarentena en otro lugar.

“Cuando lo llamamos, nos dijo: ‘Por fin me llamaron. Yo estaba esperando esta llamada. Sabía que este viaje iba a cambiar algo en mi vida. Yo tengo un gran testimonio de esa Iglesia. Yo deseo que pongan una iglesia donde yo vivo y que todas las personas sean bautizadas’. Nos sentimos tan bien por su respuesta.

“Nos presentamos como misioneras y que queríamos compartir el Evangelio restaurado con él. ‘No solo yo estoy aquí, sino también mi cuñado y su esposa; y yo quiero que también hablen con ellos’, nos contestó.

“Compartimos nuestro mensaje con ellos y fue algo que me conmovió muchísimo como misionera, porque puedo decir que el Padre Celestial no se olvida de nosotros y que Él hace milagros a pesar de las situaciones en que nos encontremos.

“Lo más lejos en mi mente era que iba a poder enseñar así en cuarentena. El Señor sabe que podemos enseñar, no importa cómo ni donde, Él pone los medios para que Su obra se realice. Esa persona tiene un gran testimonio de la Iglesia y me siento privilegiada por ser yo quien estuviera enseñando el Evangelio a él. Esta experiencia me conmovió tanto porque me hizo saber que yo sé que estoy llamada a servir; y si soy llamada a mi país a enseñar a estas personas que están tan deseosas de escuchar de este maravilloso Evangelio, pues aún mejor.

“La experiencia que yo he tenido con todo lo que ha pasado me ha hecho saber que al ser obediente con exactitud, al guardar los mandamientos de Dios, al guardar el horario misional, al recordar que ya no soy esa joven que dejé en casa, sino que soy representante de Jesucristo, ese Jesucristo que dio Su vida por cada uno de nosotros, ese Jesucristo que padeció tantos dolores y enfermedades para que nosotros tuviéramos la oportunidad de estar en esta tierra y poder arrepentirnos a fin de poder volver a la presencia de Dios.

“De verdad, al ser obediente podremos ver estos milagros y no solo ver milagros sino hacer milagros. Sean obedientes para que puedan sentir ese amor.

“Siento que como el profeta Nelson dijo en la conferencia de octubre que sería memorable, puedo testificar que se ha cumplido. El Señor ha cumplido Su palabra de que estaría a nuestra diestra y a nuestra siniestra y me he podido sentir protegida. Él sabe que podemos ayudar de una manera más especial a las personas de nuestro país. Ahora no tengo miedo, al contrario, siento mucho más ánimo de salir y predicar el Evangelio. Y como yo digo, es mi sangre y el hecho de poder ayudarles es un privilegio para mí al estar en mi país.

Como compartió el élder Bednar, ‘como misioneros, la asignación de trabajar en un lugar específico es esencial e importante, pero secundaria a un llamado a la obra’.

“Todo lo que comparto viene de mi corazón. Apenas tengo dos meses y he tenido experiencias tan especiales. Su obra sigue avanzando y esto es apenas el comienzo. No hay una mejor causa que el embarcarse en esta causa en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”.