Una sorpresa de Navidad
La autora vive en Colorado, EE. UU.
“¡Que pases una feliz Navidad en familia […]! Envuelve tu corazón con amor este año” (Children’s Songbook, pág. 51).
A Anna se le cayó el alma al suelo cuando entró en la habitación y vio el árbol de Navidad. El calentador de agua de la casa se había reventado y había agua en todo el piso. El papá aún estaba tratando de limpiar el desastre. Los pocos regalos que había debajo del árbol estaban totalmente empapados.
Anna y sus hermanitos tomaron toallas y trataron de secarlos, pero en verdad no funcionó, ya que estaban muy mojados.
Anna y su familia estaban pasando por problemas. Su papá no tenía empleo en ese momento; su mamá pronto tendría un bebé, y a menudo sentía malestar, y ahora no tendrían regalos en la Navidad.
Esa noche, mientras Anna se preparaba para ir a dormir, escuchó a su mamá y papá hablando en la cocina.
“¿Qué vamos a hacer?”, preguntó la mamá. Sonaba como que estaba llorando. “El dinero no alcanza para el pago de la casa y ahora ni siquiera tenemos regalos para los niños”. Anna sintió que se le hacía un nudo en el estómago.
“Ya se nos ocurrirá algo”, dijo el papá.
Anna entró en la cocina. La mamá extendió los brazos y la abrazó con fuerza. Con los brazos alrededor del estómago de su mamá, Anna sintió que el bebé se movía, y sonrió. “Vamos a tener un nuevo bebé; tú siempre dices que un bebé es un milagro.
La mamá también sonrió. “Así es. Tenemos tanto que agradecer”.
“Nos tenemos el uno al otro”, afirmó el papá y besó a Anna en la cabeza. “Todo estará bien”.
De camino a su dormitorio, Anna escuchó que sus hermanos lloraban. Ella se sentó en la cama de David.
“Todos están muy tristes”, susurró David.
“Y no vamos a recibir regalos”, dijo Robbie, lloriqueando.
“Todo va a estar bien”, afirmó Anna nuevamente. “Ya verán”.
Antes de meterse a la cama, Anna se arrodilló y preguntó al Padre Celestial qué podría hacer ella por su familia. No tenía dinero para comprar regalos, pero sintió una cálida sensación de consuelo en el corazón.
A la mañana siguiente, se quedó en la cama pensando por unos minutos antes de prepararse para ir a la escuela. ¡Entonces se le ocurrió una idea! Esa tarde se apresuró para volver a casa e hizo sus quehaceres y tareas escolares. Después buscó papel, cordel y unos marcadores y calcomanías [pegatinas] que había recibido en su cumpleaños. Llevó todo a su cuarto y cerró la puerta.
Anna no podía contener la risa cuando pensó en lo sorprendida que quedaría su familia. Primero dobló el papel y lo amarró con el cordel para hacer cuatro cuadernillos. Para el cuadernillo de su mamá escogió una calcomanía en forma de estrella y para el de su papá la de un planeta. En el de David puso un perro y en el de Robbie un cohete.
Después comenzó a dibujar. Para su mamá, Anna hizo un dibujo de ella misma barriendo la casa. Luego hizo un dibujo de ella preparando la cena con papá, otro jugando fútbol con David y otro leyéndole un libro a Robbie. Le tomó varios días llenar los cuadernillos con dibujos.
Finalmente llegó la Nochebuena y Anna colocó con cuidado los cuadernillos debajo del árbol.
Al día siguiente, entregó un cuadernillo a cada uno de sus familiares. “Me gustan estos dibujos”, dijo David. “Me encanta jugar al fútbol”.
“No son solo dibujos”, respondió Anna con emoción en la mirada. “¡Son cupones! Los dibujos muestran cosas que haré por ustedes”.
“Es el mejor regalo que nos pudiste haber dado”, señaló la mamá mientras miraba su cuadernillo. Anna sintió agradecimiento hacia el Padre Celestial por ayudarla a que se le ocurriera hacer cupones de Navidad. Pronto tendrían un nuevo bebé y con la ayuda del Padre Celestial, en verdad todo estaría BIEN.