El árbol perfecto
“Tan humilde al nacer, Cristo viene con poder” (Himnos, nro. 120).
“¡Mira este, mamá!”. Joshua señaló un árbol de Navidad. Era alto y delgado, con perfectas agujas verdes.
La mamá hizo una pausa, vio el precio y movió la cabeza. “No, creo que no”.
Joshua suspiró y siguió caminando. El mercado estaba lleno de puestos de comida y árboles de Navidad. Había muchas familias comprando árboles e ingredientes para hacer deliciosos postres, como bûche de Noël (tronco navideño). La mamá había llevado a Joshua al mercado para comprar comida, pero él no podía dejar de mirar los árboles de Navidad. Algunos de ellos eran altos y estrechos, otros eran bajos y redondos. ¡Joshua incluso vio uno que era igual de alto que él!
La mamá dijo que ese año no tenían mucho dinero y que tal vez no podrían comprar un árbol, lo cual puso un poco triste a Joshua. Siempre que iba al mercado con su mamá, seguía buscando el árbol de Navidad perfecto. A lo mejor, encontrarían un árbol que pudieran llevar a casa.
Joshua tomó la mano de su mamá mientras se dirigían a la siguiente fila de árboles. Entonces, dio un grito ahogado. Ahí estaba: ¡el árbol perfecto!
Corrió y lo tocó. No era tan verde, le hacían falta manojos de agujas y no era muy alto. De hecho, estaba bastante torcido, como un anciano que se apoya en un bastón.
“Mamá, ¡es perfecto!”, exclamó Joshua. “¿Podemos llevarlo, por favor?”.
La mamá echó un vistazo al precio. “Bueno, parece que no cuesta tantos euros, y creo que podemos meterlo en el coche”.
Joshua apenas se podía contener. Mientras esperaba que su mamá pagara el árbol, él estuvo jugando con las mangas de su abrigo. Después, un amable hombre les ayudó a poner el árbol en el coche. Cuando por fin llegaron a casa, su medio hermano, Matthieu, y el papá les ayudaron a sacar el árbol del auto. Lo llevaron dentro de la casa y lo colocaron en el rincón de la sala de estar.
“Primero hay que poner las luces”, señaló Matthieu.
Debido a que el árbol estaba tan torcido, no era fácil colgar las luces. Matthieu colocó las luces de la copa y Joshua las de la parte inferior. Enseguida, colgaron los adornos. Por último, el papá le ayudó a Joshua a colocar la estrella en la punta.
El papá enchufó las luces y puso un brazo alrededor de la mamá. Joshua sonrió ante árbol, cuyas luces hacían que toda la habitación se sintiera cálida y acogedora. Se sentó debajo del árbol y miró hacia arriba los brillantes adornos de colores. Ahora ya no lucía tan torcido ni triste. Era hermoso, era perfecto.
“Es un perfecto árbol de Jesús”, afirmó Joshua.
“¿Qué quieres decir?”, le preguntó su mamá.
“Que nuestro árbol es como Jesús”, respondió Joshua. “Él nació en un establo pobre y sucio. En el mercado, nuestro árbol lucía pobre y triste, pero ahora es hermoso y grandioso, del mismo modo que Jesús llegó a ser un hermoso rey”.
“Nuestro perfecto árbol de Jesús”, dijo el papá. “Me encanta”.
Joshua sonrió. Esa iba a ser una Navidad muy especial.