Sección doctrinal
¿A quién escogemos por padre?
Jesús dijo a los judíos que Él hablaba lo que había oído decir al Padre, y lo que el Padre le enseñó; y añadió que no hacía nada por sí mismo, sino que hacía solo lo que agradaba al Padre (cfr. Juan 8:26−29). A los judíos que creyeron en Él, les dijo: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31−32). Y añadió: “De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que comete pecado, esclavo es del pecado […]. Así que, si el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:34, 36).
Jesucristo encontraba la libertad en la obediencia al Padre en todas las cosas. Algunas personas verían incompatibles la verdadera libertad con esa sumisión, pero Jesucristo dejó claro que la libertad es incompatible con el pecado, cuyo padre es el diablo, no con la virtud y la rectitud, cuyo Padre es Dios. Pero esto resulta incomprensible para algunos, a los cuales les dijo: “¿Por qué no entendéis mi lenguaje? […]. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de sí mismo habla, porque es mentiroso y padre de la mentira. Y a mí, porque yo digo la verdad, no me creéis […]. Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios” (Juan 8:43−47).
Jesucristo establece un paralelismo entre Él y Su Padre Celestial, con los judíos y su padre el diablo. Jesucristo hablaba lo que el Padre le decía y le enseñaba; por tanto, Sus palabras eran verdaderas, y un modelo para los que lo seguían; y Jesucristo solo hacía lo que agradaba a Su Padre; por tanto, Su vida era ejemplo de virtud; y la unión de la verdad y de la rectitud hacían que Jesucristo fuera un ser libre, y un ejemplo de libertad para los demás.
Por otro lado, los judíos que habían escogido al diablo por padre solo querían hacer los deseos del diablo, y como el diablo es el padre de las mentiras, los que toman al diablo por padre han elegido la mentira como norma y, al apartarse de Dios y unirse al diablo, no solo no pueden creer ni aceptar la verdad, sino que ni siquiera entienden el lenguaje de la verdad cuando lo escuchan; y como el diablo es un homicida, el pecado se adueña de sus seguidores y los esclaviza.
Por eso, la pregunta es: ¿a quién escogemos como padre, a Dios o al diablo? Estudiando nuestra actitud ante la verdad y la mentira, y ante la virtud y el pecado, sabremos a quién estaremos escogiendo por padre, y la necesidad de hacer los cambios que sean necesarios antes de que el padre de las mentiras y del pecado nos destruya.