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Dos de los pilares de la Iglesia en Curazao
Tuve el honor de compartir con dos de las hermanas de mayor edad de la rama de Curazao, y estas son sus historias.
Eligia Schoop
La hermana Eligia Schoop, de 83 años, es una de las pioneras de la Iglesia en la isla. Con 34 años como miembro, ella nos cuenta que, gracias al Evangelio, pudo desarrollar muchas habilidades para ayudar a los que se encuentran en necesidad.
Es una hermana que, a pesar de su avanzada edad, sus problemas de salud y lo lejos que vive de la capilla, ha hecho su mayor esfuerzo por asistir todos los domingos, junto a su esposo, el Hno. Rómulo Schoop, de 83 años, y renovar sus convenios.
Desde 1972 es miembro activa de los Scouts. Con 50 años siendo Scout, ha tenido la oportunidad de ayudar y guiar a muchos niños que pasan por problemas en casa o en la escuela. Es la Scout con mayor edad de las islas de Curazao, Aruba, Bonaire, Saba y San Eustaquio.
Una de las experiencias que recuerda con mucho cariño es la de su nieto: “En los Scouts tuve la oportunidad de ayudar a mi nieto, que recibía muchas burlas en la escuela por su peso. Trataba siempre de hablar con él y que se desahogara conmigo.
“Con tantos comentarios negativos y malos tratos que recibía de parte de sus compañeros, ya no quería ser parte de los Scouts, nunca más. Siempre estaba pendiente de él y le aconsejé que, a pesar de todo lo malo que la gente pueda decirte o qué tan mal la gente pueda tratar de hacerte sentir, eres tú que tienes que saber quién eres y lo que vales”. El niño siguió en los Scouts y todavía recuerda, con mucho amor, cómo su abuela le apoyó en uno de los momentos más difíciles de su infancia.
Nos cuenta que, a su avanzada edad, busca cómo contribuir a la Iglesia y una de esas maneras es invitando a los misioneros a comer cada vez que le sea posible.
Ella nos dice: “sea lo que sea que cocino, a ellos les encanta. Amo ver a jóvenes dispuestos a poner su vida a un lado por traer la luz a almas que necesitan el Evangelio; es admirable”.
Eugenia Martina
Esta hermana, de 74 años, es la alegría en persona. Con 30 años como miembro, recuerda los diciembres de una manera muy especial. Ella relata: “En Nochebuena hacemos una cena dentro de nuestras posibilidades. Yo me encargo de la sopa; mi hija Arlene, de la ensalada y demás. Invitamos a los vecinos, los cuales también traen comida. Colocamos mesas y sillas en el jardín de mi hija y nos sentamos juntos a cenar. Es muy reconfortante compartir lo poco o lo mucho que tienes con los demás”.
Ella recuerda: “Mi esposo tuvo un accidente de auto; perdió una pierna y, por los daños en su columna, no pudo volver a caminar. En su silla de ruedas, él preparaba el jamón para la cena navideña y lo ponía en el horno. Era un hombre muy independiente y amaba ayudar a los demás. Fue presidente de la rama de Curazao por 8 años y muchos recuerdan con mucho cariño su servicio en La Iglesia. A pesar de sus propias dificultades, trataba de enfocarse en cómo ayudar a otros, en sus desafíos personales; él falleció en el año 2006”.
Esta hermana es famosa en la rama de Curazao por sus deliciosas sopas. No hay una actividad que la hermana Eugenia esté presente y no traiga sopa. Es su manera de aportar, y se siente muy feliz al ver a los demás disfrutar lo que ella hace.
Estas dos hermosas hermanas tienen un testimonio fuerte de cómo por medio del Evangelio han podido superar pruebas, sentir consuelo y, a la vez, alentar a otros en su dolor. Son un ejemplo de que no importa cuán joven o mayor seas; si deseas ayudar, por más pequeña que sea esa ayuda para ti, marca la diferencia y efectivamente, significa mucho para el Señor.