2023
¿Una Restauración maravillosa?
Febrero de 2023


Sección doctrinal

¿Una Restauración maravillosa?

Hablando de la Restauración de la Iglesia de Jesucristo en los últimos días, Isaías dijo lo siguiente: “Por tanto, he aquí que nuevamente haré una obra maravillosa entre este pueblo, una obra maravillosa y un prodigio” (Isaías 29:14).

La pregunta que deberíamos hacernos los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es si hemos descubierto realmente dónde está o en qué consiste lo maravilloso y lo prodigioso de la Restauración.

En el mismo capítulo en el que Isaías predice la Restauración, predice también la Apostasía, y habla del Libro de Mormón: tres partes muy importantes y relacionadas íntimamente: la apostasía, el Libro de Mormón y la Restauración.

Sobre la Apostasía, dice en parte lo siguiente: “Será como el que tiene hambre y sueña; y he aquí que come, pero cuando despierta, su alma está vacía; o como el que tiene sed y sueña, y he aquí que bebe, pero cuando despierta, se halla cansado y su alma sedienta” (Isaías 29:8).

Sobre el Libro de Mormón, dice lo siguiente: “Y os será toda visión como palabras de un libro sellado, el cual darán al que sabe leer y le dirán: Lee ahora esto, y él dirá: No puedo, porque está sellado. Y si se da el libro al que no sabe leer, diciéndole: Lee ahora esto, él dirá: No sé leer” (Isaías 29:11-12).

Y sobre la Restauración, ya he dicho que Isaías exclamó: “Haré una obra maravillosa y un prodigio, que hará perecer la sabiduría de los sabios” (cfr. Isaías 29:14).

Yo entiendo muy bien a Isaías cuando habla de la Apostasía, tanto en lo físico como en lo espiritual: yo me crie en una chabola, en la que no había agua, y para obtenerla teníamos que ir a una fuente lejana, y llevarla a casa en cubos. En esas circunstancias, recuerdo una noche horrorosa en la que me abrasaba la fiebre, y, como tenía mucha sed, soñé que iba caminando hasta la fuente, y cuando puse la boca debajo del grifo, me desperté sediento, sin haber podido beber ni una gota.

Amós profetizó que Dios enviaría “hambre a la tierra; no hambre de pan ni sed de agua, sino de oír la palabra del Señor” (Amós 8:11). En aquella chabola de mi infancia, mientras mis hermanos dormían, yo pasaba muchas noches empapando mi almohada con mis lágrimas; y esa vez no con sed de agua, sino con la angustia de no saber cuál era el propósito de mi vida en este mundo. Y así pasé los años de mi infancia y de mi adolescencia, buscando la fuente en la que saciar mi sed de oír la palabra de Dios, que me respondiera las preguntas de mi alma.

Por eso, cuando los misioneros me encontraron en Madrid, yo estaba buscando desesperadamente el mensaje que ellos llevaban, y lo reconocí inmediatamente, porque me vi reflejado en lo que me contaron de José Smith y su búsqueda de una iglesia a la que unirse.

Esa primera lección de los misioneros la recibí en compañía de otros jóvenes, estudiantes como yo, pero ellos, después de recibir la segunda lección, esta sobre el Libro de Mormón, decidieron que no les interesaba, y me dejaron solo en mi camino al bautismo, que recibí unas semanas después. Y me bautizaron con otros dos jóvenes que no conocía, y que después del bautismo dejaron la Iglesia.

Son muchos los que cuentan que les costó bastante aceptar el mensaje de los misioneros, y muchos más los que, aunque finalmente aceptaron la invitación que les hicieron de bautizarse, dejaron la Iglesia, porque no habían acabado de convertirse al mensaje de la Restauración.

Y yo reconozco que me cuesta mucho trabajo entender estas dudas, vacilaciones y deserciones, porque me parece incomprensible que alguien que ha nacido en la Apostasía, no valore adecuadamente la Restauración. Aunque quizá no sea suficiente haber nacido en la Apostasía, y sea necesario haberla “sufrido” también. Porque son muchos los que, como no valoran la luz espiritual, no la echan de menos, aunque estén en las tinieblas más absolutas, y duermen sin sentir la sed de oír la palabra de Dios que los empuje a buscar la fuente de agua que sacie su sed de vida eterna (cfr. Juan 4:14).

Yo no solo nací en la Apostasía sino que la sufrí durante años, y la Restauración ha satisfecho mi fiebre por encontrar el agua fresca que me quitara la sed para siempre. Por tanto, puedo decir que la Restauración ha sido y es para mí “una obra maravillosa y un prodigio”.