“Obediencia”, Temas y preguntas, 2023
Guía para el estudio del Evangelio
Obediencia
Seguir a Dios con un corazón dispuesto
Los padres reconocen la importancia de enseñar a los niños pequeños a evitar tocar una estufa caliente o correr hacia la calle delante de los autos. Si los niños obedecen, ya sea que entiendan o no por qué es necesaria la obediencia, disfrutarán de mayor seguridad y protección.
En nuestra vida preterrenal, el Señor declaró que proporcionar a los hijos de Dios una experiencia terrenal en la tierra era necesario a fin de “probar[los] […] para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare” (Abraham 3:25). Dios desea que cada uno de nosotros aprenda a seguirlo y a obedecer Sus mandamientos. Cuando lo hagamos, recibiremos la bendición de vivir con Él en “un estado de interminable felicidad” (Mosíah 2:41). Al utilizar nuestro albedrío moral y la guía del Espíritu, podemos empezar a ver por qué Dios nos ha dado leyes que obedecer. El Padre Celestial promete felicidad y bendiciones a todos los que presten atención a Sus palabras y tengan la disposición de observar Sus mandamientos.
Sección 1
Jesucristo obedeció a Dios el Padre en todas las cosas
Jesucristo declaró: “He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Juan 6:38). A lo largo de Su vida terrenal, Jesús demostró obediencia a todas las leyes y mandamientos de Su Padre, Él declaró: “Yo hago siempre lo que a él le agrada” (Juan 8:29).
En el Jardín de Getsemaní, Jesús suplicó: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). Después de sufrir en Getsemaní, se sometió humildemente a la voluntad de Su Padre y fue crucificado, haciendo de Sí mismo una ofrenda para redimirnos a todos nosotros (véase Mosíah 15:7). Debido a que Jesucristo fue obediente a Su Padre en todas las cosas, hizo posible la salvación y la exaltación para los hijos de Dios.
En nuestros días, el Señor nos pide que sigamos Sus pasos y que “viv[amos] de acuerdo con toda palabra que sale de la boca de Dios” (Doctrina y Convenios 98:11; véase también Deuteronomio 8:3). Jesucristo aclaró la razón más importante por la que debemos obedecer a Dios cuando extendió la invitación directa y sencilla: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15).
Algo en qué pensar
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Jesucristo llevó una vida santa y libre de pecado, y nos invita a seguirlo. Lea 2 Nefi 31:7–10. ¿Qué se requiere de aquellos que desean seguir a Jesucristo?
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Dios declaró que Su obra y Su gloria es “llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39). Lea Doctrina y Convenios 11:20 y considere lo que el Señor señala como “su obra”.
Actividad para aprender con otras personas
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El élder Robert D. Hales enseñó: “Porque nuestro Salvador fue obediente, Él expió nuestros pecados, de ese modo hizo posible nuestra resurrección y preparó el camino para que regresemos a nuestro Padre Celestial”1. Analicen las bendiciones que disfrutamos gracias a que Jesucristo fue perfectamente obediente a Dios el Padre. ¿Qué desea Dios que hagamos para mostrar nuestra gratitud por las muchas bendiciones que recibimos?
Más información
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Robert D. Hales, “Si me amáis, guardad mis mandamientos”, Liahona, mayo de 2014, págs. 35–38
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D. Todd Christofferson, “Para que todos sean uno en nosotros”, Liahona, noviembre de 2002, págs. 71–73
Sección 2
Su obediencia a Dios le conducirá a la felicidad y las bendiciones
En el Libro de Mormón aprendemos que todos los que escucharon el importante sermón del rey Benjamín se convirtieron profundamente a Jesucristo. Como resultado, expresaron su disposición a concertar un convenio de guardar los mandamientos de Dios (véase Mosíah 5:1–7). Una de las responsabilidades que los miembros de la Iglesia de Cristo tienen en nuestros días es guardar todos los mandamientos de Dios (véase Doctrina y Convenios 42:78). El profeta José Smith explicó cuán importante era este deber para él cuando dijo: “Me impuse esta regla: Cuando el Señor te lo mande, hazlo”2.
Nuestro amoroso Padre Celestial ha revelado el principio eterno que gobierna la manera en que se dan las bendiciones: “Cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se obedece aquella ley sobre la cual se basa” (véase Doctrina y Convenios 130:20–21). Hay varias razones por las que podríamos escoger obedecer los mandamientos de Dios. En ocasiones, podemos hacerlo por temor al castigo. A veces, quizás simplemente estemos buscando la recompensa prometida, pero la razón más importante para ser obedientes es porque amamos al Padre Celestial y a Jesucristo, y queremos servirles. Dios “requiere el corazón y una mente bien dispuesta” (Doctrina y Convenios 64:34).
Algo en qué pensar
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Piense en todas las formas en que el Padre Celestial ha demostrado Su amor por usted. Lea Mosíah 2:20–24. ¿Por qué es nuestra obediencia todo lo que Dios requiere de nosotros? Ahora lea Marcos 2:41. ¿Cómo podría describir a otras personas cuán generoso es Dios con aquellos que sinceramente procuran obedecer Sus mandamientos?
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La familia de Lehi experimentó grandes dificultades mientras viajaban por el desierto durante varios años. Debido a que procuraron guardar los mandamientos de Dios, el Señor los bendijo. Lea 1 Nefi 17:1–4. De acuerdo con el versículo 3, ¿qué está dispuesto a hacer Dios por los que guardan sus mandamientos?
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No siempre entenderemos por qué Dios ha dado ciertos mandamientos. Sin embargo, cuando ejercemos nuestro albedrío y escogemos confiar y obedecer a Dios, podemos estar seguros de que todo obrará para nuestro bien (véase Doctrina y Convenios 100:15). El Señor nos prometió: “Y si guardas mis mandamientos y perseveras hasta el fin, tendrás la vida eterna, que es el mayor de todos los dones de Dios” (Doctrina y Convenios 14:7).
Actividad para aprender con otras personas
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El presidente Ezra Taft Benson declaró: “Cuando ponemos a Dios en primer lugar, todos los demás aspectos de nuestra vida pasan a tener la posición que les corresponde o desaparecen de ella”3. ¿Qué significa para usted “poner a Dios en primer lugar”? Pida a los miembros del grupo que hablen de ocasiones en las que han visto que al poner a Dios en primer lugar “todos los demás aspectos de nuestra vida pasan a tener la posición que les corresponde o desaparecen de ella”.
Más información
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Levítico 26:3–13; Deuteronomio 4:40; 1 Nefi 3:1–7; Helamán 14:30–31; Doctrina y Convenios 59:23
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Thomas S. Monson, “Las bendiciones de la obediencia”, Liahona, octubre de 2016, págs. 4–6
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D. Todd Christofferson, “El porqué de la senda de los convenios”, Liahona, mayo de 2021, págs. 116–119
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“La obediencia: ‘Cuando el Señor te lo mande, hazlo’”, Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, págs. 167–179