Lección 32
José Smith es encarcelado injustamente
Objetivo
Que los niños comprendan que si tenemos fe en el Señor, Él nos ayudará a enfrentar cualquier adversidad.
Preparación
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Estudie, con oración, Doctrina y Convenios 121:1–8, 16–22, 26, 33, 36–37, 41–46; 122:5–9; y los relatos de los acontecimientos históricos que se encuentran en esta lección. Después, estudie la lección y decida qué método empleará para enseñar a los niños los relatos y los acontecimientos históricos y de las Escrituras. (Véase “Cómo preparar las lecciones”, págs. VI–VIII y “La enseñanza de los acontecimientos históricos y de las Escrituras”, págs. VIII–X.)
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Lectura complementaria: Éxodo 20:7.
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Elija las preguntas para analizar y las actividades complementarias que mejor promuevan la participación de los niños y los ayuden a alcanzar el objetivo de la lección.
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Escriba en una bolsa de papel la palabra Adversidad y coloque dentro algunos objetos que podrían representar una clase de adversidad, como por ejemplo: dinero para representar dificultades económicas, una botella vacía de medicina para representar enfermedades, un tenedor o una cuchara para representar hambre, un texto de estudio para representar problemas en la escuela y una lámina o un dibujo de una cara enojada para representar un amigo que está enojado o es malo.
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Materiales necesarios:
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Un ejemplar de Doctrina y Convenios para cada niño.
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Un ejemplar de la Biblia.
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El mapa de Misuri y de las zonas adyacentes que se encuentra al final de la lección 30.
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La lámina 5–30, el general Doniphan rehusa ejecutar a los líderes de la Iglesia; la lámina 5–31, José Smith reprende a los guardias de la cárcel de Richmond; la lámina 5–32, José Smith en la cárcel de Liberty.
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Sugerencias para el desarrollo de la lección
Pida a uno de los niños que ofrezca la primera oración.
Actividad para despertar el interés
Ponga a la vista la bolsa con la inscripción Adversidad.
• ¿Qué es la adversidad?
Pida a los niños que, de a uno, saquen un objeto de la bolsa y expliquen en qué forma ese objeto podría representar una adversidad, qué podría hacer una persona ante esa clase de adversidad y a quién podría pedir ayuda si tuviera una adversidad así. Asegúrese de que los niños mencionen que pueden recurrir a nuestro Padre Celestial para pedirle ayuda. Indíqueles que en esta lección, aprenderán acerca de una terrible adversidad que José Smith y otros líderes de la Iglesia tuvieron que enfrentar y de qué manera los fortalecieron las penurias por las que pasaron.
Acontecimientos históricos y de las Escrituras
Pida a los niños que relaten lo que recuerden de las lecciones previas acerca de la persecución que padecieron los miembros de la Iglesia en el estado de Misuri. Recuérdeles que el general Lucas tomó prisionero a José Smith y a otros líderes de la Iglesia, después de que el coronel Hinkle los hubo traicionado. Explíqueles la forma en que el profeta José Smith y otros líderes de la Iglesia fueron puestos en prisión injustamente, tal como se describe en el relato del acontecimiento histórico: “José Smith y otros líderes de la Iglesia son arrestados”. Después analicen las experiencias que vivió José Smith en la cárcel, tal como se explica en los relatos de los demás acontecimientos históricos y en los pasajes de las Escrituras que se dieron en la sección “Preparación”. Muestre las láminas y el mapa en el momento que considere más apropiado.
José Smith y otros líderes de la Iglesia son arrestados
Para fines del mes de octubre de 1838, el populacho antimormón y la milicia se habían preparado para atacar Far West, Misuri. Los miembros de la Iglesia en Far West construyeron una barricada para tratar de proteger la ciudad, pero no les sirvió de mucho ya que sus enemigos eran cinco veces más numerosos que ellos. El general Samuel D. Lucas, el líder de la parte de la milicia antimormona del estado de Misuri, conspiró en secreto con el coronel George M. Hinkle, un miembro de la Iglesia que pertenecía también a la milicia. El coronel Hinkle traicionó a la Iglesia y accedió a entregar a José Smith y a los demás líderes para que los juzgaran y castigaran, aun cuando él sabía que los cargos que había contra ellos no eran verdaderos. El coronel Hinkle accedió también a que los enemigos de los miembros de la Iglesia se quedaran con las propiedades de los santos y dijo que los santos dejarían las armas y se irían de Misuri.
El coronel Hinkle fue a Far West y le dijo a José Smith, Sidney Rigdon, Lyman Wight, Parley P. Pratt y a George W. Robinson que el general Lucas deseaba reunirse con ellos para hablar sobre una propuesta de paz. Sin embargo, cuando los líderes de la Iglesia llegaron a la reunión, el general Lucas los tomó prisioneros. El élder Parley P. Pratt describió lo que sucedió de la siguiente forma:
“De manera arrogante llegó el general [Lucas] y, sin dirigirnos la palabra, ordenó inmediatamente a sus guardias que nos rodearan, quienes lo hicieron bruscamente. Nos llevaron al campamento rodeados por miles de seres que tenían una apariencia salvaje, muchos de los cuales estaban vestidos y sus caras pintadas a la manera de los indios guerreros [norteamericanos]. Todos empezaron a aullar como sabuesos que van detrás de sus presas, como si hubieran realizado una de las victorias más maravillosas que jamás se hayan escrito en los anales del mundo” (Autobiography of Parley P. Pratt, págs. 186–187).
Los miembros de la Iglesia sintieron esos gritos desaforados y tuvieron temor de que hubieran asesinado al Profeta. La mayoría de ellos pasó toda la noche orando por la seguridad de sus líderes.
Los líderes de la Iglesia tuvieron que acostarse en el suelo bajo la lluvia mientras sus captores se burlaban de ellos y les exigían que hicieran milagros. A media noche el general Lucas convocó un consejo de guerra ilegal y secreto en el cual se sentenció a los líderes de la Iglesia a ser ejecutados a la mañana siguiente y ordenó al general Alexander W. Doniphan, quien no era miembro de la Iglesia, pero sí amigo de los santos, a que llevara a cabo la ejecución. El general Doniphan se rehusó diciendo: “Es un asesinato a sangre fría. No obedeceré sus órdenes”. El general Doniphan y sus hombres debían partir de Far West, pero antes de marchar, ese buen general dijo que si el general Lucas ejecutaba a los líderes de la Iglesia “así Dios me salve, lo haré responder ante un tribunal terrenal [un tribunal de justicia]” (Elementos de la Historia de la Iglesia, pág. 254). El general Lucas sintió temor ante la respuesta que había recibido del general Doniphan y no llevó a cabo las ejecuciones. Las oraciones de los miembros de la Iglesia pidiendo por la seguridad de sus líderes habían sido contestadas.
Los enemigos de la Iglesia habían planeado arrestar a los miembros que habían participado en la batalla del río Crooked (véase la lección 31), por tanto esos hombres se fueron de Far West a Iowa. Hyrum Smith y Amasa Lyman no pudieron escapar y como consecuencia fueron arrestados y llevados con los demás prisioneros.
A la mañana siguiente, el coronel Hinkle sacó a las tropas de los miembros de la Iglesia de Far West y la milicia de Misuri tomó posesión de la ciudad robando cosas de gran valor, arrestando a algunos de los hombres y ordenando al resto que se alejaran del estado.
Como los enemigos de la Iglesia iban a llevar a los prisioneros a la ciudad de Independence para someterlos a juicio, éstos les rogaron que se les permitiera ver a sus familias antes de partir, por lo que los guardias los llevaron a Far West. Emma, la esposa de José Smith, y sus hijos se sintieron muy felices de verlo vivo, ya que pensaban que lo habían asesinado, pero los guardias no les permitieron a los prisioneros permanecer por mucho tiempo con sus familias. La hermana Lucy Mack Smith, madre del profeta José y de Hyrum, llegó en el momento en que habían puesto a los prisioneros en un carromato vigilado y pudo tomarles las manos antes de que se los llevaran. Sin embargo, más tarde la hermana recibió una revelación que la llenó de consuelo y en la que se le dijo: “Sea consolado tu corazón por motivo de tus hijos, porque sus enemigos no les harán daño alguno” (Lucy Mack Smith, History of Joseph Smith, pág. 191).
José Smith reprende a los guardias
Al igual que su madre, José Smith recibió también una revelación que le brindó gran consuelo. Al comunicársela a sus compañeros de cautiverio les dijo: “Alégrense hermanos, porque la palabra del Señor llegó hasta a mí anoche y me dijo que nuestra vida sería preservada y que a pesar del sufrimiento por el que pasaríamos durante el cautiverio, ninguno de nosotros perecería” (citado en Pratt, pág. 192). A los prisioneros los llevaron hasta la ciudad de Richmond, y una vez allí, los encerraron en una casa vacía donde permanecieron por dos semanas, hasta que comenzó el juicio. Éste no fue un juicio justo, porque las personas que testificaron contra la Iglesia mintieron y quienes iban a testificar en favor de sus líderes fueron puestos en prisión o sacados del condado antes de que pudieran testificar. El general Doniphan trató de defenderlos pero según él mismo dijo: “ni aun una corte de ángeles que bajara del cielo a declarar que son inocentes podría conseguir nada” (History of the Church, tomo III, pág. 213). Antes de llevarse a cabo el juicio, el juez había decidido mandar a la cárcel a los líderes de la Iglesia y nada de lo que se dijera en dicho juicio lo haría cambiar de idea.
Durante los trece días que duró el juicio, los prisioneros permanecieron encadenados y pasaron la noche acostados en el suelo escuchando a los guardianes decir cosas terribles acerca de ellos y de otros miembros de la Iglesia. Una noche en que los guardias se jactaban de las cosas terribles que les habían hecho a los santos, utilizando para ello malas palabras y tomando con frecuencia el nombre del Señor en vano, los prisioneros los escuchaban con gran dolor. Sin embargo, repentinamente José Smith se puso de pie y les ordenó: “¡Silencio; demonios del abismo infernal. En el nombre de Jesucristo os increpo y os mando callar. No viviré ni un minuto más escuchando semejante lenguaje. Cesad de hablar de esta manera, o vosotros o yo moriremos EN ESTE MISMO INSTANTE!” (Elementos de la Historia de la Iglesia, pág. 257).
Aun cuando estaba encadenado y sin armas, José Smith permaneció tranquilo y majestuoso. Sus palabras atemorizaron a los guardias que le pidieron disculpas y se fueron a sentar en silencio en un rincón por el resto de su guardia.
Se traslada a José Smith y otros líderes de la Iglesia a la cárcel de Liberty
Al terminar el juicio, algunos de los prisioneros fueron puestos en libertad y a otros se les dejó en la cárcel de Richmond, pero a José Smith y a cinco hermanos más los trasladaron a otra cárcel en Liberty, estado de Misuri, en espera de otro juicio. Era una cárcel pequeña, más parecida a una mazmorra, con poca calefacción y escasa luz, a pesar de ser invierno. El techo era tan bajo que los prisioneros no podían permanecer completamente de pie; la comida era terrible. José Smith y los demás prisioneros permanecieron en esa cárcel por cuatro meses, mientras Brigham Young, Heber C. Kimball y John Taylor ayudaban a los miembros a salir del estado de Misuri y mudarse para Illinois.
Mientras se encontraba en la cárcel de Liberty, José Smith le preguntó al Señor cuánto tiempo más tendrían que seguir sufriendo (véase D. y C. 121:1–6) y recibió de Él una respuesta maravillosa y consoladora, en la cual le aseguraba que no se había olvidado de él ni de los demás miembros de la Iglesia (véase D. y C. 121:7–8). José Smith recibió otras revelaciones mientras se encontraba en la cárcel y le escribió una larga carta a los santos, relatándoles esas revelaciones (véase D. y C. 121–123).
En abril de 1839, los prisioneros fueron trasladados al Condado de Davies y luego al de Boone para ser juzgados. Mientras se dirigían al Condado de Boone, los guardias les permitieron escapar debido a que algunos oficiales de la ley pensaban que los prisioneros no serían convictos por los delitos que se les habían imputado y que el juicio sería una pérdida de tiempo. José Smith y los demás prisioneros fueron a Illinois a reunirse con sus familias y el resto de los miembros de la Iglesia.
Preguntas para analizar y aplicar
Al preparar la lección, estudie las preguntas y los pasajes de las Escrituras que se encuentran a continuación. Después, utilice las preguntas que usted considere que mejor ayudarán a los niños a comprender las Escrituras y a aplicar los principios a su vida. El leer los pasajes en clase con los niños hará que éstos entiendan mejor las Escrituras.
• ¿Por qué el coronel Hinkle, siendo miembro de la Iglesia, traicionó al Profeta? ¿Por qué el general Doniphan, que no era miembro, ayudó al Profeta? ¿Por qué creen que esos hombres hicieron lo que hicieron? ¿Por qué pudo haber resultado difícil para el general Doniphan mantenerse firme por lo que creía que era correcto? ¿Por qué podría ser difícil para ustedes mantenerse firmes por lo que creen que es correcto? ¿Qué pueden hacer en esos casos para recibir ayuda?
• ¿En qué forma consoló el Señor a José Smith y a su madre cuando éste fue llevado a prisión? ¿De qué manera creen que esas revelaciones ayudaron a la hermana Lucy y al Profeta a soportar esas pruebas? ¿Cómo los consuela el Señor a ustedes cuando están tristes o tienen problemas?
• ¿Cómo debemos utilizar el nombre del Señor? (Éxodo 20:7.) ¿Por qué creen que José Smith se sintió ofendido al oír cómo los guardias tomaban en vano el nombre del Señor? (Véase la actividad complementaria Nº 3.) ¿Qué podemos hacer cuando quienes nos rodean toman en vano el nombre del Señor? (Véase la actividad complementaria Nº 2.)
• ¿Por qué permite el Señor que hayan problemas y adversidades en nuestra vida? (D. y C. 121:7–8; 122:5–9.) ¿En qué forma las adversidades nos “servirán de experiencia y serán para [nuestro] bien”? (D. y C. 122:7.) ¿De qué manera aprendemos de nuestros problemas? ¿Quién, mientras se encontraba en la tierra, tuvo que enfrentar la adversidad más grande que se haya conocido? (D. y C. 122:8.) ¿Cómo el saber acerca de la adversidad que padeció el Salvador nos ayuda a enfrentar la nuestra? Si lo desea, hable de una experiencia apropiada, por la cual usted haya pasado, en la cual la adversidad lo haya fortalecido. Pida a los niños que hablen de sus propias experiencias.
• ¿Qué pasará con quienes luchan contra la verdad y dicen mentiras acerca de la Iglesia? (D. y C. 121:16–22.) ¿Qué bendiciones prometió el Señor a quienes permanecieran fieles a pesar de la adversidad que tuvieran que enfrentar? (D. y C. 121:7–8, 26, 33.)
Actividades complementarias
En cualquier momento de la lección o como repaso, resumen o cometido, utilice una o más de las siguientes actividades:
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Pida a uno de los niños que lea en voz alta Doctrina y Convenios 121:7–8 y a otro que lea Doctrina y Convenios 122:7. Repase las cosas que se utilizaron para demostrar la adversidad en la actividad para despertar el interés y trate de que los niños decidan por sí mismos cómo el soportar esa clase de adversidades podría servirles “de experiencia y [ser] para [su] bien”.
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Explique que las palabras son poderosas y que pueden hacer que se formen emociones e imágenes en nuestra mente. Pida a los niños que cierren los ojos y escuchen a medida que usted diga algunas palabras descriptivas. Diga las palabras con lentitud y haga una pausa después de cada una de ellas para permitir que uno de los niños describa cómo se siente al escuchar esa palabra. Elija a un niño diferente para comentar cada una de las palabras.
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Ejemplos:
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Arco iris
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Trueno
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Pantanoso
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Navidad
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Enfermedad
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Pegajoso
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Obscuridad
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Luz
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Dulce
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Risa
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Ácido
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Llanto
Explique que debido a que sabemos que las palabras son poderosas, debemos elegir con cuidado las palabras que vamos a pronunciar y evitar decir aquéllas que puedan crear imágenes inapropiadas en nuestra mente o demostrar falta de respeto por nuestro Padre Celestial, por Jesucristo o por otras personas.
Lea y analice con los niños la siguiente cita:
“Diré los nombres de mi Padre Celestial y de Jesucristo reverentemente. No profanaré ni utilizaré palabras vulgares”.
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Relate con sus propias palabras el siguiente episodio ocurrido al élder Spencer W. Kimball, quien más tarde fuera el duodécimo Presidente de la Iglesia:
“Un día en que me encontraba internado en el hospital, un funcionario que empujaba mi camilla hacia la sala de operaciones tropezó, y enojado comenzó a maldecir utilizando varios de los nombres con que se le conoce al Salvador. Aun a pesar de estar medio inconsciente, sentí un gran disgusto y le imploré:
“ —¡Por favor! ¡Por favor! Es el nombre de mi Señor el que está usted injuriando. —Se hizo un profundo silencio y luego, con voz reprimida, él empleado susurró:
—Perdóneme. (“Profane Not the Name of Thy God!” Improvement Era, mayo de 1953, pág. 320.)
Explique que el presidente Kimball amaba y honraba a nuestro Padre Celestial y a Jesucristo y que, por ese motivo, fue muy doloroso para él oír como otras personas utilizaban Sus nombres irrespetuosamente, sin honra ni amor.
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Pida a los niños que se imaginen cómo sería pasar cuatro meses en un lugar como lo era la cárcel de Liberty.
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Relate con sus propias palabras lo que le sucedió a Mercy Thompson, la cuñada de Hyrum Smith:
“Cerca del primero de febrero de 1839, a pedido de su esposo [Hyrum Smith], mi hermana [Mary Fielding Smith, que estaba enferma en ese momento] fue colocada en una cama hecha en un carromato y llevada a verlo a la cárcel, un camino de 60 kilómetros, con su pequeño hijo Joseph F. que tenía apenas unas once semanas. Hacía mucho frío y sufrimos mucho durante el viaje. Llegamos a la cárcel durante la noche, fuimos admitidos y las puertas se cerraron a nuestras espaldas. Fue una noche difícil de olvidar, una noche en vela. Di de mamar a los bebés [a Joseph F. y a su propia niña de ocho meses] y a la mañana nos preparamos para comenzar el viaje de regreso con mi pobre hermana. Nunca podré olvidar el rechinar de las visagras de la puerta al cerrarse dejando dentro a uno de los hombres más nobles del mundo. Los sentimientos que experimentamos en el trayecto de regreso a casa son indescriptibles. No cambiaría ni por todo el oro del mundo el honor que tuve de haber pasado unas horas en aquella cárcel con tan dignos y excelentes hombres. ¡No! ¡No!” (citado en Don Cecil Corbett, Mary Fielding Smith: Daughter of Britain [Salt Lake City: Deseret Book Co., 1966], pág. 86).
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Explique que parte de la revelación que recibió José Smith mientras se encontraba en la cárcel de Liberty fue acerca del uso del sacerdocio. Pida a los niños que, de a uno, lean en voz alta Doctrina y Convenios 121:41–46) para encontrar las respuestas a las siguientes preguntas:
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¿Cómo deben utilizar los hombres el poder del sacerdocio? (D. y C. 121:41–46.)
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¿Cuáles son las bendiciones que se reciben al utilizar correctamente el sacerdocio? (D. y C. 121:45–46.)
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¿Cómo se pueden preparar los hombres jóvenes para utilizar correctamente el sacerdocio?
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¿Cómo pueden ustedes honrar el sacerdocio?
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Canten o repitan la letra de la canción “Muestra valor”, (Canciones para los niños, pág. 80).
Conclusión
Testimonio
Exprese gratitud por José Smith y por su disposición de confiar en el Señor en las circunstancias más difíciles. Testifique que por medio de la adversidad podemos fortalecernos e inste a los niños a confiar en el Señor cuando tengan problemas.
Sugerencias de lectura
Sugiera que los niños estudien en casa Doctrina y Convenios 121:1–8, 41–46 como repaso de esta lección.
Sugerencias para que los niños hablen con la familia
Inste a los niños a hablar con la familia sobre una parte específica de la lección, tal como un relato, una pregunta o actividad, o que lean con ella la “Sugerencia de lectura” que tienen para estudiar en casa.
Pida a uno de los niños que ofrezca la última oración.