Lección 27
Los miembros de la Iglesia son expulsados del condado de Jackson
Objetivo
Que los niños comprendan que aun cuando pasemos por problemas y pruebas, seremos bendecidos si somos obedientes y perseveramos hasta el fin.
Preparación
-
Estudie, con oración, Doctrina y Convenios 82:10 y 57:1–6; los relatos históricos que se encuentran en esta lección y Doctrina y Convenios 97:1–2; 98:1–6, 11–14, 22–27; 101:1–9. Después, estudie la lección y decida qué método empleará para enseñar a los niños los relatos y los acontecimientos históricos y de las Escrituras. (Véase “Cómo preparar las lecciones”, págs. VI–VIII y “La enseñanza de los acontecimientos históricos y de las Escrituras”, págs. VIII–X.)
-
Lectura complementaria: Éter 13:1–8; Doctrina y Convenios 45:64–67; 90:34; y Principios del Evangelio (31110 002), capítulo 41.
-
Elija las preguntas para analizar y las actividades complementarias que mejor promuevan la participación de los niños y los ayuden a alcanzar el objetivo de la lección.
-
Practique la reacción química que se utiliza en la actividad para despertar el interés. El día que vaya a dar la clase, lleve bicarbonato de sodio, vinagre, cucharas para medir y dos recipientes abiertos que sean lo suficientemente grandes como para que la reacción se produzca sólo dentro de ellos. Si elige hacer la actividad optativa para despertar la atención, lleve en cambio un lápiz y una copia del siguiente mensaje para cada uno de los niños:
-
Materiales necesarios:
-
Un ejemplar de Doctrina y Convenios para cada niño.
-
La lámina 5–26, Los mormones son expulsados de Misuri.
-
Sugerencias para el desarrollo de la lección
Pida a uno de los niños que ofrezca la primera oración.
Actividad para despertar el interés
Coloque dos recipientes vacíos y abiertos sobre una mesa. En uno de ellos mezcle una cucharadita de bicarbonato de sodio con dos cucharadas de vinagre (si no consigue ninguno de esos ingredientes, utilice la actividad optativa que se encuentra más adelante para despertar el interés). Invite a uno de los niños para que trate de hacer el mismo experimento en el otro recipiente. Hágales notar que la reacción química fue la misma en ambos casos. Cuando el vinagre y el bicarbonato de sodio se combinan, producen siempre la misma reacción. Esa reacción es constante. Pida a los niños que definan la palabra constante (algunos de los sinónimos pueden ser: invariable, seguro, consecuente, veraz, firme, siempre igual).
Explique que nuestro Padre Celestial es constante e invariable. Cuando Él hace una promesa, podemos estar seguros de que la cumplirá. Pida a uno de los niños que lea Doctrina y Convenios 82:10. Indíqueles que a pesar de las pruebas y los problemas que tengamos que pasar, si somos fieles y obedientes, al final recibiremos las bendiciones prometidas.
Actividad optativa para despertar el interés Entregue a cada niño un lápiz y una copia del mensaje. Explíqueles que las letras están en el orden correcto, pero que los espacios que deben ir entre las palabras están equivocados. Pida a los niños que estudien el mensaje y luego tracen una línea donde se supone que vaya cada uno de los espacios que separan las palabras. Adviértales que no deben decir en voz alta el mensaje hasta que todos hayan terminado.
Pida a uno de los niños que lea en voz alta el mensaje correcto. (“Dios es constante y si le obedecemos Él siempre nos bendecirá”). Pídales que definan la palabra constante (algunos de los sinónimos pueden ser: invariable, seguro, consecuente, veraz, firme, siempre igual).
Explique que nuestro Padre Celestial es constante e invariable. Cuando Él hace una promesa, podemos estar seguros de que la cumplirá. Pida a uno de los niños que lea Doctrina y Convenios 82:10. Indíqueles que a pesar de las pruebas y los problemas que tengamos que pasar, si somos fieles y obedientes, al final recibiremos las bendiciones prometidas.
Acontecimientos históricos y de las Escrituras
Haga hincapié en la importancia de obedecer siempre los mandamientos de Dios, mientras enseña a los niños acerca de la Nueva Jerusalén (Sión); la persecución que sufrieron los miembros de la Iglesia en el condado de Jackson, estado de Misuri; y su expulsión final del condado, tal como se describen en los siguientes relatos históricos y en los pasajes de las Escrituras que se dieron en la sección “Preparación”. Muestre la lámina cuando lo considere más apropiado.
Se revela la ubicación de Sión y se dedica el sitio
Los profetas del Libro de Mormón profetizaron que en el continente americano se establecería una ciudad santa llamada Sión o la Nueva Jerusalén, donde todas las personas serían dignas, (véase Éter 13:1–8). En Doctrina y Convenios se describe esa ciudad como un sitio de paz y seguridad para los miembros de la Iglesia, un lugar donde Jesucristo morará y a donde los inicuos no llegarán (véase D. y C. 45:66–67).
En julio de 1831, José Smith recibió una revelación (D. y C. 57) de que esa ciudad de Sión sería establecida en el condado de Jackson, estado de Misuri, y que el templo sería edificado en Independence, una ciudad en el condado de Jackson (véase D. y C. 57:1–3). El 2 de agosto de 1831, Sidney Rigdon dedicó al Señor la tierra del condado de Jackson para el recogimiento de los santos (los miembros de la Iglesia). Al día siguiente, José Smith dedicó el sitio del templo en Independence. Como parte de la dedicación de la tierra, los miembros que asistieron al servicio dedicatorio prometieron guardar las leyes de Dios y ayudar a los demás a hacer lo mismo.
Los miembros de la Iglesia se establecen en el condado de Jackson
Muchos miembros de la Iglesia estaban ansiosos por mudarse al condado de Jackson con el fin de ayudar en la construcción de la ciudad de Sión. De acuerdo con las instrucciones del Señor, compraron todos los terrenos posibles para establecer granjas y construir casas (véase D. y C. 57:4–6). Los miembros de la Iglesia que fueron a edificar Sión disfrutaron una época de paz; no había ladrones ni ociosos entre ellos y todos juntos adoraban a Dios. Parley P. Pratt dijo acerca de los miembros del condado de Jackson de ese tiempo: “No creo que jamás haya habido gente sobre la tierra tan feliz como los miembros de la Iglesia de ese lugar” (Autobiography of Parley P. Pratt, pág. 93).
Sin embargo, con el correr del tiempo, algunos de ellos se volvieron desobedientes, otros se sentían disgustados de que el profeta José Smith no se hubiera mudado a Misuri y comenzaron a criticarlo. Varios discutían con los líderes del sacerdocio o no les hacían caso porque pensaban que podían dirigir la Iglesia mejor que los hombres que Dios había llamado para ello. Los miembros permitieron que hubiera entre ellos un espíritu de celos y desobediencia.
A los santos se les exhortó a que se arrepintieran y se les recordó que debían leer el Libro de Mormón y obedecer los mandamientos que habían recibido. La mayoría de ellos se arrepintió y prometió guardar los mandamientos de Dios en el futuro. Cuando los miembros de la Iglesia comenzaron a arrepentirse, el Señor le dijo a José Smith: “…los ángeles se regocijan a causa de ellos” (D. y C. 90:34).
Los miembros de la Iglesia enfrentan persecución en el condado de Jackson
A pesar de que los miembros de la Iglesia del condado de Jackson vivían en paz, algunos de los residentes de Misuri, que no eran miembros, tenían temor y enojo contra ellos. Cuando los santos comenzaron a mudarse para el condado de Jackson, la ciudad de Independence era una pequeña población fronteriza de unas veinte casas y algunos comercios. Sólo unos pocos habitantes del lugar sabían leer y escribir. Algunas personas habían escuchado a los miembros de la Iglesia decir que Dios les había dado la tierra del condado de Jackson y, por tanto, tenían miedo de que éstos se apoderaran del condado y echaran a todos los demás habitantes. Los predicadores de las otras iglesias del lugar también temían que los miembros de sus congregaciones se unieran a los santos y trataron de infundir el miedo y la contención entre la gente.
En abril de 1833, los sentimientos de odio y envidia hicieron que un populacho integrado por trescientos hombres se reuniera en Independence para planear la forma de deshacerse de los miembros de la Iglesia. Cuando los líderes de la Iglesia se enteraron de esa reunión, oraron fervientemente para que el Señor no permitiera que los malvados planes de esa gente siguieran adelante. Sus oraciones fueron contestadas: los miembros del populacho no se pusieron de acuerdo con ningún plan, se emborracharon y terminaron peleando entre sí. Sin embargo, la turba no se dio por vencida en sus esfuerzos para hacer que los miembros de la Iglesia abandonaran el condado de Jackson.
En julio de 1833, un grupo numeroso de enemigos de la Iglesia se reunió nuevamente en Independence y decidió expulsar a los miembros de la Iglesia “pacíficamente, si podemos; por la fuerza, si fuese necesario”. La gente que asistió a esa reunión se lanzó a la calle y destruyó la imprenta del hermano William W. Phelps, donde se estaba imprimiendo el Libro de Mandamientos (véase la lección 22). Pocos días más tarde, una turba de hombres armados quemaron las cosechas de los miembros de la Iglesia así como sus edificios, luego de lo cual los amenazaron con destruirlos a ellos mismos. Seis líderes de la Iglesia: Edward Partridge, William W. Phelps, Isaac Morley, Sidney Gilbert, John Whitmer y John Corrill se ofrecieron valientemente a rendirse si el populacho dejaba tranquilos a los demás miembros, pero éste se negó. Los líderes de la Iglesia finalmente firmaron un documento en el cual prometían dejar el condado de Jackson para principios del siguiente año si la turba dejaba en paz a los miembros.
Los miembros de la Iglesia que vivían en el condado de Jackson estaban enojados y atemorizados por las persecuciones que habían pasado y, naturalmente, querían vengarse. Sin embargo, aun antes de que el Profeta supiera todo lo que los miembros estaban pasando en el condado de Jackson, recibió una revelación (D. y C. 98) en la cual el Señor les decía que no debían buscar venganza, sino perseverar con paciencia y apegarse a las leyes del país. Como ellos eran obedientes a las leyes del país, decidieron pedir al gobernador del lugar que pusiera fin a la persecución que sufrían a manos del populacho, pero éstos últimos hicieron caso omiso de la ley y los persiguieron aún más. Los miembros de la Iglesia no pudieron obtener ayuda del gobernador debido a que algunos de los funcionarios municipales locales formaban parte del populacho. La mayoría de las personas que vivían en el condado de Jackson se mostraban muy amistosas con los miembros, pero tenían miedo de defenderlos de la turba.
Los miembros de la Iglesia abandonan el condado de Jackson
El 4 de noviembre de 1833, cerca del río Big Blue, el populacho inició una batalla contra un pequeño grupo de miembros de la Iglesia compuesto por hombres y muchachos. Uno de ellos, que era ventrílocuo, asustó durante algún tiempo a la turba, imitando diferentes voces y haciéndoles creer que había muchas personas para la defensa. Sin embargo, el populacho sobrepasaba el doble el número de los miembros de la Iglesia y tenían tres veces más el número de armas. A pesar de que los integrantes de la turba fueron los primeros en abrir fuego, y lo único que hicieron los santos fue defenderse, los enemigos de la Iglesia corrieron la voz de que los miembros estaban atacando a los residentes del condado de Jackson. Temiendo por su seguridad, los líderes de la Iglesia pidieron a los miembros que se fueran del condado.
Durante los dos días subsiguientes, más de mil miembros de la Iglesia huyeron de sus enemigos en medio del crudo frío. Un grupo de ciento noventa personas, en su mayoría mujeres y niños, se vieron obligados a huir cuarenta y cinco kilómetros a través de un campo de punzantes rastrojos que les lastimaron terriblemente los pies. La mayoría de ellos acampó a lo largo de la ribera del río Misuri, algunos en tiendas de campaña y otros al aire libre alrededor de fogatas, mientras la lluvia caía a torrentes. A pesar de sus sufrimientos, los miembros de la Iglesia sabían que nuestro Padre Celestial seguía queriéndolos. Una noche vieron una asombrosa lluvia de meteoritos en el cielo. Durante toda la noche, las largas estelas de luz que caían en forma de espiral formaban caprichosas figuras en el cielo; los miembros de la Iglesia consideraron esto como una señal de que el Padre Celestial los protegería. Los integrantes del populacho que había cabalgado hasta el río para perseguirnuevamente a los santos, vio también la lluvia de meteoritos y se sintieron tan sorprendidos que regresaron a sus casas y por diez días no volvieron a molestarlos.
Los miembros de la Iglesia no pudieron jamás regresar a sus casas en el condado de Jackson; sufrieron grandes persecuciones, pero sabían que si continuaban fieles y obedientes, al final recibirían todas las bendiciones prometidas, si no en esta vida, en la vida venidera. Los primeros miembros de la Iglesia no pudieron establecer la ciudad de Sión, la Nueva Jerusalén, pero algún día será finalmente edificada en preparación de la segunda venida del Salvador.
Preguntas para analizar y aplicar
Al preparar la lección, estudie las preguntas y los pasajes de las Escrituras que se encuentran a continuación. Después, utilice las preguntas que usted considere que mejor ayudarán a los niños a comprender las Escrituras y a aplicar los principios a su vida. El leer los pasajes en clase con los niños ayudará a que entiendan mejor las Escrituras.
• De acuerdo con la revelación que recibió José Smith, ¿dónde estará ubicada la ciudad de Sión? (D. y C. 57:1–2.) ¿Dónde se edificará el templo? (D. y C. 57:3.) ¿Cuándo se establecerá la ciudad de Sión? (Poco antes de la Segunda Venida.) ¿Cómo será la ciudad? (D. y C. 45:66–67.)
• ¿En qué forma fueron desobedientes algunos de los miembros del condado de Jackson? (D. y C. 101:6–7.) ¿Qué significa ser lentos en escuchar? ¿Por qué debemos obedecer rápidamente? ¿De qué manera el ser obedientes influye en la respuesta que recibimos a nuestras oraciones?
• ¿Qué clase de tentaciones y presiones enfrentan los niños de la misma edad que ustedes, las cuales pueden llevarlos a la desobediencia? ¿Cómo pueden resistir esas tentaciones y presiones?
• ¿Qué dijo el Señor a los miembros de la Iglesia del condado de Jackson cuando les aconsejó que no buscaran la venganza? (D. y C. 98:1–3.) ¿Qué les dijo que tenían que hacer cuando sus familias fueran perseguidas? (D. y C. 98:23–24; véase la actividad complementaria Nº 2.) ¿Qué podemos hacer para tener más paciencia y perdonar a las personas que nos tratan injustamente?
• Explique a los niños que el Señor dijo a los miembros de la Iglesia que no temieran morir por el Evangelio (D. y C. 98:13–14). Por lo general, la prueba que enfrentamos en la actualidad no es si estamos dispuestos a morir por el Evangelio, sino si estamos dispuestos a vivir de acuerdo con él. ¿Cómo podemos vivir de acuerdo con el Evangelio? ¿De qué manera nos dice el Señor que vivamos? (D. y C. 98:11.)
• A pesar de que los miembros en el condado de Jackson habían sido desobedientes, ¿qué sentía el Señor por ellos? (D. y C. 101:1–3, 9.) Explíqueles que algunos de los miembros no eran culpables de pecados graves, pero aún así, fueron expulsados de sus casas. Ellos recibieron o recibirán todas las bendiciones que les fueron prometidas a causa de su obediencia. ¿Cuáles son algunas de las bendiciones que ustedes han recibido por haber sido obedientes? ¿Cuáles son algunas de las bendiciones que esperamos recibir en la vida venidera por haber sido obedientes a los mandamientos durante esta vida?
Actividades complementarias
En cualquier momento de la lección o como repaso, resumen o cometido, utilice una o más de las siguientes actividades:
-
Mencione un mandamiento que se nos ha dado y la forma de guardarlo; luego tire una bolsita llena de frijoles (porotos, judías) o cualquier objeto liviano a uno de los niños y pídale que mencione otro mandamiento y la forma en que podemos guardarlo, y que después tire la bolsita o otro de los niños. Continúe de esta forma hasta que todos los niños hayan tenido la oportunidad de participar por lo menos una vez.
-
Coloque dentro de una bolsa de tela o dentro de una media aproximadamente cinco a diez objetos bien conocidos, tales como un juguete pequeño, una llave, un botón, un clavo, un dulce (caramelo), etc. Cierre la boca de la bolsa o la media con un nudo o átela con un trozo de cordel para mantenerla cerrada.
Entregue papel y lápices a los niños y pídales que, uno por uno, palpe la bolsa y luego escriba en su hoja de papel lo que piensa que contiene. Después que todos hayan terminado, abra la media o la bolsa y muestre a los niños su contenido. Hágales ver que les fue muy difícil saber lo que había dentro de la bolsa con sólo palparla por fuera, y que así como podemos ver las acciones de una persona, no nos es posible ver los pensamientos o los sentimientos que causan dichas acciones.
Explique que el Señor había mandado a los miembros de la Iglesia que soportaran la persecución con paciencia y no trataran de vengarse de sus enemigos (véase D. y C. 98:23–24). Lo santos podían ver únicamente las acciones de sus enemigos, pero sólo el Señor sabía por qué el populacho había actuado de esa forma. Solamente Él sabía lo que llevaban en el corazón; los santos debían perdonar en lugar de buscar la venganza.
-
¿Qué les sucede a las personas que se niegan a perdonar? (Los sentimientos de odio, ira y venganza alejan al Espíritu de Dios. Ninguna persona que se niega a perdonar puede ser verdaderamente feliz.)
-
-
Relate la siguiente anécdota con sus propias palabras:
Durante una batalla sostenida con el populacho en el condado de Jackson, un miembro de la Iglesia llamado Philo Dibble fue herido de un balazo en el abdomen. No se esperaba que viviera, ya que en esa época, una herida así causaba la muerte, ya fuera desangrándose o por medio de una infección.
Los miembros de la Iglesia huían del condado de Jackson y los amigos de Philo Dibble no querían dejarlo atrás; sin embargo, era muy peligroso para ellos quedarse y era imposible llevar al herido debido a la gravedad de su estado. Newel Knight, uno de sus amigos, pasó escabulléndose por entre la turba, llegó hasta la casa de Philo Dibble, le dio rápidamente una bendición del sacerdocio y se volvió a ir.
Al día siguiente, Newel Knight se encontró con Philo Dibble, casi recuperado, a unos quince kilómetros de su casa. El hermano Dibble le contó al hermano Knight que después que recibió la bendición se le aminoró el dolor y de la herida le comenzó a salir una gran cantidad de pus, además de la bala e inclusive un trozo de la camisa. Gracias a la bendición del sacerdocio que recibió, el hermano Dibble se recuperó completamente, cruzó las planicies hasta el estado de Utah y siguió siendo un miembro fiel de la Iglesia por el resto de sus días. (Véase Dean Hughes y Tom Hughes, Great Stories from Mormon History, [Salt Lake City: Deseret Book Company, 1994], págs. 35–37; véase también Parley P. Pratt, Autobiography of Parley P. Pratt, [Salt Lake City: Deseret Book Company, 1975], págs. 99–100; y History of the Church, tomo I, pág. 431.)
-
Ayude a los niños a aprender de memoria Doctrina y Convenios 82:10 y recalque que el Señor nos bendecirá si guardamos los mandamientos.
-
Ayude a los niños a aprender de memoria o a repasar el tercer Artículo de Fe. Recuérdeles que para obtener la salvación es necesario que seamos obedientes a los mandamientos de Dios.
-
Canten o repitan la letra de las canciones “Siempre obedece los mandamientos” (Canciones para los niños, pág. 68) o “Voy a vivir el Evangelio” (Canciones para los niños, pág. 72).
Conclusión
Testimonio
Inste a los niños a que obedezcan los mandamientos de Dios y testifíqueles que aun cuando todos tenemos problemas y pasamos por pruebas, si somos obedientes y perseveramos hasta el fin, algún día recibiremos las bendiciones prometidas.
Sugerencias de lectura
Sugiera que los niños estudien en casa, y si es posible aprendan de memoria, Doctrina y Convenios 82:10 como repaso de esta lección.
Sugerencias para que los niños hablen con la familia
Exhorte a los niños a que hablen con la familia sobre una parte específica de la lección, tal como un relato, una pregunta o actividad, o que lean con ella la “Sugerencia de lectura” que tienen para estudiar en casa.
Pida a uno de los niños que ofrezca la última oración.