“Lección 3 — Material de preparación para la clase: El sueño de Lehi sobre el árbol de la vida”, Enseñanzas y doctrina del Libro de Mormón: Material para el maestro, 2021
“Lección 3 — Material de preparación para la clase”, Enseñanzas y doctrina del Libro de Mormón: Material para el maestro
Lección 3 — Material de preparación para la clase
El sueño de Lehi sobre el árbol de la vida
Piensa en las personas, organizaciones, sitios de internet o plataformas de redes sociales que influyen en tus pensamientos, decisiones y acciones a diario. ¿Cuántas de esas fuentes te animan a seguir a Jesucristo? A medida que estudies, considera cómo la palabra de Dios te puede ayudar a aumentar tu capacidad para andar por el estrecho y angosto camino que conduce al Señor y a las bendiciones de Su expiación.
Sección 1
¿Cómo puedo sentir más intensamente el amor de Dios en mi vida?
Mientras la familia de Lehi “estaba en el desierto” (1 Nefi 8:2) durante su viaje hacia la tierra prometida, Lehi recibió una visión de Dios. En la visión, un hombre vestido con un manto blanco guio a Lehi a “un desierto obscuro y lúgubre” (1 Nefi 8:1–7).
Más adelante, Nefi recibió una visión similar a la de su padre. Cuando Nefi pidió que se le concediera comprender el significado del árbol de la vida, se le mostró a “la madre del Hijo de Dios, según la carne […], llevando a un niño en sus brazos” (1 Nefi 11:18, 20). Luego, un ángel se apareció a Nefi para ayudarlo a comprender mejor el significado del árbol.
El élder Neal A. Maxwell, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “El participar del amor de Dios es participar de la expiación de Jesús y de […] los gozos que ella brinda” (“Lecciones que aprendemos de Lamán y Lemuel”, Liahona, enero de 2000, pág. 7).
Asimismo, el élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo:
El participar del fruto del árbol también simboliza que aceptamos las ordenanzas y los convenios del Evangelio restaurado: ser bautizados, recibir el don del Espíritu Santo y entrar en la Casa del Señor para ser investidos con poder de lo alto. Mediante la gracia de Jesucristo y al honrar nuestros convenios, recibimos la promesa inconmensurable de vivir con nuestra familia justa por la eternidad.
No es de extrañar que el ángel describiera el fruto como “el de mayor gozo para el alma” [1 Nefi 11:23] (“El fruto”, Liahona, noviembre de 2019, pág. 117).
Sección 2
¿Qué cosas me alejan de Jesucristo y de los frutos de Su expiación?
No todas las personas que aparecían en el sueño de Lehi probaron el fruto o se quedaron luego de comerlo. En este relato aprendemos que, mientras algunas personas se rehusaron a recibir al Salvador y las bendiciones que provienen de Su expiación, otras personas probaron Su bondad y luego se apartaron de Él porque se distrajeron, se avergonzaron o se sintieron tentadas a vivir en pecado.
Sección 3
¿Cómo puedo resistir la tentación y permanecer fiel a Jesucristo?
En su visión, Lehi vio tres grupos de personas que procuraban caminar por el sendero estrecho y angosto que conducía al árbol y al fruto. Lehi también vio una barra de hierro a lo largo del sendero que conducía al árbol.
Nefi enseñó que la barra de hierro representaba la palabra de Dios y que quienes se aferraran a ella “no perecerían jamás; ni los vencerían las tentaciones ni los ardientes dardos del adversario” (1 Nefi 15:24). El presidente Ezra Taft Benson señaló que la palabra de Dios se encuentra “en las Escrituras, en las palabras de los profetas vivientes y en la revelación personal” (“El poder de la palabra”, Liahona, julio de 1986, pág. 73).
La hermana Ann M. Dibb, quien fue consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes, brindó palabras de aliento a aquellos que se han soltado de la barra de hierro:
No siempre es fácil aferrarse a la barra de hierro. A veces nos soltamos por culpa de la presión de los amigos o del orgullo, creyendo que luego habrá tiempo de retomar el camino más adelante […]. Nefi dice: “… y muchos otros desaparecieron de su vista, desviándose por senderos extraños” (1 Nefi 8:32). Cuando pasamos por momentos difíciles puede que nos hallemos desorientados “en senderos extraños”. Déjenme decirles con toda certeza que siempre es posible encontrar el camino de regreso. El sacrificio expiatorio de nuestro Salvador Jesucristo hace posible que el arrepentimiento nos permita asirnos de nuevo a la barra de hierro y volver a sentir la amorosa guía de nuestro Padre Celestial. El Salvador nos ha extendido una invitación permanente: arrepiéntanse, sujétense y no se suelten (“Aférrense”, Liahona, noviembre de 2009, págs. 80–81).