“Lección 8 — Material de preparación para la clase: La vida después de la muerte”, Enseñanzas y doctrina del Libro de Mormón: Material para el maestro, 2021
“Lección 8 — Material de preparación para la clase”, Enseñanzas y doctrina del Libro de Mormón: Material para el maestro
Lección 8 — Material de preparación para la clase
La vida después de la muerte
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “No tenemos por qué ver la muerte como un enemigo. Con comprensión y preparación completas, la fe substituye al temor; la esperanza desplaza al desaliento” (véase “Las puertas de la muerte”, Liahona, julio de 1992, pág. 82). Conforme estudies este material de preparación, considera lo que el Libro de Mormón enseña en cuanto a la muerte y la vida después de la muerte que te pueda ayudar a “prepara[rte] para presentar[te] ante Dios” (Alma 12:24).
Sección 1
¿Qué sucede después de que morimos?
Después de que Coriantón, uno de los hijos de Alma, hijo, abandonó el ministerio y cometió un pecado sexual, su padre habló con él en cuanto a la gravedad de sus acciones. Alma percibió que a Coriantón le preocupaban la vida después de la muerte y el castigo que esperaba al pecador. Alma enseñó a su hijo que, aunque todas las personas resucitarán, solo los justos vivirán con Dios (véase Alma 40:1, 9–10, 25–26). También explicó lo que le sucede a nuestro espíritu entre la muerte y la resurrección.
El presidente Joseph Fielding Smith enseñó esto en cuanto a la frase “llevados de regreso a ese Dios que les dio la vida”:
[Esta frase] sencillamente quiere decir que su existencia terrenal ha llegado a su fin y que han regresado al mundo de los espíritus, donde se les asigna un lugar según sus obras, con los justos o los injustos, para allí esperar a que llegue la resurrección (véase Joseph Fielding Smith, Answers to Gospel Questions, compilación de Joseph Fielding Smith Jr., 1958, tomo II, pág. 85).
El presidente Dallin H. Oaks, de la Primera Presidencia, también dijo lo siguiente en cuanto al mundo de los espíritus:
[S]abemos por las Escrituras que, después de que nuestro cuerpo muere, continuamos viviendo como espíritus en el mundo de los espíritus. Las Escrituras también enseñan que ese mundo de los espíritus está dividido entre quienes han sido “rectos” o “justos” durante la vida y quienes han sido inicuos. También describen cómo algunos espíritus fieles enseñan el Evangelio a los que han sido inicuos o rebeldes (véanse 1 Pedro 3:19; Doctrina y Convenios 138:19–20, 29, 32, 37). Lo que es más importante, la revelación moderna revela que la obra de salvación sigue adelante en el mundo de los espíritus (véase Doctrina y Convenios 138:30–34, 58) y, aunque se nos insta a no postergar nuestro arrepentimiento durante la vida mortal (véase Alma 13:27), se nos enseña que es posible cierto arrepentimiento allí (véase Doctrina y Convenios 138:58) (“Confía en el Señor”, Liahona, noviembre de 2019, pág. 26).
Sección 2
¿Cómo puede brindarme esperanza el creer en la resurrección?
Cuando Alma y Amulek enseñaron al pueblo de Ammoníah, un abogado llamado Zeezrom intentó tergiversar las palabras de Amulek y socavar sus enseñanzas en cuanto a Jesucristo. Como respuesta, Amulek testificó valientemente que la resurrección y la salvación del pecado solo pueden lograrse mediante Jesucristo.
Al testificar de la importancia de la resurrección, la presidenta Susan W. Tanner, quien fue Presidenta General de las Mujeres Jóvenes, enseñó:
Este sagrado cuerpo, por el que estamos tan agradecidos, sufre de limitaciones naturales. Algunas personas nacen con discapacidades y padecen dolores a causa de enfermedades a lo largo de su vida. A todos nosotros, a medida que envejecemos, el cuerpo nos empieza a fallar y, cuando eso sucede, anhelamos el día en el que nuestro cuerpo se cure y sane. Anhelamos la resurrección, que Jesucristo hizo posible […]. Sé que por medio de Cristo podremos experimentar la plenitud de gozo que está disponible solo cuando el espíritu y el elemento físico están inseparablemente unidos (véase D. y C. 93:33) (“La santidad del cuerpo”, Liahona, noviembre de 2005, pág. 15).
Sección 3
¿Qué puedo hacer para estar mejor preparado para comparecer ante Dios?
Varios años después de enseñar en Ammoníah, Alma y Amulek fueron a otra misión, en esta ocasión entre los zoramitas apóstatas. Alma y Amulek empezaron a tener éxito entre la parte más humilde del pueblo. Luego de enseñar al pueblo a mirar a Jesucristo y creer en el poder de Su expiación, Amulek los invitó a prepararse para comparecer ante Dios.
Al tratar la importancia de prepararse hoy para comparecer ante Dios, el presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia, enseñó:
Hay peligro en la frase “algún día” cuando en realidad significa “hoy no”. “Algún día me arrepentiré”. “Algún día lo perdonaré” […].
En las Escrituras está claro el peligro de postergar […]. El “hoy” es un don preciado de Dios. El pensamiento: “Algún día lo haré”, puede robarnos las oportunidades de esta vida y las bendiciones de la eternidad (véase “Este día”, Liahona, mayo de 2007, pág. 89).
Cuando Alma, hijo, ministró a las personas de la tierra de Zarahemla, hizo muchas preguntas que invitaban a la reflexión, a fin de ayudarlas a pensar en lo que debían hacer para estar preparadas para estar en la presencia de Dios (véase Alma 5).