“Lección 25 — Material de preparación para la clase: La oración y la revelación personal”, Enseñanzas y doctrina del Libro de Mormón: Material para el maestro, 2021
“Lección 25 — Material de preparación para la clase”, Enseñanzas y doctrina del Libro de Mormón: Material para el maestro
Lección 25 — Material de preparación para la clase
La oración y la revelación personal
Jesucristo prometió: “Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (3 Nefi 14:8). El presidente Russell M. Nelson dijo de esta promesa: “Esa oferta eterna de proporcionar revelación personal se extiende a todos Sus hijos. Casi parece demasiado bueno para ser cierto, ¡pero lo es!” (“Pide, busca, llama”, Liahona, noviembre de 2009, pág. 81). Al estudiar este material, considera la eficacia de tus oraciones y qué puedes hacer para aumentar tu capacidad para recibir revelación personal.
Sección 1
¿Qué puedo hacer para que la oración personal sea una parte más importante de mi vida?
Cuando Alma y Amulek guiaron a un grupo de misioneros para traer de nuevo al redil a los zoramitas apóstatas, se asombraron al ver cómo los zoramitas adoraban y oraban en sus sinagogas. De pie sobre una plataforma llamada Rameúmptom, las personas tomaban turnos para recitar una oración preestablecida, en la que proclamaban que no habría un Cristo y que Dios los había elegido a ellos para ser salvos. Al terminar el servicio de adoración, los zoramitas regresaban a sus casas “sin volver a hablar de su Dios” hasta que volvían la semana siguiente (véase Alma 31:12–24). Posteriormente, Alma y Amulek pudieron enseñar el Evangelio, incluyendo el verdadero significado y propósito de la oración, a un grupo de zoramitas humildes (véase Alma 32–34).
Sección 2
¿Qué puedo hacer para recibir revelación personal?
Casi al principio del Libro de Mormón, Nefi escribió sobre su deseo de entender y tener un testimonio personal del sueño que tuvo su padre del árbol de la vida y de sus otras enseñanzas (véase 1 Nefi 10:17).
Mientras Nefi estaba meditando sobre las enseñanzas de Lehi, fue “arrebatado en el Espíritu del Señor” y recibió su propia visión (1 Nefi 11:1). En esa visión, Nefi recibió conocimiento adicional acerca del sueño de su padre del árbol de la vida, del ministerio terrenal del Salvador, del futuro de su posteridad y de la restauración del Evangelio en los últimos días (véase 1 Nefi 11–14).
Luego de esa experiencia reveladora, Nefi regresó a la tienda de su padre y encontró a sus hermanos “disputando entre sí concerniente a las cosas que [Lehi] les había hablado” (1 Nefi 15:2).
Más adelante en el Libro de Mormón, leemos acerca de un abogado, llamado Zeezrom, que trató de socavar las enseñanzas de Alma y Amulek. Luego de que Amulek sorprendió a Zeezrom en sus mentiras, Zeezrom se humilló y empezó a hacerle a Alma preguntas sinceras acerca del Evangelio. Alma le enseñó a Zeezrom que los misterios de Dios, o la revelación, solo se pueden dar a los que son humildes y fieles (véase Alma 11:21–13:31).
Al referirse a lo que podemos hacer para aumentar nuestra capacidad para recibir revelación, el presidente Nelson enseñó:
Encuentren un lugar tranquilo a donde puedan ir con regularidad; humíllense ante Dios; derramen su corazón a su Padre Celestial; acudan a Él para recibir respuestas y consuelo.
Oren en el nombre de Jesucristo acerca de sus preocupaciones, sus temores, sus debilidades, sí, los anhelos mismos de su corazón. ¡Y luego, escuchen! Anoten las ideas que acudan a su mente; escriban sus sentimientos y denles seguimiento con las acciones que se les indique tomar. A medida que repitan este proceso día tras día, mes tras mes, año tras año, “podrán crecer en el principio de la revelación” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 138).
Nada abre tanto los cielos como la combinación de mayor pureza, estricta obediencia, búsqueda diligente, el deleitarse a diario en las palabras de Cristo en el Libro de Mormón [véase 2 Nefi 32:3] y dedicar tiempo frecuente a la obra del templo y de historia familiar […].
[L]es suplico que aumenten su capacidad espiritual para recibir revelación (“Revelación para la Iglesia, revelación para nuestras vidas”, Liahona, mayo de 2018, págs. 95–96).