El camino correcto
De “No tomemos el camino equivocado”, Liahona, mayo de 2014, págs. 39–41.
“…oíd las palabras del Dios que os hizo” (D. y C. 43:23).
Hace varios años, mi familia y yo fuimos al Parque Nacional de los Arcos en el Estado de Utah, EE. UU. Uno de los arcos más famosos de ese parque se llama el Arco Delicado y decidimos subir la montaña para llegar allí.
Emprendimos el camino con mucho entusiasmo, pero después de un corto tramo, los demás querían descansar. Yo quería llegar allí cuanto antes, de modo que decidí continuar solo. Sin prestar atención al camino que debía tomar, empecé a seguir a un hombre que parecía saber a dónde se dirigía.
El camino para ascender se hacía cada vez más difícil; estaba seguro de que mi familia no podría llegar al arco. De repente, vi el Arco Delicado, pero para mi sorpresa, no podía llegar hasta él; el camino que yo había tomado no conducía al arco.
Me sentía frustrado, y decidí regresar. Impacientemente esperé hasta que volví a encontrar a mi grupo. Me dijeron que habían seguido las señales que indicaban el camino correcto y que, con cuidado y esfuerzo, habían llegado al Arco Delicado. Lamentablemente, yo había tomado el camino equivocado. ¡Qué lección aprendí!
No pierdan de vista el camino a la vida eterna con su Padre Celestial. Sigan los principios y los mandamientos del Evangelio que aprendan y estarán en el camino correcto para llegar a vivir con Él para siempre.