2015
Hablé con Dios como con un amigo
Julio de 2015


Hablé con Dios como con un amigo

“Ora; Él está. Habla; Él te escucha” (Canciones para los niños, pág. 6).

Cuando era joven, era muy tímido y me resultaba difícil hacer amigos. Oraba mucho a Dios en cuanto a superar mis temores y mi timidez. Le oraba como si fuera un amigo. Nadie me enseñó a hacerlo; simplemente necesitaba hablar con alguien. Yo no tenía amigos, así que encontré uno al hablar con Él.

Después conocí a los misioneros; me dieron un Libro de Mormón y comencé a leerlo. Cuando leí 3 Nefi 17, me impresionó mucho cómo Jesús tomó a los niños y oró por ellos. Sabía que ésa era la manera correcta de orar.

Decidí leer todas las Escrituras donde Jesucristo oraba. En Lucas 3:21, después de que Juan lo bautizó, Jesús oró al Padre Celestial y los cielos se abrieron. Cuando leí eso, supe que yo quería orar de tal manera que los cielos también se abrieran.

A veces, estoy cansado y no tengo el deseo de orar; pero entonces recuerdo cómo oró Jesús. Intento ser honesto y sincero en mi oración para que los cielos también se abran para mí.

Algunas veces, mis oraciones son cortas porque no encuentro las palabras para expresarme bien; tengo un montón de sentimientos en mi interior, y digo: “Sabes lo que estoy intentando decir; por favor, ayúdame”.

En ocasiones, cuando oro para bendecir la comida, recuerdo que aun con esa oración pequeña, los cielos se pueden abrir. Intento olvidarme del mundo y tener una conexión con el Padre Celestial; y de forma muy humilde, digo cosas que salen de mi corazón.

Cuando siento paz y consuelo, sé que los cielos están abiertos para mí.

Después de que los misioneros enseñaron a mi familia en cuanto al Evangelio, mi madre, mi hermana y yo fuimos bautizados; pero mi padre, mi hermano y mi otra hermana no se unieron a la Iglesia. Yo realmente quería que mi padre fuera miembro de la Iglesia. Ayuné, y todos los días oraba para que mi padre aceptara el Evangelio y se bautizara.

Sabía que debía orar por mi padre, pero también sabía que debía esperar la respuesta de Dios. A veces Él dice: “No, todavía no”. Con el tiempo, mi padre escuchó y comprendió, y se bautizó.

Si tu madre o tu padre no son miembros de la Iglesia todavía, habla con tu amigo: tu Padre Celestial. Pídele que toque el corazón de tu madre o tu padre; habla con Él de forma humilde, honesta y sincera; pero luego, relájate; Él está a cargo. Él sabe cómo hacer todas las cosas; Él conoce a tu padre y a tu madre mejor de lo que tú los conoces; Él sabe cómo llegar a ellos.

No te preocupes; tienes un amigo; ora con sinceridad de corazón y el Padre Celestial te escuchará. Los cielos se abrirán; Él te conoce y te bendecirá.