2015
Prepararse para entrar en la Casa del Señor
Julio de 2015


Prepararse para entrar en la Casa del Señor

Sonríe cuando pienses en el templo; es un lugar de poder y bendiciones.

The Washington D.C. Temple at sunset and evening shots.  Also shots with fog.

Durante el programa de puertas abiertas de un templo noté a unas niñas que caminaban detrás de sus padres por el interior del templo. Sonrieron al verse reflejadas en los espejos del cuarto de las novias. “Recuerden”, les susurró su abuela, “lo especiales que ustedes son y lo mucho que las ama el Padre Celestial”. Cada niña imaginó la ocasión en que volvería al templo como una mujer de fe, con una hermosura y una capacidad ya maduras, listas para cumplir con su misión en la Tierra. Los niños que asistieron al programa de puertas abiertas también pudieron vislumbrar sus bendiciones y responsabilidades futuras.

Lo que esos niños sintieron en el templo era correcto. El Padre Celestial desea bendecirte; Sus mayores bendiciones se reciben al entrar en el templo para efectuar ordenanzas sagradas, hacer convenios sagrados y cumplir con ellos. Tú eres responsable de prepararte y de estar listo o lista.

El templo es importante en la vida, especialmente cuando eres joven: “El jovencito necesita su lugar en el templo aun más que su padre y su abuelo, quienes se mantienen estables gracias a una vida de experiencias; y la jovencita que se inicia en la vida precisa el espíritu, la influencia y la dirección que se reciben al participar en las ordenanzas del templo”1. Comienza ahora mismo a preparar la mente y el corazón para ser capaz de recibir y entender plenamente esas bendiciones (véanse Mateo 13:23; Marcos 4:20).

Recibir la plenitud del Evangelio

Si te preparas para entrar en el templo, estarás “dispuesto a recibir la plenitud de [Su] evangelio” en el templo (D. y C. 35:12; cursiva agregada). El templo es un lugar de poder y de bendiciones. El Señor indicó al profeta José Smith y a los primeros santos que se congregaran en Kirtland, Ohio, EE. UU., donde, con el tiempo, edificarían un templo. “…y allí seréis investidos con poder de lo alto” (D. y C. 38:32; cursiva agregada).

En un programa de puertas abiertas reciente de un templo, un apóstol reunió a su familia ante el altar de una sala de sellamientos y les enseñó que todo lo que hacemos en la Iglesia —las clases, las actividades, los programas y las reuniones— nos prepara para ir al altar de un templo a recibir la ordenanza del sellamiento. El templo representa la esencia misma del plan de tu Padre Celestial para tu felicidad y progreso eternos.

Prepararse para hacer convenios con Dios

La preparación para entrar en el templo y hacer convenios no sucede de la noche a la mañana. Empezó con tu bautismo y el don confirmador del Espíritu Santo, y crece con la oración, el estudio de las Escrituras, la obediencia y el servicio. Cada semana, al participar de la Santa Cena, se te invita a purificarte. Esa preparación también tiene lugar cuando aprendes a procurar el perdón por medio del arrepentimiento, al cumplir con las normas y al conservar dignamente una recomendación de uso limitado para el templo. Los programas para los jóvenes te ayudarán, pero la preparación es personal; eres tú quien establece tu dignidad, tu testimonio y tu conversión. La expiación del Salvador se aplica a ti personalmente.

A medida que incrementas tu nivel de madurez espiritual, tendrás el deseo de prepararte para ir al templo y para entrar en él. Allí recibirás ordenanzas y harás convenios, los cuales son pasos necesarios para acercarte más a tu Padre Celestial. Las ordenanzas del templo son “las ordenanzas… más exaltadas que se han revelado al género humano”2.

Al recibir esas ordenanzas, haces convenios solemnes con tu Padre una única vez y luego te esfuerzas por cumplir con ellos el resto de tu vida. Cada vez que entras en el templo puedes sentir Su Espíritu y recibir revelación y entendimiento adicionales al mismo tiempo que brindas las ordenanzas necesarias a otras personas. Entenderás tu existencia eterna y el poder sin fin de tus convenios y recibirás confirmación de ello. Si no fuéramos seres eternos, el templo no tendría sentido. Vas al templo y haces convenios porque existirás eternamente y quieres estar con tu Padre Celestial y tu familia “en un estado de interminable felicidad” (Mosíah 2:41). Esa certeza crece en tu alma y el Espíritu Santo la confirma.

Ser digno

Young woman meeting with her bishop.  Shot in the Philippines.

La función del Espíritu Santo es real. Él te enseña, te purifica y te transmite el amor del Padre (véase Romanos 5:5). El Santo Espíritu de la Promesa es el poder ratificador del Espíritu Santo, el cual valida cada convenio por la eternidad.

A fin de recibir el Espíritu, debes entrar en el templo limpio y puro, libre de cualquier transgresión que no haya sido perdonada. Si el adversario lograra vencerte de alguna manera, lo haría manteniéndote alejado del templo o alentándote a entrar en él indignamente.

Por ese motivo, se te invita a tener una entrevista personal con tu obispo o presidente de rama a fin de considerar tu dignidad y preparación para recibir una recomendación para entrar en el templo. Sé sincero y confía en su ayuda. En realidad, eres tú el que determina tu posición ante el Señor (véase D. y C. 109:24). Tú eres el primero en firmar la recomendación, testificando así de tu dignidad ante el Señor3.

Ser digno no significa ser perfecto; significa que tu corazón es recto, que vives los mandamientos y que deseas ser mejor cada día.

Aprender de los símbolos

En el templo, al igual que en las Escrituras, el Señor nos enseña valiéndose de símbolos. Se pueden encontrar muchos símbolos en las Escrituras, como la roca, la semilla, el fruto, el árbol de la vida o el pan y el agua de la Santa Cena (véanse, por ejemplo, 1 Nefi 11; Alma 32; Helamán 5:12). El bautismo por inmersión simboliza una vida nueva, el renacer y la purificación (véase Romanos 6:3–5). En el templo todos nos vestimos de blanco, color que simboliza la pureza, la santidad y la igualdad.

Algunos símbolos del templo son físicos y espirituales a la vez. Por ejemplo, ponerse el gárment es un recordatorio físico y diario de los convenios de templo y de las bendiciones que se nos prometen. Cuando se respeta y se honra, el gárment nos protege de las tentaciones y de las malas influencias.

Cada una de las ordenanzas del templo es simbólica. “…mediante una ceremonia sagrada, la persona puede ser lavada y ungida”4, lo cual es una reminiscencia de cuando los reyes y sacerdotes del antiguo Israel se preparaban para aceptar sus cargos (véanse 1 Samuel 10:1; 16:13). La instrucción y los convenios de la investidura equivalen a ser vestidos o investidos con poder y promesas adicionales de Dios (véase Lucas 24:49). Puede que el símbolo más bello sea la ordenanza del sellamiento, donde se une a una pareja mediante un lazo inquebrantable que puede durar toda la eternidad.

Las promesas del templo son ricas y nobles; son los “grandes favores” y las “grandes bendiciones” (3 Nefi 10:18) que nuestro Padre tiene reservadas para ti personalmente. Así que, sonríe cuando pienses en el templo.

No importa la edad que tengas, haz todo lo necesario a fin de estar listo o lista para recibir las mayores bendiciones que te ofrece tu Padre Celestial. Confía en los sentimientos que tuviste en tu niñez, cuando cantabas: “Me encanta ver el templo; un día ir podré… Desde niño me prepararé; es mi deber sagrado”5. También puede ser así para ti.

Nota: Aunque en gran parte del artículo se use el masculino, está dirigido tanto a los jóvenes como a las jovencitas.

Notas

  1. John A. Widtsoe, “Temple Worship”, Utah Genealogical and Historical Magazine, abril de 1921, págs. 91–92.

  2. Cómo prepararse para entrar en el Santo Templo, librito, 2002, pág. 1.

  3. Véase Josué 24:22, 27: “Vosotros sois testigos contra vosotros mismos de que habéis elegido a Jehová para servirle. Y ellos respondieron: Testigos somos”. Entonces Josué tomó una piedra grande y la depositó debajo de una encina, diciendo: “…esta piedra [como nuestra recomendación personal para el templo] servirá de testigo contra nosotros, porque ha oído todas las palabras”.

  4. Cómo prepararse para entrar en el Santo Templo, pág. 1.

  5. “Me encanta ver el templo”, Canciones para los niños, pág. 99.