Jesucristo: Nuestro Príncipe de Paz
Del discurso dado en el devocional de Navidad de 2013
La paz puede llegar a todos los que sinceramente buscan al Príncipe de Paz.
Centrarse en el Señor y en la vida eterna nos ayudará en todos los desafíos de la vida terrenal. Las personas imperfectas comparten este planeta Tierra con otras personas imperfectas. El nuestro es un mundo caído, estropeado por deudas excesivas, guerras, desastres naturales, enfermedades y la muerte.
Los retos personales llegan. Sea lo que sea lo que cause la preocupación, cada uno de nosotros aspira a encontrar paz interior.
Mi mensaje se refiere a la única fuente de paz verdadera y duradera, Jesús el Cristo: nuestro Príncipe de Paz1.
Jesús dijo: “Dejad a los niños venir a mí y no les impidáis hacerlo, porque de los tales es el reino de los cielos”2.
Él puede traer paz a las personas cuyas vidas han sido devastadas por la guerra. Las familias afectadas por el servicio militar poseen recuerdos de la guerra; en mi caso, se grabaron en mi mente durante la Guerra de Corea.
Las guerras de nuestra época son más sofisticadas, pero siguen siendo desgarradoras para las familias. Aquellos que sufren pueden volverse al Señor. Él es el mensaje consolador de paz en la Tierra y buena voluntad para con los hombres3.
La paz puede llegar a los que no se sienten bien. Algunos cuerpos reciben heridas; otros sufren espiritualmente por la pérdida de seres queridos o por otros traumas emocionales. Hermanos y hermanas, la paz puede llegar a su alma al edificar su fe en el Príncipe de Paz.
“¿Tenéis enfermos entre vosotros? Traedlos aquí. ¿Tenéis cojos, o ciegos, o lisiados, o mutilados… o quienes estén afligidos de manera alguna? Traedlos aquí y yo los sanaré”4.
“…porque veo que vuestra fe es suficiente para que yo os sane”5.
La paz puede llegar a la persona que sufre con pesar. Ya sea que el dolor derive de un error o de un pecado, todo lo que el Señor requiere es el arrepentimiento verdadero. Las Escrituras nos dicen que “[huyamos] también de las pasiones juveniles… [e invoquemos] al Señor con un corazón puro”6. Entonces, Su reconfortante “bálsamo en Galaad” puede sanar incluso a un alma enferma de pecado7.
Piensen en el cambio que se produjo en John Newton, quien nació en Londres en 1725. Se arrepintió de su vida pecaminosa como comerciante de esclavos para convertirse en un clérigo anglicano. Con ese potente cambio en el corazón, John escribió la letra del himno “Sublime gracia”.
¡Sublime gracia! Sublime gracia del Señor
Que a un pecador salvó;
Fui ciego mas hoy veo yo
perdido y Él me halló8.
“…habrá… gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente”9.
Quienes tengan cargas pesadas pueden sentir paz.
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
“Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas.
“Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga”10.
La paz puede llegar a los que lloran. El Señor dijo: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación”11. Cuando soportamos el fallecimiento de un ser querido, podemos ser llenos de la paz del Señor mediante los susurros del Espíritu.
“Y acontecerá que los que mueran en mí no gustarán la muerte, porque les será dulce”12.
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo”13.
“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
“Y todo aquel que vive y cree en mí no morirá jamás”14.
La paz puede llegar a todos los que sinceramente buscan al Príncipe de Paz. Él es el dulce mensaje de salvación que nuestros misioneros llevan por todo el mundo. Ellos predican el evangelio de Jesucristo según Él lo restauró por medio del profeta José Smith. Los misioneros enseñan estas palabras del Señor que cambian vidas: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”15.
La paz puede llegar a todos los que elijan andar por las vías del Maestro. Su invitación se expresa en dos palabras llenas de amor: “…ven, sígueme”16.
Todos cantaremos al Príncipe de Paz17, porque Él vendrá otra vez. “Entonces se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá”18. Como el Mesías milenario, Él reinará como Rey de reyes y Señor de señores19.
Al seguir a Jesucristo, Él nos conducirá a vivir con Él y con nuestro Padre Celestial, junto con nuestra familia. A lo largo de nuestros muchos desafíos de la vida terrenal, si nos mantenemos fieles a los convenios que hemos hecho, si perseveramos hasta el fin, seremos merecedores del más grande de todos los dones de Dios, la vida eterna20. En Su santa presencia, nuestras familias pueden estar juntas para siempre.
Que Dios los bendiga, mis queridos hermanos y hermanas. Que ustedes y sus seres queridos puedan disfrutar para siempre de todas las bendiciones del Señor, nuestro Príncipe de Paz.