La música en mi vida
La autora vive en Brasil.
Dejé de tocar el piano porque tenía miedo de cometer errores. Ahora tenía la oportunidad de sobreponerme a ese temor.
Mi sueño desde niña había sido tocar el piano. Cuando tenía doce años de edad, una querida miembro de la Iglesia me enseñó a tocar y, un poco después, mi padre me regaló un teclado. Sin embargo, el entusiasmo por tocar comenzó a disminuir cuando traté de tocar en la reunión sacramental y me puse nerviosa. Cometí muchos errores, me dio vergüenza y no quise tocar más. Me dije a mí misma que volvería a tocar sólo después de que hubiera practicado mucho y pudiera hacerlo casi perfectamente. Pero, con el tiempo, me desanimé y terminé por vender el teclado y ocultar mi talento.
Años después, un domingo no teníamos acompañante para la música. La hermana que tocaba el piano en el barrio se había mudado. Cuando vi que los miembros cantaban sin el acompañamiento de un piano u órgano, sentí que el Espíritu me animaba a ir a hablar con el obispo. Le dije: ¿Estaría bien si toco el piano?”. Él aceptó.
Después de años de eludir tocar el piano, me sobrepuse a mi temor de cometer errores. Para mi sorpresa, comencé a tocar como si no hubiera pasado mucho tiempo desde que había dejado de hacerlo. Me equivoqué en algunas notas, pero no muchas. Esa experiencia me dio la fuerza para sugerirle al obispo que me comprometería a tocar todos los domingos.
Practico todas las semanas y he llegado a disfrutar de tocar el piano otra vez. Cuando practico, siento la influencia del Espíritu muy fuerte en mi hogar. Algunas veces, cuando toco, los miembros de mi familia que están haciendo las tareas domésticas se ponen a cantar conmigo y nos sentimos unidos al cantar el mismo himno.
Muchos miembros del barrio han notado que he mejorado y me felicitan. Estoy agradecida de contribuir a la espiritualidad de las reuniones de mi barrio y de haber recuperado el talento que había abandonado.
He aprendido a apreciar la música de piano; la paz que trae es maravillosa. Espero que en el cielo escuchemos ese tipo de música y, quién sabe, ¡tal vez esté allí tocando en los coros celestiales!