Buscar la manera de perdonar
La autora vive en Utah, EE. UU.
En algún momento, todos encontramos a alguien que hace algo que nos lastima. A veces, parece imposible dejar de lado el dolor que nos causan; pero, aun cuando la ofensa sea grave, el Salvador nos enseñó que debemos perdonar a todos. El perdonar puede requerir mucho esfuerzo; sin embargo, si hacemos las cosas que nos acercan a Cristo, obtendremos la paz que proviene de haber perdonado. A continuación, dos jovencitas hablan de sus experiencias al respecto.
Perdonar a una amiga
Cuando Renee* se trasladó a una nueva escuela en Bélgica, estaba contenta de hacerse de nuevas amigas. Pero después, una de sus amigas hizo algo que causó problemas. Renee dijo:
“Mi amiga Nora creó una cuenta de Facebook y usó el nombre de otra amiga: Kate. Utilizando ese perfil, comenzó a acosar a la gente y todos acusaron a Kate de haber hecho esos comentarios. Nora incluso se burló de mí en la escuela, criticando mi religión y mi personalidad. Traté de evitar esas confrontaciones, pero no pude, así que comencé a juntarme con otras jóvenes.
“Cuando Nora confesó ser la autora de ese perfil falso, todos se enojaron con ella. Me escribió una carta pidiéndome disculpas, pero no creí que pudiera perdonarla; estaba muy enojada con ella.
Un día, estaba leyendo las Escrituras y leí Doctrina y Convenios 64:9–10, que dice: ‘Por tanto, os digo que debéis perdonaros los unos a los otros; pues el que no perdona las ofensas de su hermano, queda condenado ante el Señor, porque en él permanece el mayor pecado. Yo, el Señor, perdonaré a quien sea mi voluntad perdonar, mas a vosotros os es requerido perdonar a todos los hombres’.
“De inmediato pensé en Nora. Sabía que no estaba bien que me sintiera tan enojada con ella. Oré y le pedí a mi Padre Celestial que me ayudara a perdonarla. No fue fácil, pero logré hacerlo. Comencé a mandarle mensajes preguntándole como había sido su día y, en ocasiones, hablábamos a la hora del almuerzo. Me enteré de que el padre de Nora había muerto hacía cuatro años, que su vida era difícil y que pensaba que nadie la quería. Me sentí contenta de no haberme quedado enojada con ella. Kate y algunas otras personas no entendían cómo podía perdonar a Nora; no obstante, yo sabía que había hecho lo correcto y que el Padre Celestial estaba orgulloso de mí”.
Renee aprendió que Dios nos manda perdonar a todos. Al obedecer ese mandamiento, llegó a entender a Nora y a sentir compasión por ella, y pudo perdonarla por completo.
Encontrar paz ante la muerte de mi hermano
Cuando el hermano de Janet murió en un accidente automovilístico ocasionado por un joven que manejaba bajo los efectos del alcohol e iba con otros amigos, sabía que tenía que superar el rencor que sentía, pero no sabía cómo hacerlo.
“Era difícil saber qué dolía más: el enojo que sentía contra esos jóvenes insensatos o el deseo sincero de que mi hermano estuviera vivo. No soportaba pensar en el vacío enorme que me provocaba. Recuerdo que por muchas horas oré fervientemente; todo lo que quería era que Nathan volviera a estar con nosotros.
“Sentía lástima por los jóvenes responsables de su muerte porque sabía que sentían gran remordimiento; pero también estaba enojada y resentida. Era fácil echarles la culpa. Me decía a mí misma que había perdonado a esos jóvenes, pero cuando pensaba en el accidente todavía me llenaba de indignación. A menudo me preguntaba: ‘¿Cómo podré perdonar a esos jóvenes verdaderamente? y ¿cómo sabré cuando haya logrado perdonarlos?’.
“No fue sino hasta después de cientos de oraciones, ayunos fervientes, y de mucho estudio y reflexión que finalmente sentí que los había perdonado. Recuerdo haber estado meditando un día y pensé: ‘Los perdono, ¿cómo podría no hacerlo? Todos cometemos errores, ¿quién soy yo para juzgarlos? No resolveré nada con sentir rencor; voy a olvidarme de ello’. ¡Lo que sentí fue maravilloso! Siempre quise sentir que realmente había perdonado a esos jóvenes, y con el tiempo, lo logré. No puedo cambiar lo que le pasó a Nathan, pero sí puedo elegir perdonar y sentir amor en lugar de enojo”.
Janet aprendió que perdonar sinceramente puede llevar tiempo y requerir esfuerzo. El Salvador dijo: “Allegaos a mí, y yo me allegaré a vosotros” (D. y C. 88:63). Janet se allegó al Señor mediante el ayuno, la oración, el estudio de las Escrituras y otros medios. Al hacer lo mismo, podremos reemplazar el enojo y el dolor con sentimientos de paz y de perdón.
Llenos de amor
Al igual que a Janet y a Renee, el perdonar nos ayuda a sentir compasión, a comprender y a tener paciencia. Al perdonar a los demás, el Señor nos llenará con Su amor puro y llegaremos a ser más semejantes a Él.