Hijos inactivos. ¡Siempre hay esperanza para los padres fieles!
A los padres desconsolados que han sido rectos, diligentes y que han orado constantemente para enseñar a sus hijos desobedientes, les decimos que el Buen Pastor cuida de ellos.
Recientemente, recibí un mensaje de una amiga miembro de la Iglesia en Brasil. Ella sirve como líder de los jóvenes y mencionaba que uno de sus hijos estaba cuestionando su testimonio y las verdades que había aprendido durante toda su vida. Sus palabras fueron: “¡Me siento culpable e incapaz! Me pregunto ¿cómo puedo ayudar a otros jóvenes cuando no puedo hacer lo mismo por mi hijo? ¡Pienso y repaso todos mis pasos en busca de mis errores!”.
Creo que el riesgo de tener hijos débiles en sus testimonios o alejados de la Iglesia es real para todos los padres. Naturalmente, un sentimiento de culpa y dolor viene a nuestro corazón, así como a esta querida madre. Al final, son nuestros hijos, a los que tanto amamos y que cuidamos por tantos años. Es natural pensar “¿En qué me he equivocado?”. A pesar de ser algo natural, no es lo correcto.
¿Cómo es posible que padres buenos tengan hijos inactivos?
Una vez que se les da a las personas el poder de elegir, en ocasiones van a elegir las cosas equivocadas. Algunas veces, la única manera en que ciertas personas aprenden es al tomar una decisión equivocada y ver la consecuencia de esa decisión.
El punto aquí no es si fuimos buenos padres o no. Nuestros hijos son diferentes y cada uno reaccionará de manera diferente a las verdades del Evangelio. Nuestras enseñanzas y ejemplo tendrán un impacto en sus vidas, pero esto no cambia el derecho que tienen de tomar decisiones erradas. En las Escrituras encontramos muchos ejemplos de esto. Lamán, Lemuel, Enós, Alma, Coriantón, etc. Aún, una tercera parte de los hijos de Nuestro Padre Celestial. Todos nacidos de buenos padres.
¿Cómo saber, entonces, si hemos sido buenos padres?
El presidente Faust enseñó: “¿Quiénes son buenos padres? Aquellos que de manera amorosa, con oración y diligentemente se esfuerzan por enseñar a sus hijos, mediante el precepto y el ejemplo, a orar y a andar rectamente delante del Señor. Eso es verdad, aunque algunos de sus hijos sean desobedientes o mundanos. Los niños nacen con un espíritu y una personalidad propia. Algunos hijos serían un reto para cualquier pareja de padres, bajo cualquier circunstancia… mientras que quizás haya otros que serían una bendición y un gozo para casi cualquier padre o madre. Los padres que tienen éxito son aquellos que se han sacrificado y esforzado por dar lo mejor de sí mismo de acuerdo con sus circunstancias familiares.” (“Amadas son las ovejas descarriadas,” Liahona, Junio 2013, pág. 15).
¿Cuál debe ser nuestra actitud en estos casos?
Utilizando las palabras de presidente Oaks: “Es siempre muy lamentable cuando los padres llevan una carga de culpa a lo largo de sus vidas adultas por las decisiones que sus hijos han tomado. Nosotros nunca, nunca, nunca nos rendiremos. Somos responsables de enseñar principios correctos y hacer todo lo que podamos con amor y persuasión. Pero en el último análisis, le digo a mis compadres padres adultos y abuelos, sigan orando, sigan intentando, pero dejen a un lado esa gran carga de culpa.” (Capacitación Satelital 2003).
Seguramente, amor y mucha paciencia deben formar parte de esta receta. Ellos deben sentirse amados y siempre bienvenidos. Deben saber dónde encontrar la verdadera paz cuando necesitan ayuda. Un día, nuestros hijos rebeldes reconocerán nuestros esfuerzos y estarán eternamente agradecidos a sus padres fieles y amorosos.
¿Hay esperanza para ellos?
Debemos confiar en el increíble poder de la Expiación de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Casi no hay pecados que podamos cometer en la mortalidad que no puedan, en los principios correctos, ser perdonados a través del poder de la Expiación de nuestro Señor.
Las enseñanzas del profeta José Smith sobre este tema son muy consoladoras: “El sellamiento eterno de padres fieles y las divinas promesas que se les hayan hecho por su valiente servicio en la causa de la verdad los salvarían no solo a ellos, sino también a su posteridad. Aunque algunas ovejas se descarríen, el ojo del Pastor está sobre ellas, y tarde o temprano sentirán los brazos de la Divina Providencia extenderse hacia ellas y acercarlas de nuevo al rebaño. Ellos volverán, ya sea en esta vida o en la vida venidera. Tendrán que pagar su deuda a la justicia; sufrirán por sus pecados y tal vez anden por caminos espinosos, pero si esto finalmente los conduce, como al hijo pródigo, al corazón y al hogar de un padre amoroso que perdona, la dolorosa experiencia no habrá sido en vano.” (Orson F. Whitney, Conference Report, abril de 1929).
Es muy injusto y cruel juzgar a padres fieles por el hecho de que algunos de sus hijos se hayan vuelto rebeldes o se hayan alejado de las enseñanzas de amor de sus progenitores. Debemos ser considerados con los padres dignos y rectos que luchan y sufren por causa de sus hijos desobedientes.
A los padres desconsolados que han sido rectos, diligentes y que han orado constantemente para enseñar a sus hijos desobedientes, les decimos que el Buen Pastor cuida de ellos. Dios conoce y comprende sus grandes pesares. Hay esperanza. Busquen consuelo en las palabras de Jeremías: “… salario hay para tu trabajo” y sus hijos “volverán de la tierra del enemigo.” (Jeremías 31:16).
Nota: En este texto se utilizaron extractos del mensaje de James E. Faust, Liahona, Junio 2013.