Retratos de fe
Victor Barbinyagra
Járkov, Ucrania
Victor nació tres meses prematuro. Como consecuencia, tiene varias discapacidades y no pudo caminar hasta los siete años de edad. A pesar de los desafíos que afronta, Victor ha escogido ser una persona feliz. Él halla gozo al tender su mano y mostrar amor a los demás.
Leslie Nilsson, fotógrafo
Nací tres meses prematuro. Los médicos decían que probablemente no podría hacer nada, pero mi madre siempre estaba buscando distintas fuentes para ayudarme. Durante años recibí diversos tratamientos, pero seguía sin poder caminar.
Por fin mi madre encontró un tratamiento que posiblemente podría ayudarme a comenzar a andar. Antes de hacerlo decidió pedir a los misioneros que me dieran una bendición, y después de recibirla fuimos al médico. El tratamiento solo consistía en diferentes ejercicios físicos. Finalmente, después de hacer esos ejercicios, comencé a caminar.
A veces me siento molesto por mis discapacidades, pero trato de no demostrarlo. En general soy una persona feliz, y simplemente no muestro mis frustraciones a los demás.
Sin embargo, cuando era adolescente hubo un tiempo en que estaba deprimido.
No quería ir a la Iglesia y le preguntaba a Dios: “¿Por qué soy así? ¿Por qué no puedes hacerme mejor? ¿Por qué no tengo una buena relación con las personas?”. Estas preguntas me desalentaban y me hacían sentir realmente triste, y no sabía cómo podía cambiar mi situación, así que pensé que tal vez la solución era acabar con mi vida.
Pero entonces pensé en mi madre y en cómo reaccionaría ella. Pensé que probablemente se sentiría muy apenada y creería que había hecho algo mal, o que no había hecho lo suficiente para ayudarme. Ahí fue cuando decidí que iba a vivir y a seguir adelante.
Al fin siento que soy una persona bastante feliz.
Tengo problemas, exactamente igual que todo el mundo. No son mayores ni menores, y aunque puede que no seamos capaces de solucionarlos al cien por ciento, sé que podemos hacer frente a nuestros problemas, y seguro que podemos salir adelante.
Sé que Dios tiene un plan para cada persona en esta vida, no importa quiénes sean.
Mi madre solía decirme que la persona más linda puede ser la más desdichada, y que una persona fea puede ser realmente feliz.
Gracias a la Iglesia sé que, pase lo que pase, uno puede ser feliz, porque el plan de Dios es un plan de felicidad. Creo que la felicidad es algo que está dentro de nosotros, no afuera.
La felicidad viene por tener fe, confiar en Dios y vivir el Evangelio. Eso nos ayuda a tener una actitud correcta y a utilizar lo que tenemos para mejorarnos a nosotros mismos.
A cada persona le espera algo mejor en el futuro, y si hay algo negativo, puedes hacerle frente.
Yo trato de amar a las personas, porque lo más importante de la vida es nuestra conexión con los demás. Trato de amar a mi familia porque la familia es nuestro futuro, es nuestro todo, y estoy agradecido a Dios por todo lo que tengo.
A todos aquellos que tienen dificultades les diría: traten de aceptarse a sí mismos como son ahora, incluso con todas sus desventajas, y crean que pueden llegar a ser mejores.