2019
Ministrando en ambos lados del velo
Enero de 2019


Mensaje de un Miembro de los Setenta

Ministrando en ambos lados del velo

Vivimos en un tiempo extraordinario cuando hemos recibido tanta revelación. Más recientemente, recibimos instrucciones sobre cómo cuidarnos el uno al otro mejor. Hemos sido alentados a usar todos los medios disponibles para ministrar, cuidar y mostrar nuestro amor por nuestros semejantes y por Dios.

La guía dada con la carta de la Primera Presidencia del 1 de abril de 2018 acerca de la ministración nos enseña que, ‘a medida que los miembros de la Iglesia ministran; estos buscan, en oración, servir como lo haría Él — para “consolar a los que necesitan de consuelo”, “velar siempre por los miembros de la iglesia, y estar con ellos y fortalecerlos”, “visitar la casa de todos los miembros” y ayudar a que cada uno se convierta en un verdadero discípulo de Jesucristo. (Mosíah 18:9, D. y C. 20:51, 53, véase también Juan 13:35).

Deberíamos usar todos los métodos disponibles para consolar, velar y cuidar a aquellos a quienes se nos ha encomendado ministrar. Estos métodos pueden incluir no solo las visitas, sino el uso de redes sociales, teléfono y correo electrónico, incluso participar en un evento deportivo o verse en la calle o en el mercado.

Seremos más efectivos en nuestro ministerio si comprendemos que, como discípulos de Jesucristo, buscamos desarrollar y profundizar una actitud de ministrar, una actitud de cuidar y velar por los demás. Al desarrollar esta característica, no solo ministraremos de manera natural a nuestras familias asignadas, sino que lo haremos con todos, especialmente con los miembros de nuestra propia familia.

El documento de la Primera Presidencia también declara: “Los hermanos y las hermanas ministrantes procuran ayudar a las personas y a las familias a prepararse para su próxima ordenanza, [y] guardar los convenios que han hecho”.

Un nivel más alto de servicio es cuidar a los demás para que se preparen para su próxima ordenanza y cumplan con los convenios que han hecho. Podemos decir que servir en un nivel superior ayuda a otros a permanecer en “la senda de los convenios” con el “fin en mente”. La senda de los convenios comienza con el bautismo y la confirmación como miembros de la Iglesia e incluye los convenios del sacerdocio y del templo. Permanecer en la senda de los convenios incluye participar de la Santa Cena cada semana para renovar todos nuestros convenios con sus promesas correspondientes.

El recogimiento ocurre en ambos lados del velo. Al considerar esto, nos damos cuenta de que nuestros antepasados fallecidos necesitan los convenios del Evangelio. Esos convenios del Evangelio se pueden proporcionar a nuestros familiares queridos a través de nuestro servicio en el templo. Los preparamos para su próxima ordenanza haciendo nuestra historia familiar. A medida que los ayudemos a comenzar en la senda de los convenios, aumentaremos nuestro amor por ellos. Aprenderemos cosas sobre sus vidas que nos ayudarán a comprenderlas y el Espíritu dará testimonio del papel clave de las familias en el diseño eterno de nuestro Dios. A través de estos esfuerzos, ministramos a nuestros antepasados para que tengan los convenios y las ordenanzas del sacerdocio necesarias para alcanzar la exaltación y la vida eterna.

Invitamos a nuestros miembros a vivir siempre dignos de una recomendación para el templo y a preparar a otros en ambos lados del velo para “su próxima ordenanza [y] a guardar los convenios que han hecho”. Podemos invitar a nuestros prójimos vivos a recibir el Evangelio, siendo bautizados en la Iglesia. Podemos invitar a todos los miembros de la Iglesia a participar de la Santa Cena todos los domingos. Podemos ministrar a nuestros antepasados haciendo la historia familiar y sirviendo en el templo.

Doy testimonio de que vivimos en un tiempo maravilloso con los cielos abiertos. Sé que ministrarse los unos a los otros a ambos lados del velo es una manifestación más elevada de amor mutuo. Hacer historia familiar y servir en el templo nos ayudará a centrar mejor nuestras vidas en Jesucristo.