Oraciones por el tío Dan
¡A Isabelle le encantaba orar! Por las mañanas hacía una oración de “buenos días”. Le daba las gracias al Padre Celestial por el sol y por un nuevo día.
A la hora del almuerzo, Isabelle le contaba al Padre Celestial cómo le había ido el día hasta entonces. Oraba para recibir ayuda para ser amable con sus hermanas cuando llegaran a casa de la escuela.
A la hora de dormir, la familia de Isabelle oraba junta. Siempre comenzaban hablando sobre personas que podían necesitar bendiciones adicionales.
Esa noche, el papá dijo: “Por favor, ora por el tío Dan, que ha perdido su trabajo”.
Isabelle se sintió triste. No sabía mucho en cuanto al trabajo de los adultos, pero sabía que perder el empleo era algo malo. Ella quería a su tío; hacía unas palomitas de maíz (pororó) deliciosas. La última vez que los había visitado, le había enseñado a hacer una pirueta lateral.
“Oraré para que encuentre un trabajo”, dijo Maria, una de las hermanas mayores de Isabelle. Era su turno para orar en voz alta con la familia.
Al día siguiente, Isabelle le preguntó a su papá si el tío Dan ya había encontrado un trabajo.
“Todavía no”, dijo el papá. “A veces las oraciones no se contestan enseguida”.
“¿Deberíamos seguir orando por él?”, preguntó Isabelle.
Su papá asintió. “Al tío Dan le gustará mucho que lo hagan”.
Cada día, Isabelle y sus hermanas continuaron orando por el tío Dan. Oraban para que encontrara un empleo y para que tuviera suficiente dinero para sus necesidades. Oraban para que se sintiera amado.
Isabelle estaba contenta de poder ayudar al tío Dan con sus oraciones. Orar por él la hacía sentir feliz y fuerte.
También ayudaban al tío Dan de otras maneras. Un día, ayudaron al tío Dan a limpiar su casa; otro día, Isabelle y su mamá pasaron a ver una película con el tío Dan.
Pasaron las semanas. Al fin, su papá recibió buenas noticias.
“¡El tío Dan tiene dos entrevistas de trabajo esta semana!”, dijo el papá.
Isabelle se sentía feliz en su interior. Estaba contenta de poder orar por sus seres queridos. ●